El pasado no siempre trae las mejores cosas consigo, y Kaylee Felling es testigo de eso.
Una noche como cualquier otra llegó el pasado tocando a la puerta, trayendo consigo a una santa bestia sediento de sangre.
Él, que parece un ángel antes los ojo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kaylee Felling
—¡Vamos, reacciona!— escucho la voz desconocida de alguien llamándome.—¡Mike, súbelo a 160!
La presión de la máquina de reanimación sobre mi pecho me hace abrir los ojos de inmediato.
—¡Otra vez!— vocifera la voz desconocida.
A pesar de todos mis esfuerzos por mantenerme estable y consciente no lo conseguía. Mis ojos se abrían y cerraban a cada segundo, dejándome ver por cortos el lugar en el que estaba.
Parecía estar en auto en marcha por la cantidad de movimientos bruscos, ¿tal vez una ambulancia?.
Mis sospechas se hicieron ciertas al sentir el sonido de una sirena y el olor esterilizado del vehículo. La luz fría del techo me hizo hacer una mueca.
Mi cabeza daba vueltas, me sentía débil, mareada y desconcertada. ¿Cómo llegué aquí?
—Está consciente— avisa la chica a mi lado— pero su pulso es débil; la bolsa autoinflable, pásamela.
El aparato pasa de las manos del chico llamado Mike a la de la chica y luego a mi rostro.
—¿Me puedes decir tú nombre?— pregunta la chica mientras le hace presión a la bolsa del aparato.
—Ka-Kaylee— logro decir.
—Bien Kaylee, ¿puedes mantenerte despierta?
Escuché sus últimas palabras distorsionadas y enseguida la oscuridad se volvió a apoderar de mi vista.
⋆———————❁———————⋆
—...Lo siento mucho.— agrega el doctor.
Mi corazón se estrujó, a penas habían sido horas de la noticia. Tal vez en otras circunstancias aceptaría la idea, pero no en estas.
Mi cuerpo estaba rígido por la cantidad excesiva de aparatos conectados a mi cuerpo y por la noticia que aún no había asimilado.
Mi madre estaba del otro lado, la podía ver a través del cristal. Incluso sus lágrimas eran visibles.
Un nudo se acentuó en mi garganta amenazando mi cuerpo con llorar. Lo necesitaba, necesitaba sacar la furia de adentro, necesitaba llorar sin decir una palabra de mi vida, necesitaba que alguien escuchara mis sollozos. Pero sobre todo, necesitaba volver a ser yo.
