+23: Besos

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Esto debe de ser una broma de mal gusto, ¿verdad?

Eso fue lo que me pregunté al examinar la porquería negra que parecía el cuerpo de Chucky carbonizado en mi plato de porcelana francés. Tomé un poco con mi tenedor y esa sustancia chiclosa se estiró hasta la punta de mi nariz sin romperse.

- Taemin, ¿es en serio? –le pregunté algo ofuscada al ver el resultado de su juramento.- No me puedo comer esto –advertí al tirar mi cubierto de vuelta al plato. Estaba completamente quemado.

- Mi más sincero perdón, su alteza. ¡Perdone que no le guste los huevos revueltos con queso que me demoré preparando para hacerle un puto favor! –masculló Taemin al tirar el plato contra la pared, embarrando su fallido intento de ser cocinero sobre el microondas y counter de la cocina. Sorprendentemente, la masa pegajosa se quedó adherida a una de las manijas de una de las alacenas bajas.

- ¡Ese era un plato carísimo! –chillé al quedarme boquiabierta de la mera acción del loco y sádico del supuesto noviecito mio. Él solo se movió de hombros y se tiró sobre el sofá para ver cualquier película que encontrase.

Parece que no almorzare nada.

. . .

Bueno, la hora de la verdad había llegado. Mientras el gran príncipe de las tinieblas y de todo lo meramente aburrido, oscuro y... nuevamente aburrido, se entretenía con cualquier estúpida serie que encontrase en la televisión, yo, por mi parte, tenia que sufrir con el gran ritual del cual había comentado antes. En este caso, a falta de tiempo, tuve que hacerlo sola.

Primero comencé por depilarme las velludas piernas de primate que tenía con una crema especial que Heka me prestó. Espero que no este vencida, y si es así, ¡a la mierda! A continuación, tomé un poco de cera y me la esparcí por las cejas.

...Grandioso el momento en que Taemin se aburrió y entró al baño para verme en plena transformación: de mujer lobo a señorita guapetona.

- ¿Depilándote los bigotes? –comentó burlonamente mientras me observaba con los brazos cruzados desde el umbral de la puerta. Un ligero rubor se prendió de mis mejillas e intenté cerrarle la puerta en la nariz. Como siempre, Taemin y sus buenos reflejos de bicho raro, logró detenerme con su pie descalzo.- Apúrate que llegaremos tarde.

- ¡Eso intento! Pero si fueras tan amable de retirarte... -dije algo malhumorada por la falta de tiempo. Taemin arrugó la nariz y abrió la puerta por completo, sentándose sobre la alfombra.

Me moví de hombros ante su majadería. Sabía que no se movería, pero me importaba un comino en ese momento.

. . .

En verdad, un poquito de odio florece en mí cada vez que Taemin hace alguna de sus travesuras o me toma como punto de burla. En ese momento era la segunda opción.

Cada vez que tiraba de la cera seca, y me arrancaba los pelitos sin piedad, Taemin se carcajeaba a rienda suelta, rodando por toda la alfombra mientras se abrazaba el estomago como perro gordo y mofletudo. Podría jurar que vi un par de lágrimas saltando... y eso me daba más ganas de tirarle una patada en la rajadura del culo.

El tercer paso se trataba de darme una ducha, para ello cerré la puerta de porrazo. Me sumergí y me removí toda la porquería de piel muerta que traía encima. En especial del cuello y de otras partes sumamente visibles. Mi madre siempre me jodía cuando encontraba el minúsculo rastro de asquerosidad corporal. Y qué decir del aliento. Ahora que me podía besuquear con Taemin, tendría que lavarme la boca a cada rato.

¿Besuquear a Taemin? ¿Qué demonios te pasa, cerebro? ¡Claro que no! Taemin es un maldito pervertido que ha transformado esta alma de oveja blanca a una completamente negra y putrefacta. ¡Bastardo! ¡Es un bastardo!
En fin. No me mentiré. Me gustó el beso, y lo volvería a repetir. ¡Soy una pecadora! Eh, no importa. De todas maneras, mi alma ya fue consumida y me iré al infierno... Genial.

Al finalizar con el ritual de la enjuagadita rápida corporal, me retiré del baño con la toalla envolviendo mi imperfecta figura. He de admitir que no tengo el cuerpo de una súper modelo, pero tampoco tenía el cuerpo de Snorlax. Era feliz así.

Bueno, lo restante es lo conocido. De un empujón, aparte a Taemin de mi cuarto (aunque me gusto la idea que se ofreciese a vestirme, pero no. No podía caer en el pecado dos veces en el mismo día). Decidí vestir la falda y blusa blanca; me peine con un moño recogido para que se vean mis pendientes y me terminé maquillando de manera simple y algo coqueta.

Antes de irme, metí un par de pañuelos en un bolso viejo que tenía (casi nunca los uso); tendí mi toalla mojada y me encaminé hacia la puerta. Un Taemin completamente cambiado me dio la bienvenida. Estaba en su forma original con una corbata morada.

- Lista –dije algo alegre al haber finalizado con el proceso de tortura. Taemin se acomodó su chaleco y me dio un par de miradas, de arriba a abajo.

- ¡Amén! –soltó al extender sus brazos como si fuera a darse un milagro por Navidad,- ¡Aleluya, hermanos! ¡Ha terminado!

- ¡Basta! –le corté irritada ante sus comentarios,- ¡Solo porque tú puedes transformarte en cuestión de segundos! –refunfuñe al abrir la puerta de la entrada.

- Eso, querida, no es válido. Sea cuestión de segundos o minutos, los hombres siempre terminan en menos de quince minutos –replicó altaneramente al sostener la puerta mientras iba cojeando de grada en grada.

- ¿Por qué no te parte un rayo? –murmuré al salir a la calle.

Ningún taxi estaba pasando.

. . .

En una hora y media ya habíamos llegado.

Mi antigua casa estaba al lado opuesto de la milicia. Era la misma distancia que abarcaba para ir a la casa de Heka solo que para el lado Oeste, cerca del limite de la región con otra. Antes de mudarme, como bien había relatado, vivía en compañía de mis padres y hermano mayor.

Otra de las razones por las cuales me fui, fue por el enorme numero de varones que había el la zona. Todos ellos buscando una prometida a la edad de diez años para no tener que sufrir con el dichoso tema del amor cuando se fueran a enlistar a Central o a cualquier otro cargo que tuviesen. Y yo, yo no quería casarme con nadie. En especial luego de la muerte de mi hermano. Mi supuesto esposo también podría tener ese final, y no estaba preparada para quedar viuda.

. . .

La puerta seguía igual como la había recordado. Antes la veía como lo que es: una estúpida puerta. Ahora la veía como una especie de demonio o ente aterrador. Tenía miedo de tocarla. Tenía miedo de...

- __________ -escuché la voz de Taemin y como esa creciente molestia se reflejaba en su venenoso tono de voz,- El maldito timbre no te va a volar un dedo. Mucho menos mascártelo como un tigre hambriento.

- ¿Estás seguro? –pregunté inocentemente al retroceder un paso. La espalda de Taemin me detuvo y él me empujó ligeramente para que vuelva a mi posición normal. Él suspiró como si no tuviera otro remedio y hundió su dedo en el timbre de metal. El típico sonidito ascendente se hizo presente. Ello me mandó una piel de gallina potente a todo mi cuerpo.

- ¡No! –protesté en casi un mero lamento, golpeándole la mano como si fuera una mosca.

- ¡Ow! ¿Qué coño te pasa, _________? –preguntó amargo ante mis extrañas acciones. No sé que me paso, pero me altere. Le cubrí la boca a Taemin como si nos fueran a violar cinco morenos bien dotados. Taemin tan solo viró los ojos. De seguro pensaba que había perdido la razón.

- ¡Shh! –demandé bastante exaltada.- Mi mamá te escuchará –susurré mirando a todas las ventanas de la casa con miedo y preocupación. Taemin me removió la mano de su rostro a la fuerza y gruñó sin muchos ánimos.

- ¡Bien! –contestó alzando la voz,- ¡Así sabrá que estamos aquí y no tendremos que esperar por eternas semanas a que te dignes a timbrar la maldita puerta! –fruncí ceño ante su positivismo... o fuera como se llamase eso.

- Pero ella me asusta... -me quejé nuevamente. Taemin tan solo dio un gran suspiró e intentó no quebrarme el cuello. Era verdad, él era quien me estaba haciendo el grandísimo favor de hacer mi vida un poco menos agraviante.
De repente, la profecía había dado sus podridos frutos y escuché la manija de la puerta girando para un lado. Alguien la estaba abriendo y tenía idea de quién era la persona detrás. Me hice la señal de la cruz y murmuré un par de lisuras. Hasta intenté dar media vuelta e irme, pero Taemin me detuvo, colocando su fuerte brazo alrededor de mi cuello.

Cuando eso no funcionó, me escondí detrás de él, pero Taemin rodeó su brazo por mis pequeños hombros y me trajo al frente. Frente a frente con la mujer de mis pesadillas más odiosas: mi madre.

Intenté sonreír como lo hacía Barney mientras cantaba alguna de sus más famosas mamadas en televisión nacional, pero de seguro se veía extrañamente forzada. Horrible. Y también me di cuenta que ella pretendía estar sumamente feliz de verme, tirando sus viejos y mofletudos brazos de una manera tan dramática que casi vomito.

El tope de la torta fue la hermosa cereza... ese abrazo forzado tampoco me lo esperaba. Tanto así que no supe como reaccionar más que darle un par de palmadas en la espalda como si fuera mi compañero de atletismo. En cuanto termino esa pequeña escena de afecto bien practicado, rápidamente me trepé a Taemin como simio buscando su banana.

Lo sorprendente fue como mi madre lo miró como si estuviera viendo un pedazo de mojón aguado. Lo veía como caca... esa mirada la conocía por años. Era muy fácil de identificarla después de verla hacer lo mismo con varios de los vecinos. ¿Qué no ha hecho? Es una mujer odiosa.

- Este debe ser el muchacho de quien me hablaste, ¿no? –preguntó cuidadosamente al adentrarse un poco más al corredor de la vivienda. Tan solo asentí y di un paso más hacia ella. Taemin extendió su mano.

- Choi Seung-hyun –se presentó respetuosamente con otra sonrisa forzada. Aunque Taemin era buen actor.
La muy basura de mi madre ignoró su mano y se dio media vuelta hacia el corredor, haciéndonos una señal para que la sigamos. Taemin exhaló, dejando que ese vapor salga de sus fosas nasales y arqueó una de sus cejas sin poder creer lo que acababa de pasar.

- No me imagine que fuera reverenda bruta... -murmuró bajo su aliento al pasar conmigo de la mano.

- Y va a empeorar –repliqué al darle otra sonrisa a mi madre quien nos esperaba al final del pasillo.

Varios minutos después, luego de haberla esperado como una media hora en la pequeña sala de estar, volvió a aparecer. Parece eso, Taemin se había dado unas quinientas vueltas, mironeando mis fotos de la infancia y las de mi hermano. Me hubiera gustado que se quedara callado. A veces los padres pueden ser muy crueles y terminan peinándote de la manera más horrible posible. Es como si lo hiciesen adrede.

Hace un buen rato nos dijo que la cena se estaba horneando y que tomaría un par de minutos, ahora nos vino a informar que tendríamos visita. ¡Qué enervante!

Nos quedamos mirando por otro par de minutos hasta que decidió abrir el hocico. Si esto no podía ir peor... sería un milagro verdadero de Navidad y la misma llegada de la Virgen María en uno solo.

- Así que... Choi Seung-hyun, ¿verdad? –Taemin solo asintió,- ¿Cuánto tiempo has estado saliendo... o bueno, viviendo con mi querida _________? –preguntó seriamente.

Oh, pero que tontita que eres. ¿Tu ___________? Hace mucho tiempo que deje de ser tuya, mula vieja.

- Casi como un año, señora –contestó Taemin bastante confiado.

En el camino, habíamos discutido cómo era nuestra actual relación. Cómo nos conocimos, desde cuando vivimos juntos y todo ese rollo. Taemin solo asentía sin prestarme mucha atención, pero inesperadamente, me había estado escuchando. Supongo que comprarle otra botella de leche de banana hizo que ceda.

- Ya veo –dijo calculadoramente al cruzar sus piernas frente a nosotros. Ese vestido coral que tenía puesto me recordaba al de mis sueños. Se rascó el mentón y prosiguió- ¿Cuántos años tienes?

- Veintiuno.

- ¡Oh! ¿(Insertar años) mayor que mi querida hija? –exclamó sorprendida. Taemin no se veía muy entretenido con el interrogatorio. Yo menos.

- Bueno, madre, pronto tendré (insertar edad a cumplir) años, así que la diferencia sería mucho men-...

- Callada, __________ -ordenó al llevarse el dedo índice a los labios. Me rasqué la cabeza incómodamente, y apreté mis rodillas con ambas manos por la incomodidad. Mi madre siempre encontraba alguna manera de humillarme o hacerme ver como una idiota.

Taemin parecía querer masacrarla a golpes pues a veces su mirada se distorsionaba y me daba la impresión que en cualquier momento la estamparía contra la lafombra para abrirle el estomago a puñetazos. Pero creo que se dio cuenta y guardó la compostura a una más risueña.

- ¿Eres militar? ¿Jefe de brigada? ¿Un soldado? –siguió preguntando. ¿Qué tanto quería saber de él? Taemin simplemente negó poseer alguno de esos cargos.- ¿En qué trabajas?

- Soy... doctor –aseguró al tomarme de la mano suavemente de manera juguetona. Mi madre no lo vio con buenos ojos y continuó algo sorprendida por la respuesta.

- ¿De veras? Wow, un doctor... -hizo un par de sonidos medios extraños con la lengua,- ¿Por cuánto tiempo ha sido un doctor? –me dio la impresión que no se la estaba creyendo. Para nada.

- No mucho. Recién acabo de entrar al campo de medicina, señora –dijo seriamente. Ella arqueó ambas cejas y se lamió los labios.

- Toma un poco de tiempo ser un gran doctor, ¿no es así? –inquiripo fríamente al volver a cruzar sus piernas para el otro lado. Taemin achicaba los ojos ante las molestas preguntas. Ya estaba llegando a su limite.

- Es cierto. Supongo que he comenzado mucho más temprano que la mayoría –murmuró entre dientes. Tan solo ella asintió y apoyo su codo sobre el filo del sofá.

- ¿Qué tan lejos han llegado en su relación? –esa era la pregunta del millón de ostias. Taemin y yo nos miramos un poco inseguros a lo que se refería.

- ¿Estás preguntando si hemos... tenido relaciones sexuales? –balbuceé bastante insegura de cagarla toda en ese preciso momento. Mi madre abrió los ojos de par en par como si le hubieran metido algo por el culo y se echó a reír burlonamente.

- ¡Por favor! Claro que no –dijo finalmente después de calmarse,- Quiero saber si están planeando en casarse pronto –comentó casi escupiendo las ultimas palabras como si doliesen. Suspiré bastante aliviada.

- Bueno, no. No por ahora. Quiero decir... no hemos planeado casarnos ahorita. Tú sabes... -Taemin me tiró un ligero codazo y tomó mi mano muy cariñosamente.

- Tal vez pronto –agregó al tensarse. Soy una estúpida. Constantemente tenía que recordarme que estábamos enamorados y que nos amábamos demasiado. Estábamos pretendiendo estar volando sobre nubes rosada, vomitando arco iris y unicornios de todos los tamaños y formas.

- Ajá... -contestó ella no muy convencida por el repentino error,- Disculpen por un minuto –suplicó al parase del asiento en dirección al otro cuarto. Creo que la cena ya estaba lista.

- Tonta ladilla –susurré al llevarme las manos al rostro. Taemin tan solo se empezo a reir entre dientes al verme sufrir.

- Es bastante pesada –dijo calmadamente al soltar mi mano. Tan solo gruñí y lo miré de reojo.

- ¿Qué no es obvio? –hundí mi cabeza entre mis rodillas.- No quiero estar aquí.

Taemin se inclinó hasta donde mi oreja se había metido.

- Tu madre todavía nos sigue observando desde la puerta en caso que te preguntes –me aseguró al colocar su mano sobre mi espalda para que recupere la compostura y la mascara de una chica felizmente comprometida. Levanté la cabeza, y la vi disimuladamente. Era cierto.

- Perfecto –dije sarcásticamente al apoyar mi cabeza sobre su hombro. Taemin se incomodó ante el acercamiento e intentó retirarme de él.

- Oye... no me vengas con esto. No me digas que estas cansada –susurró enojado después de escuchar mis quejas con respecto al hambre y frío que tenía. Tan solo me reí.

- Para nada... -vi como la sonrisa de Taemin se tornó sombría y ese aire de perversión floreció como una maldita margarita.

- No cerraras ni un ojo esta noche –eso me dio bastante risa. ¿Taemin estaba coqueteando conmigo? No lo creo. Tan solo asentí y me volví a quejar. Mi mala mama había dejado la ventana completamente abierta. Taemin tensó un poco la quijada, pero terminó envolviéndome con sus brazos como si no tuviese otra opción.- ¿Feliz?

- Tal vez...

- ¿Tú mamá cree que estamos enamorados? –preguntó en un tono muy bajo. De vez en cuando la cabeza de mi madre se asomaba para vernos.

- Nah... -contesté sin ganas,- Se nota a leguas que no se cree ni un pepino de la historia que le acabamos de pintar.

De repente, Taemin dejó de abrazarme y me empujó para que estuviésemos frente a frente. Lo miré un poco extrañada, pero no le dije nada. Aun peor cuando se inclinó a unos cuantos milímetros de mi cuello.

- ¿Alguna manera de que pudiésemos probárselo? –preguntó seductoramente al rozar sus labios con mi cuello. Al recordar el beso que tuvimos, quería más. Antes de que pudiera responderle, me empezó a lamer. Me sonroje.

- Taemin... -dije empujándolo suavemente, pero él se aferró a mí con esos brazos de hierro y me comenzó a chupetear el cuello y la clavícula derecha, dejándome una serie de manchitas rojas.- ¡Para! ¡Hace cosquillas! –intenté detenerlo nuevamente, hacienda un puchero, pero él me tomó de ambas muñecas y llevó esos labios celestiales contra los míos. Comparado con el beso anterior, no perdió el tiempo y arremetió con todo. En instantes, sentí su enorme lengua creciendo por mi garganta. Un ligero chorro de saliva estaba saliendo de la comisura de nuestros labios.

¡Me vale! ¡Sabia delicioso!

Aunque, por momentos me pregunte si lo estaba haciendo porque lo sentía, porque estábamos actuando o porque me estaba tomando como una especie de juguete. Pero en aquel momento, no me importo y llevé mis brazos alrededor de su cuello para poder saborearlo mejor.

De la nada, escuché una tos de perro moribundo la cual fue hecha adrede. Cuando me retiré de las garras lujuriosas de Taemin, vi a mi padre bien parado frente a la mesita de café.

- Ah... –dije algo incomoda al haber sido encontrada en pleno trance sin darme cuenta que seguía colgada de Taemin,- H-hola... papá.

Su mirada se fijo en Taemin. Automaticamente lo solté, mi padre seguía tirándole ollas con la mirada.

- La cena está lista. Creí que debía de informarles –masculló bastante enojado por el acto. Yo solo asentí bastante avergonzada.

- Bien, ahorita vamos –él solo asintió y se fue a la cocina. De seguro le iria con el chisme a mi mamá. Me torné hacia Taemin quien se estaba limpiando la baba que habíamos dejado caer,- ¡No vuelvas a hacer eso!

- ¿Por qué? –preguntó inocentemente al volverse a acercar. Esta vez, me lamió el lóbulo,- ¿Porque te gusta? –lo empujé por completo, forzando mi sonrisa. Tomé uno de los palitos que tenía atravesado y solté mi cabellera para poder cubrir mi cuello.

- Vamos... -me paré rápidamente y me fui caminando hasta el comedor.

Otra vez me olvide de que éramos una pareja feliz. Me detuve en seco y volví hasta la sala para recoger a Taemin. Juntos, nos fuimos a la parte izquierda de la mesa... para grata sorpresa nuestra, alguien había tocado el timbre.

¿Quién será?

La Menta del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora