15🎸: De la fiesta al dilema

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La luz que se filtra por la ventana me molesta en los ojos, haciendo difícil algo tan simple como abrirlos. ¿Por qué mamá tuvo que abrir la ventana? ¿Qué hora es? ¿Y por qué huele a sopa? Me siento desorientada, como si mi cabeza estuviera envuelta en una nube espesa.

Siento un dolor punzante en la cabeza y, aún con los ojos cerrados, me incorporo y me llevo una mano a la frente. ¿Por qué me duele la cabeza? ¿Será fiebre? Cada movimiento parece amplificar el malestar, como si mi cerebro estuviera demasiado grande para mi cráneo.

Me limpio los ojos con cuidado y, lentamente, los abro. Al principio, todo está borroso, pero luego...

¡Todo es absolutamente peor!

¿Qué carajos hace Luke aquí?

Suelto un grito del que me arrepiento inmediatamente, porque mi cabeza parece estar a punto de explotar y me arranca un quejido de dolor. Aun así, no puedo evitar esconderme debajo de las cobijas, alterada. ¿Qué hace él aquí? Mi corazón late a mil por hora, y me pregunto qué más puede salir mal.

Todavía estoy demasiado adormilada para entender todo, pero lo que sé es que él está ahí, sentado al borde de la cama, mirándome con una mezcla de diversión y preocupación.

—¿Qué haces aquí, por amor a Dios? —me quejo, en berrinche—. ¡Me sales hasta en la sopa!

—Hablando de sopa —menciona, su risa truena en un sonido suave—. Tengo algo para ti.

La curiosidad me gana y me asomo fuera de las cobijas para ver a qué se refiere. Sobre mi tocador hay un plato de sopa que huele delicioso, claramente hecho por mi mamá. Al lado, hay una botella de agua de un litro. Mi estómago se revuelve, reconociendo la comida, pero mi boca se siente como un desierto.

¡Dios, tengo tanta sed!

—¿Me pasas el agua?

Asiente y se dispone a servirme en un vaso.

—No —digo, apurándome—, dame toda.

Me la entrega y no pierdo tiempo en beber directamente de la botella. Mi garganta está reseca y siento que me muero de deshidratación. Debería haber tomado más agua anoche. Cada trago es como un alivio, calmando la quemazón en mi garganta.

—Wow, ¿y los modales? —bromea, viendo cómo bebo con rapidez.

Me limpio la boca con el dorso de la mano.

—Si estás en mi habitación, creo que ya hay cierta confianza —digo con un toque desafiante—. Por cierto, ¿qué rayos haces aquí, Luke?

Lo miro más de cerca, notando su camiseta gris, jeans azules y las habituales Converse. Sin embargo, hay algo diferente en su expresión... Se ve feliz, más relajado que de costumbre. Me intriga su actitud. 

—¿Estás bien? —pregunto, sintiéndome un poco desconcertada.

—¿Tú lo estás?

—No —respondo con obviedad—, creo que me voy a enfermar.

Él suelta una carcajada y se lleva las manos a la cara. Es inevitable no contagiarme de su risa, pero... ¿de qué se ríe? Esa risa me da algo de alivio, como si el ambiente tenso entre nosotros se comienza disipar de a poco.

—No te vas a enfermar —asegura—, solo tienes resaca, Hailey.

¿Resaca? No lo creo. Estoy segura de que bebí moderadamente anoche. Solo unas cervezas y luego un par de tragos de vodka. Pero ahora, parece que sus palabras contienen la de razón; porque mi cuerpo parece estar castigándome por cada sorbo.

Perdida en la realidad - (5SOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora