• No hay relaciones de una historia con otra y de ser el caso habrá un aviso corto
• Disculpen las faltas de ortografía
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Tú, la emperatriz del vasto imperio, se paseaba por los salones de mármol blanco de su palacio. Tu porte majestuoso y la mirada de acero habían mantenido la estabilidad en tu reino, pero en tu corazón, una tormenta se desataba. Habías escuchado rumores de que tu esposo, el emperador Ran, tenía una amante. Aunque no querías creerlo, las habladurías eran insistentes y dolorosas.
—¿Cómo pudo hacerme esto?— te preguntabas en tu lujosa cámara, donde las velas titilaban suavemente, proyectando sombras inquietas en las paredes doradas. La rabia y el dolor se mezclaban en tu pecho, pero detrás de estos sentimientos, surgía una idea.
—Necesito un heredero...— murmuraste, tu voz firme como el acero templado. En los intrincados juegos del poder, tu sabías perfectamente que un heredero sería su carta más fuerte para asegurar el trono y mantener a raya a aquellos que buscaban debilitarte. Y si Ran había roto su juramento, tú también podías jugar en su propia partida.
Fue entonces como te animaste a pedir una reunión privada con Rin, el hermano del emperador. Rin, conocido por su carácter apasionado y su lealtad inquebrantable, siempre había mostrado una devoción incondicional hacia tí, te admiraba y respetaba como a ninguna otra persona. Se encontraron en los jardines del palacio, donde los cerezos en flor caían como copos de nieve rosada.
— Príncipe Rin-
— Solo Rin, su majestad.— interrumpio.
—Rin...— comenzaste, con tu voz cargada de una mezcla de determinación y vulnerabilidad — Necesito hablar contigo sobre algo importante.
Rin te miró con atención, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y curiosidad.
—Lo que sea, su majestad la emperatriz. Sabe usted que siempre estoy a tu servicio, por toda la eternidad.
—Bien, me agrada eso.— dijiste, mientras lo seguías tomando del brazo mientras caminaban por la fuente. —He decidido que, para asegurar la continuidad del trono, necesito un heredero. Y para eso, necesito un amante de confianza. Alguien que comparta mi visión y que tenga la sangre real.— hiciste una pausa, observando la reacción de Rin.
Rin no se inmutó.
—Disculpe si me equivoco con su majestad, ¿pero está hablando de mí?
Asentiste lentamente con el rostro rojo.
—Sí. Eres el único en quien confío completamente. Y sé que esto es... poco convencional, pero es necesario.
