8🎸: Una gota en el océano

107 16 37
                                    

Estoy ordenando mi habitación. Aun está llena de cajas y necesito desalojarlas del todo. Tropiezo con mi reflejo, mi coleta está despeinada y la blusa de tiras está muy abajo, se me ve parte del sostén. Lo acomodo y sacudo mis pantalones a cuadros llenos de polvo. Soy un desastre.

Ya tengo la sala repleta de cajas, debo bajarlas luego. Mamá me pidió botarlas. Sin embargo, aun conservo dos; recuerdo que son cosas importantes. Abro una y veo que son álbumes, objetos de cuando era una niña; y un lindo espejo de mano. Sin embargo, no saco nada, prefiero esconder eso debajo de mi cama. Solo son recuerdos... y no quiero lidiar con eso ahora.

Veo la segunda caja y está sobre mi escritorio. Lo conozco bien. Mi teclado electrónico. 

Como si me llamara, me acerco a él. Los ojos se me inundan de lágrimas y sin pensar, lo saco de su jaula. Es satisfactorio verlo fuera. Lo pongo sobre la cama. Tiene polvo y aun así, huele igual. Buenos recuerdos emergen... no aguanto la tentación. Lo conecto y sueno una tecla; sonrío como tonta al ver que suena igual. Quiero intentarlo de nuevo, pero mi madre se asoma por la puerta.

Me pongo delante del instrumento para que no sea capaz de verlo.

—Linda, ¿estás ocupada?

—No —digo de inmediato, nerviosa—. ¿Por qué?

—Luke está aquí.

Posterior a sus palabras, sale un muchacho rubio detrás de ella. Se me ensanchan los ojos y abro la boca atónita, ¿cómo ha dejado a Luke pasar sin avisar primero? No lo digo por mi vestimenta. Lo digo porque verá el teclado electrónico... ¡Luke no puede verlo!

Coloco una sábana sobre el instrumento, pero es evidente que él ya ha puesto sus ojos allí. Los dos nos miramos fijamente. ¿Qué rayos?

—Estoy justo enfrente —dice mamá, llevando sus lentes sobre su cabeza—. La reunión está a punto de acabar, ¿vale? Ya regreso con ustedes.

Mamá se marcha a su habitación que queda frente a la mía. Luke permanece inmóvil sobre el umbral de la puerta de mi habitación. Se ve gigante y mi habitación tan pequeña. Yo misma me siento pequeña.

Boquiabierta, le cuestiono.

—Pero... ¿qué-é haces aquí? —tartamudeo, nerviosa. 

—Creo que debí avisar —menciona, viéndose avergonzado—. ¿Podemos hablar?

Arrugo el entrecejo. ¿Luke avergonzado? Una faceta nueva de él. Mi corazón aún late desbocado; y estoy inquietra en mi lugar. Doy una vuelta en busca de algo, no sé qué... ¿qué me pasa?

Es que Luke está en mi habitación. En mi cueva.

—Sí —contesto, rápido—. Siéntate.

Tengo una silla justo a su alcance, a su lado está el teclado cubierto en la sabana. El desliza su mirada por allí, pero retorna a mí de nuevo.

—Es sobre Avery —indica, al grano. 

Frunzo el ceño.

—¿Viniste para hablarme de tu exnovia? —de solo pensar en ella, me enojo—. No me interesa.

—Mira... preocupaste a los chicos —revela, serio—. Incluso a mí.

—No importa —le digo, indignada y le cuestiono—. ¿Tu... vas a hablarle?

Arruga el entrecejo.

—¿Qué?

—¿Qué? —balbuceo, nerviosa.

Trago saliva.

Su rostro se contrae hostilmente.

—¿Por qué te importa?

Perdida en la realidad - (5SOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora