Capítulo 16 "El SNI"

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El reloj no marcaba aún las 7 am, cuando aquellos tacones negros comenzaron a resonar por los pasillos de la sede, anunciando la llegada de la jefa.

Con portafolio en mano, y un par de cafés en venas, Dominique ingresaba en la institución preparándose para lo que se le venía encima. La sensación expectante similar a la de un boxeador antes de salir al ring, se había apoderado de su cuerpo. Se avecinaba una guerra, o más bien el fin de una que había comenzado hacia un par de años. Y ganaría, podían apostar que sí. Ese bastardo no arruinaría su vida una vez más.

A paso firme se dirigió a su oficina, frenando en seco al ver la figura de su jefe adjunto junto a las enormes puertas de roble, esperándola. Sus ojos se abrieron sorprendidos, era extremadamente temprano. Pero como justo le había prometido, la noche anterior, Wesker estaba ahí.

-Jefa- dijo a modo de saludo inclinando de forma elegante la cabeza.

-Wesker- le correspondió, a la vez que se acercaba.

Una vez frente a frente, el pelinegro pudo notar ese vestigio de nervios en sus ojos. Sabía que no era nada fácil para ella lo que estaba a punto de ocurrir. Abrirse y mostrarle las heridas del pasado a otros, no era tan sencillo. Él lo sabía por experiencia propia.

-¿Preparada?- preguntó sin dejar de mirarla a los ojos. Quería dotarle de toda la seguridad posible.

Ella asintió segura. Tal y como él mismo le había dicho la noche anterior, no podía luchar esta guerra sola. Los necesitaba.

Ambos se dirigieron al salón de reuniones, Dominique lo consideró una mejor opción para discutir el tema en cuestión. Había citado a sus agentes de más confianza, aquellos por los que pondría las manos en el fuego sin pensarlo dos veces.

Una vez dentro del salón, Wesker comenzó a anotar en la pizarra los puntos que habían acordado la noche anterior, mientras la pelinegra acomodaba los expedientes sobre la enorme mesa.

La reunión era más que necesaria. Lo sucedido ayer en el cementerio, a pesar de que Sally lo había interpretado como un juego de su mente, más el secuestro de Darlene y la muerte de Tarantino eran las señales que indicaban el comienzo. Las piezas de ajedrez ya habían tomado su puesto, y Toni Miranda había realizado sus primeros movimientos.

Ahora le tocaba a ellos...

El silencio abrupto, indicando que había detenido sus movimientos, hizo que Wesker abandonara su tarea y se volteara a verla. Tal y como sospechaba, Dominique tenía su mirada perdida sobre aquel informe... un informe que tenía escrito con tinta roja el nombre de su hija.

Se acercó con cautela, intentando no molestar su espacio personal. Pero una vez a su lado, pudo notar en el dorado de sus ojos aquel mismo dolor reflejado que el día que le abrió la puerta a su pasado.

-Tranquila- murmuró, y con temor a ser rechazado colocó su mano sobre la suya.

Al contrario de lo esperado, Dominique apreció el contacto, correspondiendo con una leve caricia.

-Necesitas hacer esto- habló con delicadeza disfrutando del simple roce de sus pieles.

El sonido de las puertas abriéndose, los hicieron separarse como si sus manos ardiesen. Los tres agentes aparecieron ante sus ojos, escoltando a un acompañante peculiar.

Dominique asintió a sus dos antiguos agentes en forma de saludo, que ocupaban sus habituales puestos, para luego centrar su atención en los dos nuevos invitados.

Un señor moreno, de barba frondosa y cejas pobladas la observaba desde una esquina de la mesa. Vestido de traje y corbata, como un novio en su boda, permanecía en posición de firme a la espera de una orden.

Luego de tu Mirada... DomiskerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora