7🎸: Lukey-booh

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Hoy mi día está destinado a descansar.

Precisamente eso es lo que le contestó a Ashton cuando me invita a que nos veamos hoy. Agradezco su interés y atención, pero muy en el fondo espero que no me malinterprete. No quiero alimentar ideas románticas en él.

Ashton es guapo. Encantador. Baterista y cantante... El error en la ecuación soy yo, no estoy en busca de ninguna relación romántica. Además, mamá ya me ha dejado claro su punto de vista acerca del tema y comprendo que tiene razón. No noviazgos. Al menos, no por los momentos.

Es domingo y cualquier actividad que no sea descansar y ver películas, es inaceptable para mí.

Sin embargo, mi día es perturbado por algo muchísimo peor.

Me encuentro en la sala dispuesta a ver un maratón de lo que sea que se está televisando... preparé mis palomitas de maíz y tengo una botella de Coca-cola especialmente para mí. Estoy por cerrar las cortinas, cuando mamá aparece en el espacio.

—Hija, abre las ventanas —me pide, amablemente y echándome un vistazo, añade: —. Y puede que quieras peinarte.

—No veo por qué —contesto, algo enojada por su petición—. ¡Mamá! ¿Por qué no puedo cerrarlas? ¡Es día de maratón!

—Tenemos visita —informa—, o algo así.

Ese titubeo en su voz me hace sospechar. ¿Visitas?

—Mami, ¿qué pasa? —cuestiono, juegueteando con mis palabras—. ¿Que no me estás diciendo?

Ella suspira, preparándose para escoger sus palabras.

—Liz me ha pedido un favor.

—¿Qué cosa?—cuestiono y añado apresuradamente—, si es para Liz, lo que necesite.

—Sí, eso he dicho —concuerda—. Es por eso que espero no te moleste que Luke venga.

—¿¡Qué cosa!? —no deseo gritar, pero lo hago—. ¿Y cómo por qué?

—Porque Liz debe salir a hacer algo importante y no quiere dejarlo solo —explica, gesticulando—. Ayer después del paseo, salieron a tomar y llegó demasiado ebrio. Entiende, Hailey, ella es lo más cercano a una amiga que tengo aquí.

Bajo los hombros, tiene razón. Yo he conocido a los chicos, pero mamá solo ha fomentado una amistad con Liz y no puedo arruinar eso con caprichos.

—¿Cómo supo que llegó ebrio? —cuestiono, recordando lo sucedido ayer.

—El conserje —explica, sencillamente—. Como también sé que lo ayudaste a subir.

—¡Demonios! —reclamo—, ¿acaso aquí las paredes tienen ojos?

—Hay cámaras, Hailey —mamá echa a reír y después añade—. Podemos pasar la tarde con él, ¿bien?

—Sí, pero se trata de castigarlo a él... ¡no a mi!

Mama larga una carcajada y me tira un beso.

—Eres muy dramática, Hailey.

—Bueno —accedo—, ¡como quieras! Pero dile a Liz que le deje los pañales y el biberón hecho a su bebé, por favor.

Ni mamá ni yo aguantamos la risa después de lo que digo. Cuando se repone, sale por la puerta y después de unos minutos, lo veo entrar.

Su aspecto es de cansancio, aunque, se ve que está resistiendo bien los efectos de la resaca. Sus hombros están bajos y su mirada perdida a cualquier cosa que no sea yo. Es evidente que está irritado por estar aquí. Aun así, no es grosero con mamá, todo lo contrario.

Perdida en la realidad - (5SOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora