Para mi sorpresa, él es puntual. Yo ya había acomodado todas las cosas en donde correspondía la sala de estar y el comedor, porque el resto del espacio eran puras cajas y bolsas por doquier. El apartamento está invadido por el olor a vainilla de las galletas de mi madre.
Para mamá recibir invitados es lo mismo a hornear galletas. No puede desaprovechar la oportunidad de ser hospitalaria, y a la vez, de presumir de sus cualidades culinarias.
Por supuesto, no le comenté los acontecimientos entre mi compañero y yo. Solamente que es hijo de Liz, nuestra vecina; a la que aún no conoce, y que me prestará apoyo en física a petición del director Wilson. No me imagino su cara si descubriera todo lo que ha pasado, sin duda, de saberlo pretendería un accidente al derramarle café caliente para vengarse por el hecho de que nadie puede meterse con su hijita.
No se lo ocultaría. Pero prefiero decirlo en otro momento, quizás cuando no sea tan importante llevar la paz con el chico oji-azul.
Al abrir la puerta del apartamento, me consigo con alguien totalmente diferente: Un chico encamisado, con pantalones de vestir negros; y zapatos pulidos. Sin embargo, parece que a propósito su camisa ha sido desabotonada con unos botones y la ha sacado de su pantalón. Apuesto a que se ha despeinado justo cuando tocó.
Todo esto debe ser obra de Liz, casi muero de risa imaginándome a Liz obligándolo a vestir decentemente. Ladeo una sonrisa de sorna.
—Espera —alzo mi palma, deteniendolo—. Creo que te falta la corbata.
Prometo que no quería burlarme, pero no he podido desaprovechar la oportunidad ahora que la tengo.
Alcanzo a escuchar un gruñido. Huele a jabón y su cabello está húmedo, se ha duchado. Pensé que los chicos como él no se bañaban.
—Pasa, por favor.
Tan pronto como entra lo invaden el olor a galletas de vainilla, su semblante lo delata. Pero no dice nada. Examina sin mucho detalle el apartamento.
Mi madre aparece en la escena, tiene el delantal aún puesto y harina en su cabello. Aun así, se las arregla para verse bien. Realmente tengo una mamá hermosa.
Me sorprende cuando es Luke el que toma la bienvenida de acercarse y estrechar su mano con la de mi madre.
—Luke hemmings, un placer.
—Hola, dulzura —saluda ella, con tanta ternura que quiero vomitar—. Soy Eve, la mamá de Hailey.
—Sí, también soy su vecino de piso —¿Cómo se las arreglaba para sonar tan agradable?—. Nos han asignado juntos en física.
—Sí, así veo —Eve sonríe—. Hice galletas, ¿quieres?
—Me encantaría, pero no tenemos tiempo que perder —responde, algo tajante. Sin embargo, se las arregla para parecer simpático. Y luego se dirige a mí—. ¿Empezamos?
Asiento tan pronto como puedo. Tengo todo ordenado en su lugar: El cuaderno, un libro de física de nuestro año; un bloc de notas, lápiz, borrador, calculadora. Ahora que lo pienso, hay miles de cosas en la mesa del comedor. Soy un poco obsesiva.
A Luke le delata la mirada de que por su cabeza se cruzan los mismos pensamientos. Tomamos asientos. En ese instante, suena el timbre y mi mamá se apresura hacia la entrada. Pronto vemos a una animosa Liz asomarse y hablar con mi mamá.
Escucho un fuerte resoplo de parte del susodicho. No comprendo qué es lo que le molesta. En cualquier caso, veo que Liz lleva sobre sus manos algunos libros y materiales escolares. Luke se pone de pie, y su madre parece recordar porqué está aquí.
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Perdida en la realidad - (5SOS)
Подростковая литератураInspirada en la canción Lost in Reality de 5 Seconds Of Summer Hailey Goldstein es una joven con un pasado que mantiene bajo llave y la arrastra al otro lado de la tierra: Australia. Para ella, es su oportunidad para no cometer errores y asegurar...