Capitulo IV : Carlos Sainz Vázquez de Castro 🗡️📿

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Juro con mi sangre proteger a la familia santa, a la familia tocada por las manos de dios, juro por mi sangre no fallarle a mis amos y si ellos mueren yo moriré con ellos.

Carlos Sainz V - año 1430

A lo lejos observo a aquel Omega que dormía plácidamente en su cama, la ventana de su habitación daba directamente a la suya, del otro lado de la mansión, su deber era protegerlo hasta en los momentos en los que morfeo lo visitaba.

Carlos amaba a Charles Leclerc con toda su pasión ardiente, característica de los españoles, sin embargo también lo odiaba, por qué bien sabía que sus sentimientos no eran correspondidos, Charles cada que tenía la oportunidad jugaba con sus sentimientos como si de un trapo sucio se tratase, el tan mimado Omega era la joya de muchos en Mónaco, todos deseaban probar un poco de el, incluso el mismo Sainz quien su destino había sido unido al Omega por un juramento que sus antepasados le habían hecho a la manada Leclerc y esa simple manda le impedía ir a aquellos aposentos y poseer al Omega, deseaba tenerlo debajo de el gimiendo su nombre completamente sometido, deseaba enterrarse hasta el fondo en su interior, pasear sus manos por todo su cuerpo y marcarlo, si márcalo, reclamarlo como suyo, alejarlo de Lewis y sobretodo de aquel quién había sido el culpable que su bella cara fuera golpeada por Lorenzo, aquel de apellido Pérez.

El era como un Tristán, que a palabras de Efrén Rebolledo; [Tristan es como el bronce, oscuro y fuerte, busca el regazo de la pulida plata.]

Y Charles Leclerc es la pulida plata que si el bronce llegará a tocar seguramente mancharia y eso lo hacía arder en cólera más que una puñalada en el corazón, era una puñalada en su supuesto espíritu inquebrantable, por qué para Sainz eso era Charles, su talón de Aquiles.

Cerro la ventana y camino hasta el mini bar en su habitación, aveces ser el favorito de la familia tenía sus ventajas, tomo un poco de Whisky, sin preocuparse por tomar un vaso ahogo sus penas en la boca de la botella, por qué seguramente aquella sería la única que le permitirían besar.

Pudo escuchar pasos detrás de la puerta de su habitación, asumía que se trataba de alguna mucama que traía consigo alguna ropa de cama recién lavada, abrio la puerta esperando encontrarse con Sussy o con Alexandra, sin embargo, ante el, estaba el dueño de su dolor, el amo de su corazón y su voluntad quebrada.

»-Lord Charles...-

»-No terminamos nuestra conversación de hace un rato, ¿Creíste que no note tu erección?-

»-Mi lord, no es apropiado que esté aquí, permítame llevarlo hasta sus aposentos.-

»-No te estoy pidiendo que lo hagas, te dije que hablaríamos.- Charles empujo a Carlos hasta la habitación directo a la cama, el español no sabía que más hacer, pues el sometedor había sido sometido, Perceval solo tenía la bata de la tarde consigo, el bikini de lino había desaparecido, Carlos desde luego imagino la imagen detrás de aquella tela, el cuerpo desnudo de Charles, completamente a su merced.

»-¿Es en serio Calos?, ¿planeabas embriagante como un callejero?, ¡se supone que debes estar en tus cinco sentidos para cuidarme, maldito desobediente! - Charles comenzó a golpear a Carlos con su almohada mientras pequeñas lágrimas recorrían su rostro

»-¡Mi lord!, basta.- Carlos tomo las manos de Charles y las pego a su pecho dejando caer la almohada en el piso. -Mireme, estoy al pendiente de usted, las malditas veinticuatro horas del día, soy su sol y su sombra, soy su abrigo, su confidente, su cómplice, soy todo lo que usted necesita que sea, y yo solo le pido, un minuto de descanso.-

✨Farah✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora