Capitulo 3

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JULIANA 

Me había preparado a fondo para la reunión con Grupo Carvajal. Tenía memorizados todos los argumentos a favor de conservar una participación en Mariana Fragrance. Cerré la aplicación de Notas en el iPad y respiré hondo. Había encontrado un lugar en el que me gustaba trabajar, e iba a luchar para conservarlo. Era algo personal para mí, y nadie podía ignorar lo personal.

Los directivos de Grupo Carvajal llegarían en cualquier momento. Saqué la polvera del cajón superior de mi escritorio y examiné el estado de mi maquillaje. Si no hubiera seguido el consejo de Sofía la noche pasada, no habría tenido que aplicarme tanto corrector para cubrirme las ojeras por la mañana. La mejor preparación habría sido una buena noche de sueño, pero suponía que, si hubiera hecho lo más sensato, no habría tenido el sexo más increíble de la historia.

¿Cómo era posible que lo ocurrido con Valentina fuera tan diferente a los encuentros sexuales que había tenido con mi ex? Había estado nerviosa hasta que entré en el apartamento con Valentina, entonces ella tomó el control e hizo desaparecer todas mis reticencias y nervios. Sofía tenía razón; había estado equiparando el sexo con tener una relación, y eso me dejaba paralizada. De alguna manera, Valentina me había liberado de todo eso. Sergio siempre había sido cuidadoso conmigo, le había preocupado que yo lo disfrutara. Valentina había tomado de mí lo que quería, y eso, al parecer, era exactamente lo que yo quería de ella.

La llamada a la puerta de mi oficina me hizo volver a la realidad.

—Hola, los de Grupo Carvajal ya están aquí, Valentina Carvajal vino en persona—me informó Karen, la asesora financiera de la empresa. Iba a acompañarme a la reunión para tomar notas y porque dos pares de orejas oyen mejor que uno. No quería perderme ni una coma.

—Vaya, esta bien, ¿Estás lista? —pregunté mientras cogía el bloc de notas, el iPad y las tarjetas de visita. Karen asintió, pero sus movimientos eran nerviosos. —Debes tranquilizarte —le dije, tratando de calmarla—. Como quedamos ayer, pásame una nota si crees que me dejo algo y no quieres hablar.

Sabía lo que era estar al otro lado de la mesa enfrentándote a una ejecutiva con mucha confianza en sí misma. Lo que Karen no sabía era que tenía tantos problemas como cualquiera. Solo iba bien vestida y tenía mucho dinero.

"Recordad, usan papel higiénico, igual que vosotros". Mi padre siempre nos había animado a Max, a Sofía y a mí a no dejarnos intimidar en una sala de juntas. Nos había dicho que la vida en los despachos era solo un juego y que debíamos recordar que, si trabajabas duro y perdías, solo significaba que los otros jugadores entendían mejor las reglas. Tenías que sacudirte el polvo y empezar de nuevo el siguiente juego. No me había dado cuenta de cuánta razón tenía hasta que fundé mi propia empresa.

Tenía que fingir que era solo otro juego. Sin embargo, era la primera vez que iba a una reunión en la que, si perdía algo, sería personal.

—Bueno, creo que lo tengo todo controlado — dije mientras me dirigía hacia ella.

—Están en la sala de juntas —explicó Karen mientras caminábamos una junto a otra por el pasillo cubierto de alfombras grises.

Llamarla "sala de juntas" hacía que pareciera más grande de lo que era. Aunque era cierto que era la más espaciosa de las dos salas de reuniones que teníamos.

"Es solo un juego".

—¿Cuántos son?

—Dos —repuso Karen—. Por un lado, la señorita Carvajal, a quien ya esperabas, y viene acompañado de su asistente, que parece que acaba de empezar a afeitarse.

"Puedo hacerlo".

Cubrí el frío picaporte de metal con la mano, abrí la puerta de la sala de conferencias, respiré hondo y entré.

Adaptación (LA DUQUESA DE MANHATTAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora