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-¡Papi!-

-¡Paaaaaa!-

-Enanos de la maicena, dejen dormir-

-¡No sé puede!-

-¡Hay que ir a la escuela!-

-Son y... menos diez-

-... ¡¿Y menos diez?! ¡¿Qué?! ¡¿Y su mamá?!-

-Mami dijo que te dijéramos eso por qué ya se iba... hace un rato-

-Son las nueve, pero mamá ya se fue-

-Mh... ¿Era necesario?-

-Duermes mucho-

-SIP, vamos a prepararnos Ale-

-Te sigo-

Alexis y Tomás, hermanos gemelos, dos mocosos revoltosos e hiperactivos de seis años, y para molestarlo, ambos nacieron alfas.

No se hicieron falta más de dos encuentros con el omega para que quedara preñado (eso dejaba sin dudas de que tan fértil era, y cuánta desgracia lo perseguía a la intimidad), le hubiera gustado poder seguir explorando su piel, pero ya no tenía excusas para poder tocarlo, o tenerlo desnudo entre sus brazos, sin ningún sentido sexual, solo le gusto tenerlo así, abrazados, pudiendo sentir todo el calor de su cuerpo.

Dejando eso que deprimía a su lobo, se levantó, probablemente su madre haya cocinado, pero aun así debía verificar que se hubieran arreglado bien y que lo que se hayan puesto sea presentable para la escuela

-¿Papi...?-

-Si ale-

-... tú...-

Estaba calentando el desayuno, no estaba muy frío, pero sería mejor si lo hacía, volteo a verlo con duda y atención, el menor de gorro jugaba con sus dedos, su revoltoso gemelo salió de la habitación corriendo y vino con nosotros a la cocina, apoyando sus manitas de forma brusca sobre la mesada de la cocina.

-¿Tú sabes si mamá estará en el día de los papás en nuestra escuela?-

Ellos dos eran muy diferentes, tanto en físico como personalidad

Alexis era más tímido y cariñoso, además de tener el cabello negro con unos lindos ojitos verdes que se hacían media luna cuando sonreía.

Y Tomás eran un bruto y extrovertido niño con los ojos y el cabello del mismo marrón (el de los ojos era más oscuro).

Pero aun así eran delicados con respecto al mismo tema: mamá.

-No lo sé peques, saben que su mamá tiene mucho trabajo para estás semanas...-

Tomás bufó y se cruzó de brazos mientras Alexis bajaba la cabeza con un puchero triste, el omega no era una mala madre, pero tampoco estaba muy presente en la vida de sus hijos...nuestros hijos.

Realmente tampoco cambio su personalidad cuando confirmaron su estado de embarazo, siguió trabajando hasta que se le dificultó caminar y aun así no pidió nada, no pedía nada en específico para comer o se ponía de otro y otro humor, era diferente, siempre se quedó igual, como si no estuviera embarazado, o como si no se conocieran...

Pero siempre les sonreía y trataba con paciencia a nuestros hijos, y eso era lo que necesitaba, aunque ellos quisieran más atención por parte de su mamá, aunque realmente no sabía de qué lado ponerse, ya que los niños necesitaban la total atención de su madre, o la mayoría por lo menos pero el omega estaba pasando por un gran contrato, este traería más beneficios a la empresa y podría ayudar a más personas, también le decía eso mismo a los niños, y ellos entendían, pero eso no cambiaba su tristeza, y verlos con un bajo animo le dolía, porque le gustaría que al menos se tomara siquiera unas horas de su día para pasarla con los niños, opinando sobre dibujos chuecos como si fueran una obra de arte y no llegar muy tarde y cansado para cocinar en familia, o pedir comida, pero en familia!cada vez los niños estaban más tristes y les importaba menos lo que comerían, ya ni siquiera hacían berrinches al comer verduras, y ellos hasta lloraban por no comerlas.

-Vamos, coman tenemos que ir a la escuela, luego iré a acompañar a mamá-

-¿Puedes darle un beso de mi parte?-

-Claro, peque-

-¿Puedes intentar convencerlo?-

-...veré que puedo hacer-

Le revolvió el cabello al pequeño de mechones castaños y comenzaron a tomar sus mochilas para la escuela.






MascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora