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Draco estaba acostumbrado a ver a sus amigos y tíos en la mansión, era un lugar bastante grande, cuando tenía suficiente de ellos huía a su habitación o a la biblioteca o a algún jardín después de disculparse con sus visitas por dejarlos, pero ahora se sentía atrapado en su propia casa, no solo estaban todos sus tíos y amigos, estaban algunos chicos que en algún momento había visto con Harry, su novio también estaba ahí pero también había una enorme mancha roja que pronto se disolvió en pequeños puntos por todos lados y no lo dejaban tranquilo.

-Padre- llamó la atención de Lucius cuando volvió del jardín donde la niña pelirroja no dejaba de hablar con él a pesar de decirle que no quería hablar- no quiero estar aquí.

-¿Sucede algo?- Lucius dejó la conversación con Rodolphus para prestar atención a su hijo

-Los niños Weasley me persiguen a todos lados, no quiero hablar con ellos, quiero dibujar y no me dejan- Lucius notó que para ese momento, Draco ya llevaba sus manos al cabello despeinandolo poco a poco. En seguida le hizo una seña a su amigo para que los dejara solos, Lestrange conocía el procedimiento así que trató de alejar a todos los presentes de ahí- quiero dibujar, padre, entiendo que no estamos a salvo en Hogwarts pero son muchas personas y todos hablan y...

Orion, el crup que acompañaba a Draco a todos lados trató de llamar la atención de Draco para evitar que el chico se lastimara, habían escuchado de perros que lo hacían y cuando Draco pidió un crup, intentaron que Orión tuviera aquel entrenamiento que los perros tenían para asegurarle un refuerzo adicional a Draco.

-Si cuentas hasta el cien te dejaré dibujar- el rubio más joven negaba rascándose con más ahínco- Draco, cuenta conmigo, uno, repite, uno, dos, tres...- Orión comenzó a subir su pata sobre la pierna de Draco cada que Lucius contaba ayudando al niño a concentrarse

-¡Cuatro, cinco, seis, siete..!- el niño comenzó a gritar con lágrimas bajando por sus mejillas pero entre más avanzaba en la cuenta, más baja se volvía su voz y su cabello descansaba sin manos inquietas que lo despeinen- veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés...

Cuando llegaron al setenta, Draco ya descansaba tranquilo entre los brazos de su padre, Remus los veía desde el marco de la entrada manteniendo a todos lejos de la escena, aunque no faltaron las miradas curiosas y más de los pelirrojos.

-Listo, ¿por qué no vas a tu habitación y dibujas un poco? o si gustas otro lugar puedes ir a mi estudio.

-¿Puedo ir al laberinto?

-Pero que Dobby se quede contigo.

El rubio asintió y se fue por otro de los largos pasillos con el elfo y el crup siguiéndolo de forma silenciosa.

-La situación es muy estresante para él- dijo Remus mostrándose inquieto y yendo a ocupar el lugar que su hijo dejó en los brazos de Lucius- él...

-Él no está acostumbrado a ver tanta gente en su espacio, es todo, necesita un poco de aire

-Pero...

-Solo necesita respirar.

Lucius decidió que la mejor forma de distraer a su esposo era con un beso y lograron mantener su momento hasta que una de las elfinas les avisó que la mesa estaba servida y sus invitados les esperaban, suspiraron sabiendo que debían hablar de los ataques y de cómo ninguno de sus hijos volvería a terminar el año, el matrimonio Malfoy ya se imaginaba que los Potter habían traído a los Weasley para ser considerados en una educación particular así como a la chica Granger, no que le agradaran los Longbottom pero al menos ellos si tenían con que pagar

-¿Y Draco?- preguntó Harry en cuanto los vió, él se había alejado de su novio cuando se lo pidió y hasta el momento no lo veía.

-Está tomando algo de aire, volverá en un rato.

Enchanted to meet youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora