Un León Entre Dragones

Capitulo 8

—¿Por qué tenemos que irnos? —cuestionó Joffrey con el ceño fruncido, mirando a su tío.

—No estamos seguros aquí —respondió Jaime, cansado—. Así que, por favor, toma algunas cosas y sal con tus hermanos.

—¿Y a dónde iremos? —preguntó, sin hacer lo que Jaime pedía—. Si no estamos seguros aquí, en el palacio donde vive mi padre, ¿entonces dónde lo estaremos? ¿En Roca Casterly?

—Sí —espetó Jaime, empezando a molestarse—. La gente en Roca Casterly nos respeta. Estaremos protegidos allá, para el bando ganador.

—Padre será el ganador —exclamó Joffrey, levantándose y acercándose a su tío.

—Joffrey...

—¡No! —el niño empezó a moverse de un lado a otro, molesto—. Lo que estás diciendo es traición. ¿Quieres que nos unamos a los Targaryen? ¿Después de lo que le hicieron al tío Tyrion? Ni siquiera sabemos cuál es el estado de mamá y simplemente nos llevarás a la cueva del dragón —el príncipe se detuvo frente a su tío, intentando parecer más alto de lo que era—. Padre ganará esta guerra. Dijo que los norteños finalmente empezaron a movilizarse, los Arryn también enviaron a sus tropas e incluso Stannis y Renly lograron dejar de lado sus diferencias para unir a sus ejércitos. Pronto marcharán contra los Targaryen y recuperaremos los reinos robados y a mamá.

Jaime miró casi con pena a Joffrey. El chico podía negarlo todo lo que quisiera, pero era obvio que extrañaba a su madre e intentaba creer que su padre realmente la salvaría.

Pero se engañaba a sí mismo.

—Los Targaryen tienen dragones, Joffrey. ¿Qué pueden hacer los hombres contra los dragones? —preguntó retóricamente—. E incluso si no los tuvieran, la que se hace llamar reina tiene bajo su mando a 100,000 dothrakis y al menos 20,000 inmaculados; ambos grupos son de temer.

—Padre dice...

—Robert es un tonto —interrumpió Jaime, y Joffrey cerró la boca, sin intentar discutir—. Está molesto porque los Targaryen llegaron con gran poder a Westeros y él no lo vio venir. Empezará a actuar impulsivamente y eso lo llevará a su derrota —Jaime se agachó ligeramente para quedar a la altura de los ojos de Joffrey—. Si nos unimos a los Targaryen, podré proteger a tu madre, y tus hermanos estarán a salvo. ¿Acaso crees que tu padre no le hará lo mismo que le hizo a tu madre a Myrcella?

Joffrey bajó la mirada al suelo, sus hombros empezaron a temblar y cerró los ojos, intentando calmarse.

Se suponía que cuando su padre muriera él sería rey, estaría sobre todos y mantendría a sus hermanos cerca de él.

Pero su padre mandó lejos a su madre, podría hacerle lo mismo a Myrcella y, si los rumores que escuchó acerca de un nuevo matrimonio eran ciertos, podría hacerle lo mismo a él y a Tommen, o incluso podría matarlos para no tener herederos.

Su padre nunca les mostró cariño, nunca lo vio tratar delicadamente a su madre y ahora que ella no estaba, podría deshacerse de ellos.

¿Valía la pena arriesgarse a ir con los Targaryen?

No era tonto, sabía lo que pasó durante la rebelión y cómo su abuelo había ordenado la ejecución de Elia Martell y sus hijos.

Pero Aegon y Rhaenys estaban vivos.

¿Sería eso suficiente para que ellos fueran aceptados?

Su abuelo era inteligente, debió pensar en todo y si él apoyaba a su tío Jaime para huir, entonces significaba que realmente su padre perdería la guerra.

Aparentemente solo había dos caminos:

Renunciar a ser un príncipe y correr a Roca Casterly, arriesgándose a que su padre redirija las tropas hacia ellos, enviar un cuervo a Rocadragón y esperar que acepten una alianza para volver a ver a su madre y estar en el lado ganador.