JULIANA
Apreté una pierna contra la otra por debajo del escritorio y noté el roce del sujetador de encaje en los pezones al hacer el movimiento. Esperaba que ninguno de mis compañeros de oficina me viera hacer un gesto de dolor cuando me movía en la silla. Aún podía sentir la presión de la palma de la mano de Valentina en la parte interna de mis muslos mientras que con la otra me agarraba el pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás para poder rozar los dientes en mi cuello. Estaba muy dolorida Por todas partes. Pero no me habría importado haber follado más con Valentina, a pesar de las secuelas. Apenas habíamos dejado de tocarnos desde la boda —hacía ya seis semanas—; era casi como si alguien hubiera puesto en marcha un reloj de arena mientras jurábamos los votos, y desde entonces corriéramos una carrera para disfrutar de tanto sexo como pudiéramos antes de que cayera el último grano de arena y el matrimonio se acabara.
No me estaba quejando. Deseaba a Valentina tanto como ella parecía desearme a mí. Pero, claro, tal vez siempre tenía un apetito tan voraz. Desde luego, estaba segura de que no era mi configuración por defecto, sino que ella había despertado algo primitivo e insaciable en mí. Pero no era solo físico. Charlábamos de forma interminable en medio de la noche. Y aunque estábamos exhaustas, yo no tenía ganas de dormir, y, aparentemente, ella tampoco. Cuando no estábamos intentando alcanzar el orgasmo, compartíamos nuestras vidas. Hablábamos de su abuelo. Del tiempo que Valentina pasó en el internado. Del hecho de que su madre no hubiera estado en la boda y nadie lo hubiera mencionado. Hablamos de Sofía y Max, y de por qué yo había conservado durante tanto tiempo un trabajo que no me gustaba. Le conté lo mucho que había amado a mi marido y lo devastada que me quedé cuando me dejó.
Nada estaba prohibido.
Nada salvo los sentimientos que no quería reconocer.
No le había dicho a Valentina que ya no pensaba constantemente en mi ex. Ni le había mencionado que empezaba a creer que la vida después del divorcio no solo podía ser soportable, sino muy buena. Divertida y llena de opciones que nunca había soñado.
Y ella nunca mencionaba que actuáramos como recién casadas en todos los sentidos, a pesar de que nuestro matrimonio solo era cierto sobre el papel.
—¿Cómo van esos números? —preguntó Mariana mientras se sentaba en el borde de mi escritorio.
—Bien, tendré el resumen de noviembre al final del día. Y creo que vamos a superar las expectativas.—Moví el ratón sobre la hoja de cálculo que aparecía en mi pantalla.
—Impresionante. Deberíamos celebrarlo.¿Queréis venir Valentina y tú a cenar este sábado?
Por supuesto, le había contado a Mariana el acuerdo que tenía con Valentina. Al principio intentó convencerme de que no lo hiciera, pero yo estaba firmemente decidida. Se trababa de algo que era tan mío como de ella. Y no le iba a regalar nada. Solo sustituiría su mitad de los préstamos por uno mío, en condiciones mucho más favorables que las actuales. Al final había cedido, entendiendo que o me casaba con Valentina o íbamos a la quiebra.
Nunca había aceptado una invitación social en nombre de las dos. La había acompañado a un par de eventos relacionados con su trabajo, pero nuestro tiempo libre lo pasábamos principalmente en su apartamento, juntas y solas.
—Suena bien. —No estaba segura de sí Valentina querría pasar el rato con mis amigos. No sabía qué sentido tenía en el contexto de nuestro arreglo. Estar juntas en un evento público relacionado con los negocios ayudaba a legitimar nuestro matrimonio, y vivir juntas era un requisito. Pero una cena privada con amigos era un territorio inexplorado, y no estaba segura—. Por mí vale, pero no sé qué pensará Valentina. Puedo preguntarle.
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Adaptación (LA DUQUESA DE MANHATTAN)
FanfictionSin descripción. Todos los derechos reservados a su autora. Yo no escribo, solo realizó la adaptación Juliantina