Capitulo 28: El caballero es una hoja de papel

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Colin acarició con ternura la mejilla de Penélope, observando cada parte de su rostro, sus tiernos y rojos labios, su piel de porcelana, sus almendrados ojos, sus largas pestañas, sus mejillas ligeramente sonrojadas. Sonrió dulcemente, tomándola de las manos la guió hasta el sillón y ambos tomaron asiento. El caballero aclaró su garganta y después de unos segundos en silencio movió sus labios.

—Recuerdo perfectamente el día en que te conocí y recuerdo cada momento de mi vida en la que estuviste presente. Eres mi pasado, eres mi presente y quiero que seas mi futuro. Quiero dormir contigo cada noche y amanecer a tu lado cada mañana, quiero ser el guardián de tus sueños y el motivo de tus más impuros deseos.

Penélope se limitó a escuchar cada palabra torpemente pronunciada por Colin, sintiendo su corazón latir a mil por hora. Perdió la cuenta de las veces que había soñado con escuchar esas palabras saliendo de los labios de Colin y nunca pensó que llegaría el día en que esas fantasías se hicieran realidad.

Colin hizo una pausa para respirar hondo, tal vez tratando de deshacerse de los nervios que le invadían. Tosió un poco quizá para desatar ese nudo en su garganta, carraspeó a lo mejor para comprobar que aún tenía voz. Su mano le temblaba en su intento de meterla en el bolsillo derecho de su saco. Tragó saliva, una vez más respiró hondo, estaba a punto de hablar cuando fue interrumpido por Penélope.

—Yo también tengo algo que decirte, Colin —Penélope parecía nerviosa.

—Ah, eh, sí, sí, claro —tartamudeó el joven—. Dime tú primero.

Penélope asintió.

—Desde que tengo uso de razón me han enseñado que las mujeres no tenemos valor propio, que nuestra valía depende del hombre que tengamos al lado —Penélope tragó saliva y continuó—. Me hicieron creer que carecía de valor, que no era suficiente y por mucho tiempo me lo creí.

Colin se quedó mudo y solo se limitó a asentir invitando a la pelirroja a continuar.

—Siempre fui muy cruel con la chica en el espejo, la repudié por tanto tiempo y ahora me doy cuenta que siempre estuve equivocada —la mirada de Penélope parecía perderse en sus recuerdos y se fue volviendo cada vez más melancólica—. En este último tiempo me he dado cuenta de mi propio valor, me reencontré y me reconcilié conmigo misma.

La pelirroja sonrió y continuó:

—Me enamoré de la chica en el espejo y descubrí que mi valía solo depende de mí, única y exclusivamente de mí —Penélope hizo una pausa para observar a Colin, quien solo se limitaba a escucharla sintiéndose orgulloso. La pelirroja continuó—. Me di mi propio apellido, uno que es ridículamente reconocido y respetado por todos, escribí mi propia historia, construí mi propio camino, descubrí que puedo defenderme a mí misma y también a mis seres queridos y no necesité un hombre para eso.

En este punto la cara de Colin palideció. La joven se percató, pero eso no la impidió continuar.

—Lo que quiero decir con esto, Colin —Penélope tragó saliva—, es que yo no te necesito. Puedo estar completamente bien sin ti, podré seguir escribiendo mi historia, podré seguir mi camino. No necesito tu fortuna ni tu apellido.

El corazón de Colin se arrugó como papel, sentía como si Penélope hubiera tomado su corazón y lo hubiera exprimido sin piedad, sacando hasta la última gota de alegría que albergaba en él. Penélope lo estaba rechazando y ni siquiera se había declarado. Sintió el estómago vacío y un nudo en la garganta, sus ojos se aguaron. Sí, estaba a punto de llorar frente a la mujer que ama y que lo rechaza.

—Pero —continuó Penélope— te amo, Colin, mucho.

Al escuchar esas palabras el corazón de Colin volvió a latir.

—Te amo y te he amado por un tiempo ridículamente largo —continuó Penélope—. No te necesito para vivir, Colin, pero elijo pasar mi vida contigo.

Colin estaba en estado de shock y sus ojos se aguaron tanto que una lágrima empezó a caer por su mejilla.

—Ya no quiero más encuentros furtivos en carruajes o en habitaciones a horas no adecuadas —siguió Penélope—. Quiero que me beses libremente, quiero abrazarte y quiero que me enseñes más aspectos del amor que desconozco. —Penélope hizo una pausa, tragó saliva y continuó—. Ya aclaré todas mis dudas y superé todas mis inseguridades. Ya estoy lista, Colin —Penélope tomó las manos de Colin y mirándolo a los ojos añadió—: Quiero casarme contigo, quiero ser tu esposa y quiero que seas mi esposo, claro, si tú quieres. —Penélope lo observó fijamente y continuó—. ¿Quieres casarte conmigo?

—Sí, Penélope —dijo Colin casi gritando. Al notar su tono de voz, carraspeó la garganta y con una sonrisa de oreja a oreja añadió—: Es lo que más deseo en la vida.

En un arrebato de alegría besó a Penélope en la boca, un beso que en su inicio fue eufórico pero poco a poco se fue suavizando hasta convertirse en un beso lento, dulce, uno lleno de amor, uno de aceptación, no como los besos que se dieron anteriormente llenos de deseo y pasión. Este era más un beso de reconocimiento, uno de entrega y devoción, un beso de amor, única y exclusivamente de amor. Se separaron para respirar y Colin sonrió dulcemente y dijo:

—Por un momento pensé que me estabas mandando a volar definitivamente.

Colin volvió a darle un beso a Penélope pero esta vez fue un besito rápido. La joven sonrió pícaramente.

—Me gustaría pensar que te estoy haciendo volar justo ahora con mis besos.

—Esa sensación se queda corta comparado con lo que me haces sentir cada vez que te beso —Colin sonrió y sin más preámbulos se arrodilló ante Penélope. Solo ella tenía el poder de doblegarlo hasta ese punto, solo ante ella podría arrodillarse para implorar amor, para rogar perdón, para adorarla como se adoran los dioses, porque eso era Penélope para él, una diosa, la más hermosa y majestuosa. Solo ante ella se postraría por el resto de su vida. Metió la mano en el bolsillo para sacar una pequeña caja negra, algo polvorienta y desgastada. Colin tomó la mano de Penélope y habló:

—Pen, quiero ser la hoja en blanco donde, con tu pluma, escribas la historia de nuestra vida juntos. Quiero ser el lienzo en el que plasmes tus sueños, el papel en el que dibujes tus anhelos y las páginas en las que narres cada uno de nuestros momentos compartidos. Quiero ser el espacio donde tus palabras encuentren su hogar, donde cada trazo de tu tinta represente nuestras alegrías, desafíos, risas y lágrimas. Que cada línea escrita en mí sea una prueba del amor profundo y sincero que compartimos, una carta de amor eterno que seguiremos escribiendo juntos, día tras día.

Colin abrió la caja mostrando un perfecto anillo y añadió:

—Seré el hombre más afortunado por compartir mi vida con una mujer tan magnífica como tú —le puso el anillo en el dedo y añadió—. Te amo, por todo mi pasado, por todo mi futuro, te amo por los hijos que tendremos, por cada una de mis sonrisas y sobre todo por cada una de las tuyas.


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Chicas, este capítulo es corto lo sé, pero creo que es el que más trabajo me dió escribir llevo días y días pensando en una declaración, borre y reescribí muchas veces este capítulo y creo que me dejó muy satisfecha. Espero que a uds les guste tanto como a mí y les saque suspiro como a mí.

Muchas gracias a todas por seguirme todo este tiempo, por amar mi historia y disfrutar mi historia.  Quise añadir una parte de la declaración del libro porque me parece perfecta y hermosa.

❤️❤️❤️

La Fea que te amó // Bridgerton. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora