🥀CAP| 04

124 57 35
                                    

04|Mensaje desconocido

Kaylee Felling

—¿Qué me pongo?— miro la ropa separada en perchas dentro del armario con duda.

Entiendo que solo voy a un lugar con Ryan, y que no debería de arreglarme tanto. Pero por primera vez en mucho tiempo me dan ganas de cambiar mis faldas y suéteres de vieja.

—Dios que difícil—paso las manos por mi cara frustrada.

—¿Hija, estás ahí?

La voz de mi madre al otro de la puerta me hace fruncir el ceño. Normalmente ella llega más tarde.

—Si, pasa.

—Hola mi vida, ¿Cómo te fue la consulta con la doctora?—mamá pasa y se sienta en la cama, observa el closet abierto y algunas ropas en la cama. Frunce el ceño—¿Vas a salir?

—Si, con un amigo—me siento a su lado y le sonrío.

—¿Un amigo?

Asiento con una sonrisa.

—¿Tú?

—Si mamá, ¿Qué pasa?—pierdo la paciencia.

—No nada, me alegro que estés volviendo a relacionarte con chicos de tú edad—acaricia mi rostro y me da una pequeña sonrisa—No sabes que ponerte ¿cierto?

—La verdad —hago un mohín — No.

—Tranquila, que mamá te ayuda— me da un beso en la frente y camina hasta el armario. Mamá tiene buen gusto así que confío en ella.

  Pasan dos minutos en lo que mamá rebusca en el armario y me termina lanzando un vestido de tiras finas de color blanco y adornos de flores amarillas. Enarco una ceja al observar el vestido.

—Mamá, no me gusta, ¿No hay algo que me cubra más?—la miro suplicante.

—Póntelo ¿si?, Si no te gusta te puedes poner unos jeans, pero primero mira como te queda, por favor—me suplica con la mirada.

¿Qué más dá? si lo que quería era cambiar mi vestimenta de vieja por una de adolescente, debería empezar por esto.

Resignada me levanto de la cama con un suspiro. Entro al baño y voy directo a la ducha.

¿Será que verdaderamente estoy haciendo bien en confiar en Ryan?. Lo conozco hace solamente dos días y ir a un lugar totalmente desconocido no me hace mucha gracia.

Quién no se arriesga no gana.

Termino de darme bañarme y me visto dentro del baño y dejó mi cabello húmedo. Mi figura en el espejo no se ve nada mal. El vestido es lo suficiente largo como para no sentirme incómoda y lo suficiente corto para no parecer una mojigata.

De regreso a mi habitación mi madre ya no estaba, así que me encamino al tocador que hay a un lado de mi habitación. Hay brochas de distintos tamaños y colores, paletas de sombras oscuras y vivas además de delineados, rubores, rímel, labiales, bases, correctores y iluminadores.

Tenía todas estas cosas por mi fanatismo por el maquillaje. Desde los catorce años me introducí a este mundo por lo fantástico y maravilloso que me resultaba crear arte en mí. Es una etapa maravillosa para mí, o bueno, lo fue hasta el momento en que me mudé a aquella casa.

—¿Qué haces princesita?— pregunta cerrando la puerta de mi habitación con llave.

—Me estoy maquillando— respondo cortante intentando calmar el temblor de mi cuerpo.

WOUNDS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora