Capitulo 10

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—Príncipe Viserys, Príncipe Aegon —saluda Loras Tyrell cuando los dos Targaryen se reúnen con él—. Es un honor tenerlos aquí, aunque admito que no los esperaba tan pronto.

Aegon sonríe con cierta diversión.

—¿En serio? —pregunta—. Creí que Lord Mace quería que su hija se casara lo más pronto posible con mi tío Viserys.

Viserys se ríe nervioso.

—Es verdad, pero como partieron a Rocadragón, supusimos que la boda sería allá.

—Ese era el plan —acepta Viserys mientras Loras hace un gesto para que caminen—. Pero las cosas cambiaron más pronto de lo que temíamos.

—¿Es por eso que están aquí? —pregunta Loras—. Su cuervo nos llegó hace dos días avisándonos de su llegada, pero nada más.

—Creímos que sería mejor hablar del resto en persona —responde Aegon—. Necesitamos la opinión de Lord Mace, es nuestro aliado.

—Si es tan importante, ¿por qué no está la reina aquí? —pregunta Loras con el ceño fruncido.

—Mi hermana está en otro lado —responde Viserys—. Se está encargando de otros asuntos igualmente importantes.

Loras asiente, aún con el ceño fruncido.

—Mi padre y mi hermano saben de su llegada.

—¿Y no nos reciben?

—Estaban en reunión cuando se avisó de su llegada —responde Loras ante la mirada de Aegon—. Por eso los recibí yo y ahora los guío hacia el despacho de mi padre.

—Entiendo —acepta Aegon—. Lamento si mi pregunta fue grosera.

—Es entendible —descarta Loras—. No creo que estén aquí por buenas noticias, así que puedo entender la precaución.

—Aunque no de nuestros aliados —dice Viserys, mirando a Aegon.

Aegon se encoge de hombros y los tres hombres siguen caminando hasta entrar a la fortaleza.

Solo se detienen cuando Loras llega a una puerta y, después de tocarla, Lord Mace los hace pasar.

—Ah, mis príncipes —saluda el hombre mientras se pone de pie. Del otro lado de la habitación, Willas Tyrell les hace una leve reverencia—. Recibimos noticias de que vendrían, aunque he de admitir que desconozco el motivo.

—¿De verdad? —pregunta Aegon una vez dentro de la habitación y con la puerta cerrada—. Porque me parece que gran parte del reino sabe sobre los hombres que está movilizando Robert.

Mace se ríe.

—Bueno, ¿qué son los hombres comparados con los dragones?

—No todos en mi familia montan dragones —señala Aegon—. Y, hasta donde sé, usted y la suya tampoco.

—No podemos confiarnos —concuerda Viserys.

Mace alza las cejas.

—¿Quieren hombres para su guerra? —pregunta, una sonrisa de suficiencia apoderándose de sus rasgos—. Si es así, pediré lo que me prometieron: un marido para mi hija.

—No queremos hombres —responde Aegon—. Aunque serían apreciados, mayormente queremos su permiso para traer a nuestros hombres a sus tierras para las batallas que se avecinan.

—Y cumpliremos nuestra parte del trato —agrega Viserys—. Puede empezar a planear la boda; nosotros cubriremos los gastos.

Lord Mace alza las cejas.

Un León Entre Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora