EL BESO DE LA REVELACIÓN

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Capitulo diez

—Te diré siempre y cuando prometas que mi hermana y yo estaremos a salvo —lo confronté, intentando mantener la firmeza en mi voz. Él se rió, soltándome con desprecio.

—¿Crees que estás en condiciones de exigir algo? —sus ojos se abrieron con una expresión burlona.

—Yo... —mis labios temblaron, buscando palabras que no encontraba—. Si tal vez haya un lugar para nosotras en las noches de transformación, podremos hacer un trato. Sabes que puedo ver los días de Luna Sangrienta.

—No creo que dejar mujeres lobas o hombres lobo vivos sea una opción considerable.

—Tal vez lo sea, Lowis —dijo Max desde atrás, sorprendiendo a ambos. Lowis se volteó hacia él, con una mirada inquisitiva.

—¿Qué estás diciendo, Max?

—Ella te lo dirá. No es mala idea después de todo. Si tenemos un lugar seguro para ambas cuando Montserrat vea las lunas sangrientas, podrá decirlo y entonces nadie va a salir lastimado.

Lowis guardó silencio, evaluando las palabras de Max.

—Después de todo, las mujeres lobo son más débiles. Quizás ellas puedan tener una vida.

La tensión en la habitación era palpable. Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba la decisión de Lowis, sintiendo que mi destino y el de mi hermana pendían de un hilo.

—Está bien —dijo finalmente, volviendo a mirarme y esbozando esa sonrisa que parecía de lástima—. Pon en marcha tu plan —se dirigió a Max antes de marcharse. Los chicos se aglomeraron a mi alrededor como moscas.

—Eres valiente —dijo el joven de cabello blanco. —Soy Rob. Y puedes contar conmigo —añadió con una sonrisa amistosa.

—Gusto en conocerlos, chicos —respondí, devolviéndoles la sonrisa, aunque por dentro mi corazón seguía latiendo con nerviosismo.

Max me miró con determinación, y supe que estaba dispuesto a hacer todo lo posible para protegernos. Sentí una mezcla de alivio y miedo, sabiendo que nuestra única esperanza estaba en sus manos.

—Gracias —le dije a Max, esbozando una sonrisa apenada. Él no me devolvió la mirada, concentrado en los próximos pasos que debíamos dar.

—Si necesitas aprender a pelear, aquí estamos, chica —intervino otro chico, de cabello azul azabache.

—Basta —intervino Max rápidamente. —Déjenla. Vamos, Montserrat. Tenemos mucho que preparar —añadió, ofreciéndome una mano para ayudarme a levantarme.

—Ya, Max. Nadie tocará a la chica —replicó el chico de cabello azul azabache, recibiendo un pequeño empujón en el pecho por parte de Max.

—Adiós, chicos —les dije, tomando la mano de Max. Juntos nos alejamos del grupo, enfocados en encontrar una salida de este lugar opresivo y en formular un plan para asegurar nuestra seguridad.

Una vez, mientras estaba en el bosque, noté varias llamadas perdidas de mi madre. Sabía que había mucho que quería decirme, pero también era consciente de que no había sido del todo sincera. ¿Cómo podía no haber sabido nada de esto hasta ahora? Ella siempre había querido mantener a Elena a salvo, pero ¿por qué alejarla de Caudalápolis si sabía que quizás ambas estábamos condenadas a convertirnos en bestias? La idea se sentía como una pesadilla sin retorno. Ya no podía seguir pensando como antes; esta era mi dura y cruel realidad. Por más que intentara hacer las cosas bien, nada sería igual. No podría ir a la universidad ni viajar por el mundo, sueños que tanto anhelaba. ¿Qué era yo sin mis sueños?

OJO DE LOBO ✓(TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora