+27: San Valentín

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- No. No fumo, gracias –murmuré al concentrarme nuevamente en el libro de armas que estaba leyendo desde hace un par de días. Ya me había atrasado lo suficiente con toda la inesperada aventura que me trajo el zopenco de Taemin y sus amiguitos, los mutantes.

Key miró de reojo su cajetilla y se la guardó en el bolsillo trasero. Por arte de magia, sacó un encendedor barato y prendió el palillo mata pulmones.

- ¿Desde cuándo fumas? –le hinqué la pierna con la esquina del libro. Él dejó escapar una pequeña nube de humo que fue desapareciendo fuera de la ventana y me sonrió de oreja a oreja.

- Solo porque no lo hago en frente tuyo la gran mayoría de veces, no quiere decir que no lo haga –comentó al golpear con un poco más de fuerza.

- Mejor apaga eso, Key. Yo nunca fumo en el cubículo. En cualquier momento podría pasar algún teniente o hasta el mismo coronel y nos vamos a la chingada juntos con el escándalo que podrías armar –renegué al zampar mi libro de 400 páginas sobre la mesa. El extraño amigo de Taemin se vio alarmado por el repentino ruido y se paró de mi mesa para irse al lado de la ventana.

- No seas ridícula, _____________. Observa a tu alrededor. No hay absolutamente nadie aquí. ¿Por qué? Porque la gente normal decide salir por el día de San Valentín. Aunque debo de admitir que Taemin y tú siguen siendo una bonita pareja dispareja. ¿Piensan salir o algo esta noche?

Un fuerte tono rosa invadió mis mejillas. Sin poder controlar mi cuerpo, sentí como mi cara iba adquiriendo un color rojo pasión que terminaba difuminándose en ambas orejas. Intenté disimular las miraditas sospechosas y culposas que me daba el gran señor de la moda, pero se me era imposible. Era demasiado obvio lo que había estado sucediendo en estas últimas semanas. En especial, desde el dichoso incidente de mi pierna.

Desde que me encontré con Kevin, han pasado un par de semanas. Lo bueno era que mi pierna había estado sanando hermosamente gracias a su ayuda. Era como un gusanillo que se estaba convirtiendo en una asquerosa polilla que todo mundo quiere matar. Y sí, también había vuelto al trabajo. El Jefe pensó que sería una buena oportunidad de que experimente el trabajo en oficina antes de volver al campo de batalla. Era tan aburrido...

El ser tan aburrido, también tenía sus ventajas: Si mi pierna sanaba rápidamente, pues creo que ya estaba completamente sana, tendría que volver a viajar con Taemin. Válgame, de tan solo recordar su nombre con tanta frecuencia... ¡me irrita! ¡Lo odio! No puedo ni mencionar su nombre porque me molesto automáticamente.

Volviendo al pasado, justo cuando volvimos de la heladería y todo ese asunto con el doctor, Taemin ha estado actuando raro. Bastante diferente de lo usual. Claro, los insultos continuaban, pero ahora él era más... ¿cariñoso? No sé. Se supone que antes yo le daba asco y ni pensaba en acercarse. Y ahora parece un loco obsesionado. Con un poquito más de: "te rozó, ¿y qué?". No tanto como un novio extremadamente celoso, pero iba por ahí. Lo que me enfurecía de todo el rollo, es que él usaba mis "emociones" y mis momentos de debilidad para hacer de las suyas. Prácticamente me estaba controlando para que me porte "bien".

¡Ugh! Mi quijada se tensa de tan solo recordarlo. ¡Controlando a la gran ___________! ¿Qué se ha creído este engendro mal parido? ¡No se saldrá con la suya pues dos pueden jugar este juego a la perfección!

- ¡Oye, ____________! –aquella voz me hizo volver a la Tierra. Key estaba chasqueando sus dedos frente a mí mientras sostenía una bolsa blanca con la mano libre. Pestañé un par de veces antes de cerrar la boca.- ¿Me estas escuchando?

- ¿Q-qué? ¿Qué dijiste? –Key suspiró como si no tuviese remedio. Y en serio, tengo que dejar de estar pensando en las musarañas. En una musaraña muy especial llamada Taemin.

- Ya me tengo que ir. De seguro G-Dragon tirará una pataleta de los mil demonios si no tiene a su mensajero para antes del mediodía –resopló sin ánimos al ponerse su capucha negra.

- Claro, claro... salúdame a Zelo, ¿quieres? –balbuceé sin interés al hundirme en los nuevos conocimientos de la enciclopedia de armas de fuego. Key me dio un guiño y se deslizó por la ventana como una boa.

- Por supuesto. Y tú dale un besito a Taemin de... tu parte –chilló al saltar del 3er piso. Si se hubiera quedado un segundo más, este libro hubiera rebotado en su chismosa cabeza.

No podía engañarme. El besito no sonaba tan mala idea.

. . .

- ¿Así que no son oficiales?

Inflé mis cachetes de tan solo escuchar su voz a estas horas de la tarde. La oficina se había vuelto a llenar considerablemente: unas 5 personas gordas, feas y solteras. Como yo.

Y estaba segura que no me esperaba cierta visita: Heka.

- No, Heka, no somos oficiales aún –repliqué al ordenar todos los papeles que el coronel me había enviado a sellar. ¿Por qué? Porque es un flojo pesado que solo anda pensando en mujeres y en su whiskey de etiqueta negra.

Heka viró los ojos para un lado. Sabía que se estaba aguantando el hacerme más preguntas, ya que, está era la segunda vez que intentaba jalarme la lengua con respecto a mi queridísimo novio. La primera vez, me tuve que zafar de sus garras al mentirle sobre un pequeño encargo al otro extremo de Central y que no podía atender su curiosidad en ese momento. Esta vez, no había escapatoria. Lamentablemente, tendría que contarle sobre la molestosa cosa que vive sobre mi sofá.

Y naturalmente, me obliga a vivir con él.

- Um, bueno... ustedes viven juntos, ¿no?

Contuve las ganas de tirarle una patada en el rabo y le sonreí falsamente.

- Sí, se podría decir que sí.

- ¿Se besuquean? –la pregunta me tomó bien desprevenida. Tanto que giré mi cabeza 360° como la chiquilla poseída de la película El Exorcista con mis cachetes rojos. ¿Qué tan chismosa y franca uno podía llegar a ser?- ¿Y bien? –insistió al darse la
vuelta para entrar a mi cubículo.

- No voy a responder eso.

Una sonrisa pícara se esbozó en el cacharro pintarrajeado de Heka. La ignoré por completo, pero ello solo hizo que batiera sus largas pestañas postizas a una velocidad increíble.

- ¿Ya tuvieron sexo? –mi cara se puso pálida. Una más y la sacaba de la oficina a latigazos. Un par de colegas estaban con las antenas bien paradas, y no tenía necesidad de lidiar con esa clase de gente. El tipo que no sabe meterse en sus asuntos.- Lo tomaré como un no. Eso es bueno, _____________. Te odiaría si te vas con un muchacho tan atractivo como él y ustedes terminan folland-...

- ¡Heka! –chillé al cubrirle la boca,- ¿Tienes que dar ese lujo de detalles a puertas abiertas? –siseé al jalarla del cuello del uniforme para que estuviese al mismo nivel que el mío. Heka abrió la boca para protestar como se le era de costumbre, pero prefirió ser un poco más inteligente ese día y cerró el hocico.

- Bien, bien. Retiro lo dicho. Pero, ¡vamos, ______________! No me puedes culpar. Por lo menos déjame aprobarlo como tu futuro marido o lo que tengan pensado hacer juntos –susurró calmada al sentarse sobre mi mesa, junto a los papeles del coronel. Un sentimiento no muy lejano me decía que si los botaba al piso con su tremendo trasero, alguien saldría lastimado pues me tomé toda la maldita mañana. Bueno, no. Tan solo desde las once de la mañana, en el instante en que Key desapareció.

- Pft, no tienes nada que aprobar Heka –contesté ofuscada ante el recuerdo de Taemin.- En realidad, nosotros dos no tenemos nada especial andando.

La expresión de su rostro cambio completamente. De una relajada y risueña, a una espantada y confundida. Un minúsculo globo rosado salió de sus labios rojos, y el chicle explotó cerca de mi hombro descubierto. Su mirada se paseó por toda mi cara como si estuviera buscando una respuesta a las miles de preguntas que tenía. Luego, soltó una risita.

- ¿Perdón? Me da la impresión que alguien está algo tensa. ¿Tuvieron una pelea?

- No. No sucedió nada... ¡Y no estoy molesta! –negué amarga al darle un lapo a su mano huesuda. No estaba de humor para que me pinche los cachetes ni me tome como punto de broma.

- Sí estas molesta, _______________. Se nota a leguas, mujer. Yo soy igual cuando tengo una discusión con Klaus. ¿Qué hizo tu paisano ahora? –Heka se cruzó de piernas y volvió a inflar su chicle. Esta vez, a una distancia más prudente.

- Nada.

- ¿Entonces qué hiciste tú? –insistió.

Casi con pie al borde de sacarle la mugre y huesos, me paré con bastante fuerza, empujando la silla hasta la pared y salí de mi cubilo marchando. Heka me seguía detrás como perro faldero, lo cual, ya me lo esperaba.

- ¡Nada, Heka! Voy al baño –rugí sin voltearme a verla. Por más rápido que camine con el yeso aún puesto, podía sentir sus tacones. Ágiles, que iban corriendo tras el chisme como si se tratase el pan de la mañana en plena guerra civil.

- ¿Entonces qué sucede entre ustedes dos?

- ¿A ti qué te importa? –escupí al tirarle la puerta del baño en la cara. Como buena soldado, Heka le tiró un puñete como si nada y entró triunfante al baño. Un poco más y se metía al mismo cubículo que el mío para tener una gran cagadera juntas y compartir el mismo rollo de papel como dos mejores amigas que les encanta olerse el pedo. Genial.- ¡Esto no tiene nada que ver contigo!

- Bueno... -replicó sorprendida ante mi comportamiento,- ...claro que me incumbe, _____________. Quiero decir... somos amigas. Cada cosita que haces me importa, mujer –sonrió tímidamente. Me da la impresión que fui un poquitín tosca con ella.

Sin saber cómo contestar a eso, la miré fijamente. Quise decirle que lo sentía, pero esas palabras se veían algo inútiles por el momento; así que decidí dejarlo ahí. Me fui trotando hasta el último baño, el que estaba cerca para los discapacitados, y cerré la puerta con llave. A los pocos segundos, escuché que la puerta del baño se volvió a cerrar. Heka se había ido.
Es cierto. No estoy acostumbrada al buen trato. En mi mente, sabía lo que significaba para ella, pero en las acciones que tomaba... eran por simple reacción. Mi cuerpo no respondía a tal estímulo y prefería huir del asunto. Tener un escudo que pueda alejarme de dichas personas. Supuse que solo era una chismosa... y recién me doy cuenta que puede que en verdad estaba preocupada por mí. No me lo imaginé, ni mucho menos intenté pensarlo.

Fruncí ceño, bastante frustrada como para bajarme los calzones y cagar. ¿Por qué se me era tan difícil creer que alguien quería ser mi amigo? Tal vez era por mi madre, mi padre o... Taemin.

Tenía que preguntarme casi todos los días de mi existencia si Taemin... si yo le importaba un bledo a Taemin. ¿Me quieres o no, pendejo? ¿Te importo? ¿Sientes algo por mí? ¿Me deseas? ¿Me...amas? ¡No! ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Debo tener un tremendo pedo en el cerebro como para llegar a tal pregunta. Pero no voy a engañarme. No. Esas son las preguntas por las que me moría en preguntar.

Es obvio que jamás lo haría si aprecio la poca dignidad que tengo.

Pft, mejor me contesto las preguntas yo solita: No. Taemin no se ve como la clase de persona que te traería chocolates o rosas, mucho menos mostrar algo de afecto como un abrazo o agarrarse de las manos al caminar. Debo de estar loca si llegase a pensar que Taemin es el tipo de hombre que se fuera a comprometer con alguien. Sí, tengo mierda en la cabeza. Sobre todo si usa mis urgencias "sexuales" para su beneficio (solo besos).

...Sí, lo admitó. Heka no era Taemin. Por razones obvias, Heka no era una loca, psicópata, narcisista, amante de los asesinatos con una sonrisa enferma y pervertida. Y que decir del mutante que es. Ella era una buena chica.

No me puedo acostumbrar al buen trato...

Suspiré amarga por mi gran cabezota y me bajé los pantalones. Aunque no era fanática de los baños públicos, era una necesidad humana.

Solté el pedo más grande y ruidoso de mi vida.

Aunque suene ridículo, me sentía un poco más aliviada.

. . .

No lo podía creer.

Me puse de rodillas y volví a buscar el empaque en la planta inferior del refrigerador. Hice a un lado todas las verduras y frutas que tenía, pero no lo encontraba. Me alcé hasta cierto punto y moví la gelatina de fresa que tenía. Nada. Revisé la sección en donde dejo los quesos, el paté o el jamón. Tampoco estaba ahí. Cerré la puerta un tanto decepcionada.

Se supone que después de un largo día de trabajo, un poco de esa maravilla me haría bien.

- ¿Taemin? –susurré sorprendida al verlo parado a mi lado. Estaba con un envase en la mano y una cucharita.

- ¿Buscabas esto? –observé el flan que tenía en sus sucias garras y negué con la cabeza. Si ese tarado mentecato lo tenía, ¡qué se lo quede! Ya estaba harta de sus jueguitos sucios para que caiga en sus tonteras sexuales.

- ¡Apártate! –lo empujé enojada. Él no se movió. Al contrario, dio un paso y me cerró la salida por completo.

- Supuse que querrías algo dulce antes de salir –masculló hastiado al aplastar el envase del postre. El plástico que lo protegía explotó y un poco de ese líquido azucarado se chorreo por los finos dedos de mi agresor preferido.

- ¿S-salir? –balbucear al verlo apartarse de mi para irse a la sala. Gracias a mis reflejos (no muy buenos, pero era algo), logré atrapar el flan en el aire antes que caiga directo a la basura. Taemin no me respondió,- ¿A dónde?

Será que... ¿Taemin ha planeado algo para esta fecha? ¿Sería posible que Taemin tenga algo planeado para mí? ¿Se me confesará? ¿Nos besuquearemos hasta que ya no nos quede saliva? ¿Me torturará y terminaremos tirados sobre mi cama para folla-...?

- Nos vamos a ver al doctor, _______________. Tu pierna... he notado que andas caminando perfectamente. Te lo quitamos hoy y mañana partiremos a otro lugar que tengo en mente. O bueno, lo que ordene Drago –comentó al alistar una pequeña mochila marrón que había sacado de mi closet durante mi ausencia. Había metido un par de prendas y un par de documentos en un folder manila.

Nos quedamos mudos por un par de minutos hasta que Taemin se transformó en Seung-Hyun y se colocó la mochila sobre la espalda.

- ¿Irnos? –dije boquiabierta.

- Irnos –aclaró Taemin al pararse junto a mí. Observándome desde lo alto como si fuera una hormiga.

- Pero... quiero decir, nosotros no somos doctores, Taemin. ¿Cómo saber si estoy lista para que me lo remuevan? –supliqué al retroceder un paso. Taemin sonrió de una forma extraña. Ni pervertida, ni sádica. Algo así como si me estuviera diciendo que ambos sabemos la verdad: mi pierna ya está sana.

- Llamé al doctor.

En ese momento, mi corazón se paralizó.

- Él dijo que era 100% seguro que tu pierna estaba completamente sana y que deberíamos ir a la brevedad posible, _______________ -murmuró Taemin al arquear ambas cejas juguetonamente. Antes de poder protestar, él deslizó sus suaves dedos con mucha delicadeza desde mis codos hasta mis dedos. Con mucho cuidado, retiró el plástico que cubría el flan y hundió la cucharita para que le diera un bocado.

- Pero no me quiero ir de aquí... aún –chillé bastante enojada ante la noticia. Taemin arrugó la nariz, bastante confundido por lo que acababa de decir y se dio media vuelta en dirección a la sala.

- Bueno, pues, tal vez no debiste de meterte en la casa de tu queridísimo Lu Han como una vieja chismosa, si no estabas lista para aceptar las consecuencias –gritó molesto al tirar la mochila a un costado. A continuación, se hundió sobre el sofá y se cruzó de brazos. Me quedé embobada, mirándolo perpleja con la mandíbula en el piso.

- ¿Disculpa? ¿Cómo carajos iba a saber yo que en la casa de Lu Han había un trío de experimentos locos y sádicos en sed de sangre? ¿Qué soy? ¿Una bruja? –le contesté en el mismo tono de voz. Taemin hundió uno de sus colmillos sobre su labio inferior y me volteó la cabeza. Luego, soltó un suspiro amargo.

- Anda dúchate, ____________ -me ordenó cansado.- Nos vamos a ir quieras o no.

- ¡Eres imposible! –rugí con tirarle el flan intacto con la cucharita hundida. Taemin lo atrapó en el acto y se llevó una cucharada a los labios.

- Sí... como sea.

¡Lo odio!

. . .

¿Qué se ha creído? ¿Mi madre?

Dando zancadas, llegué hasta la puerta de mi cuarto y la abrí lo más rápido posible. Casi la tiro de golpe para que escuche que tan enojada estaba, pero de seguro Taemin lo encontraría gracioso y se daría cuenta que las cojudeces que me dice tienen un efecto negativo en mi sentimentaloide ser. Preferí ponerle seguro.

Como si fuera toda una rebelde, me saqué la ropa y la lancé en donde fuera que cayese mi calzón y demás. No tenía ganas de recoger absolutamente nada pues no iba a volver de todas maneras. Hasta supuse que no viviría para retornar a mi casa... nunca más.
Me saqué el único zapato que tenía puesto y me dirigí al baño, ya un poco más calmada. Giré la manija izquierda para que comience a calentar el agua.

- Pero qué...

¡A la mierda con Taemin! Me daré el baño de mi vida.

Apagué la ducha y me senté en la tina, dejando caer el agua caliente para tener mi último baño de burbujas. Pft, no me iba a apurar solo porque su majestad estaba con las pelotas bien cogidas por el tal Drago.

En fin, tiempo de arreglarse: Dejar de ser la mujer lobo y verme decente. Posiblemente muera en el intento de escapar como lo había estado planeando. No por Taemin, pero por los demás locos que ni sé para qué me mantienen viva. Debía morir bonita... y sí, espero que no me golpeen en la cara.

Tomé ia esponja turquesa y la embarré con mi jabón desinfectante que viene en barra hasta que la espuma blanca surja. Me raspé la mugre de todos los lugares visibles y de los que los rayos del Sol no logran penetrar. Exprimí hasta la última gota de shampoo que quedaba y me lo apliqué en toda la cabeza, lo mismo con el acondicionador.

. . .

Al menos, ya me sentía un poco mejor. Naturalmente aún sentía esa rabia por Taemin. No exactamente por la clase de persona que es, sino por mi impotencia de no poder decirle que no o el de ser más fuerte que él para zafarme de sus garras. Aunque... ¿de verdad quiero alejarme de él? Sí, es un brabucón y todo ese rollo de insultos, pero... ¿y qué hay de esos días en que anhelaba su regreso? ¿Esos días en que me estuve desviviendo por su apretado trasero de modelo?

Me confunde.

Lo único que tenía en mente era lo amarga que seguía con Taemin. Ni los 56 minutos que pasé en la bañera ni los murmullos de cómo torturarlo, me hacían olvidar la porquería de comentarios que me da cada vez que tenemos una pelea.

- De seguro ahorita me rompe la puerta... -dije en voz alta al incorporarme con cuidado. No quería resbalar y volarme la otra pierna. En cuanto al cráneo... no estaría mal. No tendría que escuchar a Taemin nunca más.

Con delicadeza, envolví la toalla alrededor de mi cuerpo, me sacudí las patas como perro callejero y me puse mis pantuflas para irme al cuarto a cambiarme. O bueno, una porque la otra me queda chica.

En el momento en que pasé el umbral, me pareció escuchar el crujido de una tabla... extraño, pues mi casa no es tan vieja. Me sacudí de hombros pues puede que ande alterada de tantos peligros por los que he corrido... gracias a Taemin. ¡Ugh!
Bueno, de vuelta al ritual, abrí una de mis gavetas y pesqué un calzón verde limón, un par de medias y un brasier nuevecito. Para mayor comodidad, tiré mi toalla dentro de un tallo de tela en donde deposito toda la ropa sucia y demás. Como ya lo había limpiado el día anterior, no creo que pase nada. (La más perezosa).

- Taemin... -suspiré cansada al tirarme sobre la cama, encima de las prendas que había sacado. Llevé ambas manos bajo mi nuca e intenté concentrarme. No sé en qué demonios quería concentrarme... pero al menos me veía algo intelectual. Desnuda y posando.- No me quiero ir...

De repente, escuché el crujir de la manija de la puerta y vi a Taemin entrar como si nada. Su dedo índice en forma de llave hizo un pequeño flash para volverlo a su forma original. Él me miró fijamente antes de verse sumergido en la figura de mi cuerpo.

- _____________... –murmuró al cerrar la puerta tras él.

Tontamente, recién me percaté de mi completa exposición.

Tomé una gran bocanada de aire con el fin de desaparecer mi rubor, pero se me era casi imposible. Opté por levantarme con una mano sobre mi pecho y la otra en la planta baja y le di mi mejor mirada fulminante. Taemin se quedó parado en medio y mantuvo una expresión seria y vacía.

- ¡Me estoy cambiando, por si no te has dado cuenta! –rugí al empujarlo con la frente para que se largue de mi cuarto. Retiré la mano que cubría mi parte sensible y la coloqué sobre el pecho de Taemin para empujarlo fuera,- ¡Vete! –chillé con mi rubor al máximo nivel.

Como siempre, Taemin no se movió, pero vi un extraño brillo en sus ojos. Una persona que haya logrado vivir con él tanto como yo, hubiera esperado uno de esos crudos comentarios o algún otro tipo de agresión. Sin darme chance te tirarle un zapato, él me agarró de ambas muñecas con brusquedad, casi al punto de fracturármelas y me abrazó por la cintura.

Comencé a temblar.

No de miedo... de lo que podía pasar si lo dejaba continuar.

Taemin estaba trazando sus largos dedos por mi espalda descubierta. Me hacía cosquillas al rozarme las caderas y me daba una tembladera extraña cuando llegaba a mis hombros. Una y otra vez. Y sin pensarlo, levanté la mirada.

Ahí, justo ahí... creí ver al verdadero Taemin. Sus ojos no tenían ni una pizca de odio ni de resentimiento, tan solo un vacío que no se podía llenar. De anhelo. Y así fue como me deje llevar. Taemin presionó sus gruesos labios contra los míos, dejándome saborear el inferior mientras sus manos hacían arte de magia en cuanto al mejor masaje que había recibido mi espalda.

Al momento en que me aplastó contra la pared, reaccioné. Sí, me había dejado llevar por completo por un raro hechizo... estuve en trance.

- ¡No! –objeté; Taemin se retiró e hizo una mueca de desaprobación,- ¡No quiero ir! ¡No quiero ir al doctor!

- Esta no es tu decisión –raspó sus dientes al contener esa mirada de completa confusión. Lo pude leer. No sabía qué hacer: si molerme a golpes o hacerme suya.

- Taemin... -susurré asustada. Sin dejarme continuar, trajo sus labios contra los míos con una fuerza bruta. Nuestros dientes chocaron al comienzo, pero Taemin logró controlarse y dejó que yo fuera al mando. Para mi sorpresa, cedí el puesto y deje que Taemin me ataque como le plazca. Pero no por mucho... como me estaba haciendo daño, mordí su labio inferior. Taemin se vio bastante sorprendido al apartarse.- ¡Deja de mirarme! –chillé al cubrirme el pecho.

Y nuevamente, su perversión afloró.

Taemin dejó de observarme y me apretó contra la pared. Pensé que me sofocaría adrede para enseñarme una lección, así que le di un beso en la mandíbula, a unos cuantos centímetros de su oreja.

- ¿Un día más? –suplique como cachorra recién bañada y perfumada. Dejé que sienta mi aliento sobre su cuello y lo abracé con suavidad. Sentí como Taemin se tensó y apretó sus garras sobre mis caderas. Para seguir controlándolo, apoyé mi cabeza sobre su hombro y besé su cuello de manera cariñosa.- Solo uno... -Taemin soltó un gruñido y lanzó su cabeza para atrás con el fin de controlarse, pero no podía.

Él llevó sus manos hasta mis clavículas y con una mano bajo mi mentón, levantó mi cabeza. Sé que me quería besar, pero no lo hizo.

- No. –respondió simplemente al alejarse de mí. Él sabía lo que tramaba, pero no me iba a dejar salirme con la mía. Enojada, sin importarme la falta de ropa, marché hasta la puerta y no lo dejé salir,- ____________, apártate.

- ¡No! ¡Quiero un día más! –demandé al volverme a cubrir con las manos. Taemin volteó la mirada y murmuró un par de cosas.

- No. No es no –resopló cansado al cruzarse de brazos sin mirarme.

- ¡P-pero...! ¿Por qué no? –grité casi con desesperación. Fue un grito ahogado. Ello llamó la atención de Taemin y me miró perplejo,- ¡No quiero irme, Taemin! ¿Por qué eres así? ¿Por qué siempre te comportas así? ¿Tanto odio me tienes que me tienes que torturar diariamente? ¿Q-qué ganas con... mejor dicho, mi vida es tan insignificante que no me cabe en la cabeza cual es el motivo para... para? –me derrumbe de rodillas.

Sí, mi mente había tenido un colapso total. No sabía de qué pitos estaba hablando. Simplemente no me quería ir.

- Tengo miedo... -confesé.
De lo helada que me estaba quedando por andar calata en mi cuarto, el contacto con el cuerpo de Taemin me mando la supuesta calefacción necesaria para sentirme aliviada. Taemin me cargo y me depositó sobre la cama, sin soltarme. Para mi completo asombro, me hizo sentar sobre su regazo y me besó la frente.

- Lo sé... lo sé.

. . .

- Es la primera vez que veo uno así –comentó Taemin al señalarme un enorme oso de peluche marrón. Una pareja lo estaba abrazando mientras caminaban juntos a una cafetería.

- Y yo nunca he recibido uno –repliqué cortante sin muchas ganas de hablar.

- ¿Eh? –Taemin pareció no escucharme o era bueno haciéndose al loco.

Al final de todo el drama, solo tuve que aceptar que teníamos que irnos, quiera o no. No tenía otra opción. Bueno, huir era la principal de todas, pero... no podía hacerlo. Mi cabeza sabía que podía distraer a Taemin e irme pitando a toda velocidad, llamar al ejército y ver a todos muertos. Pero no podía... me di cuenta que no quería irme del lado de Taemin. Y si él iba hasta la misma China, yo iría con él.

Ese momento en que me beso la frente con mucha ternura... fue tan impactante y milagroso que me dio chance de pensar que tal vez, ese Taemin que siempre conocí, es una imagen falsa. Una coraza que cubre su verdadero yo.

- ¿Qué, qué? –desperté nuevamente de mis tontas ilusiones de quinceañera de pacotilla.

- Que te muevas, mentecata –Taemin alzó la voz y me empujó sobre una silla de ruedas que la enfermera había traído.

Ya habíamos llegado.

. . .

El consultorio de Kevin no era absolutamente nada parecido al donde habíamos ido la primera vez. Con mucha razón, ya todo estaba pagado y creo que el Jefe fue tan bueno que decidió darle un bonus a Kevin por tomarse la molestia de traerme hasta su casa para algo más... "privado".

El lugar era mucho más amplio y estaba ordenado de una manera irreal. El piso brillaba como en los comerciales, el estante de libros ordenados por tamaños, tomos y colores; la camilla del tamaño de una cama de dos plazas y el escritorio pulcro como si fuera sacado de la oficina de la Barbie.

- No se ve nada mal.

- ¿Ah? –bajé la mirada para ver a Kevin. Taemin seguía cruzado de brazos cerca de la puerta mientras jugaba con una de esas bolitas de nieve que tienen ciudades o casitas minúsculas. Kevin sonrió.

- Esta sana por completo, ____________ -se incorporó de la pequeña banquita en donde había estado sentado por casi una media hora. El yeso me lo habían quitado con bastante facilidad.- Te recomiendo ir con calma. Ha sanado, pero sigue algo débil por la falta de movimiento, ¿de acuerdo?

Solo asentí.

- Si eso es todo, ya nos vamos –dijo Taemin secamente al tomarme de la mano para que baje de la camilla. Me apoyé sobre su hombro y di mi primer paso sin ese asqueroso yeso. Era la gloria.

- Pues, sí... eso sería todo, _____________ -contestó Kevin un poco intimidado por el vozarrón de Taemin. Aún no lo pasaba, y se podía ver por su mirada.

¿Acaso esta sería la última vez en que lo veré?

. . .

Lo mejor que me había pasado en ese día fue que salimos intactos. Las cosas se pusieron un poco tensas cuando el doctor Kevin intentó darme un beso en la mejilla. Taemin se puso saltón y lo empujó como si le estuvieran quitando su leche de banana.

Felizmente, él no reaccionó mal. Más bien, se disculpó y me dio una receta por si me volvían las molestias al caminar.

- ¿A dónde vamos, Taemin? –pregunté al acomodarme la mochila. Pesaba un poco,- ¿Me podrías esperar al menos? ¡Ugh!

- A la estación de tren –contestó al acelerar el paso. Me paré en seco.

- ¡Qué! ¿A-así no más? P-pero yo pensé que...

Taemin se dio media vuelta y me miró de pies a cabeza, un poco hastiado por las constantes interrupciones. Él abrió la boca para decir algo, como siempre, para protestar, pero fue interrumpido por un chillido de los mil demonios. Y no fue él único con la boca abierta...

Al frente de nosotros, en el paradero de buses, había una mujer que sostenía un globo de gas helio enorme que decía: TE AMO, en la otra mano, tenía un ramillete de cientos de rosas rojas y una vaquita de peluche enamorada. Quería vomitar.

Lo había olvidado. Era San Valentín.

- Que idiotez... -Taemin murmuró al cogerme por la cintura para que camine más rápido.

- ¿Qué cosa? ¿E-el día de los enamorados? –pregunté al impedir que me siga empujando.

- Muévete, _____________. O perderemos el tren –advirtió Taemin al tensar la mandíbula, ignorando mi pregunta por completo. Inflé mis cachetes y abracé su pierna para que no me llevé.- ¡Oye! ¿Qué te pasa?

- No me has contestado –dije demandante al hacer una rabieta,- No voy a dar un paso si no me dices el por qué lo consideras estúpido.

- ¡Perfecto! Te llevaré arrastrando si así lo quieres –gruñó con fuerza al caminar conmigo colgada de su pierna.

Así, caminamos varias cuadras... Taemin paraba para sacudirme de su pierna como si fuera un pulga, pero nunca lograba zafarme del agarre. Me gritó, soltó un sinfín de lisuras, pero nunca me sacó a patadas (lo cual había pensado que iba a hacer si se hastiaba al máximo de mis tonteras de niña de 9 años).

Una gota cayó sobre mi nariz. Iba a llover.

- ¡Genial! ¿Qué podría ir peor? –rugió Taemin al sacarme de su pierna por el cuello. Me tuvo levitando por un par de minutos antes de colocarme sobre su hombro derecho.

- ¡Bájame! ¡Feo! ¡Eres un feo! ¡Bájame en este mismo instante, Taemin! ¡No quiero ir! –pataleé por un buen rato.

. . .

Si Taemin había estado histérico en un principio, ahora estaba explotando de rabia.
Sus ojos estaban dorados y brillaban con un aire amenazador. Taemin estaba rompiendo como perro rabioso todos los folletos que nos había dado una señorita luego de haber comprado los tickets para irnos a Gidaela. Una provincia lejana que quedaba como a 5 días en tren.

"Atención a todos los pasajeros. El tren número 0942 con destino a Gidaela ha sido cancelado. Repito, el tren número 0942 con destino a Gidaela ha sido cancelado por una tormenta. Por favor, sírvase a llenar sus datos con un agente de nuestra línea para la remuneración de sus tickets."

Taemin, en su forma original, tomó a un agente por el pescuezo y lo amenazó con matarlo en frente de varios pasajeros. Me colgué de su brazo y le supliqué que mantuviese perfil bajo. Creo que de haber tenido que lidiar con mis lloriqueos, los comentarios de Kevin y todo en general, se había alterado más de lo normal. Claro, todo en un día.

- ¡Más le vale! –gritó Taemin al volverse al agente. Nos dijo que el día de mañana ese tren sería el primero en partir.

- ¡Taemin, por favor!

. . .

La cafetería no era el mejor lugar como pasar una noche helada. Ya era casi como un cuarto para las once, y el mesero se había tomado la molestia de atender nuestro pedido, el cual había sido el último antes de que cerrase la barra. Ambos nos quedamos en silencio mientras comíamos una pizza familiar entera de jamón con piña.

- ¿Por qué te parece estúpido? –pregunté luego de pasarme un trozo de piña. Taemin dejó de mascar y me miró perplejo. Vi cómo se pasó el resto de la pizza sin masticar y colocó su plato a un costado.

- ¿Por qué me parece estúpido qué cosa? –recalcó al llevarse la botella de FANTA a sus labios, la que habíamos comprado para los dos. Arqueó ambas cejas y dejó que su mentón descanse sobre ambas manos, las cuales estaban apoyadas sobre la mesa rectangular roja.

- ¡Oye! –le tiré de la manga de la polera para que me deje algo. Taemin sonrió y se lo tomó todo.- ¡Taemin! ¡Yo quería un... poco!

- Vas a engordar, _____________... –contestó muchísimo más centrado que hace una hora. Suspiré. Este muchacho no tenía remedio.- Ahora dime, ¿de qué cosa hablabas?

- Del día de los enamorados...

- Ah, eso... -dijo sin mucho interés.- Sí, es estúpido. ¿Y qué?

- ¿Nunca lo has celebrado? –pregunté intrigada al acercarme más a él. Taemin se echó para atrás y se comenzó a carcajear.

- ¿Acaso tengo cara de estar celebrando cojudeces que los humanos crean así porque sí?

Taemin tenía un buen punto. Yo tampoco era fan de ese tipo de fechas... pero supongo que me había ilusionado con el hecho de que Taemin pudiese... ¿cambiar? ¿Por qué rayos me ando preguntando esto? Desde más de un mes y tanto estoy que pienso en él sin parar...
Suspiré nuevamente, ofuscada por haber aceptado que sí me había enamorado de Taemin. Claro, lo había pensado cientos de veces, pero esta era la primera vez que todo el peso me caía encima. La realidad era que sí, amaba al degenerado este. Taemin seguía comiendo con la mano como si no estuviera esperando mi respuesta. Me moví de hombros y apoyé mi cabeza contra la mesa. De seguro nos íbamos en un momento a dormir en alguna banca o lo que fuese...

Para hacerme sentir mejor, una pareja de enamorados se sentó a unas cuantas mesas de nosotros. Habían comprado sushi y se disponían a comer a estas horas de la noche. Para torturarme un poco más, los observaba con detenimiento como la chica le daba en la boca un par de rolls. El chico le invitaba su té caliente. Ambos reían y seguían conversando... pasándola bien. Mientras que yo seguía aquí... con una piedra gruñona.

- Nunca he entendido que tan especial es este día... -la voz de Taemin me despertó de lo somnolienta que estaba. Al ver la mesa, la pizza había desaparecido por completo y Taemin se me quedó mirando como si no tuviese nada que hacer.

- ¿A qué te refieres?

- Pft, ¿eres tonta o qué? –Taemin giró su cabeza para el lado en donde estaban sentados los enamorados y se relajó en su asiento.- Creo que... si eso que le llaman amor existe... -comenzó en un tono suave y serio,- ...debería darse todos los días. No esperar a que un pendejo ponga un día porque le dio la gana.

- Taemin, ¿t-te estás sonrojando? –balbuceé sin quitarle la mirada de encima. Taemin giró sobre su sitio con una expresión bastante extraña, sus ojos tenían un intenso fucsia, y en un abrir y cerrar de ojos, se cubrió ambos con la mano.

- No seas ridícula. ¿Acaso tu nivel de idiotez ha aumentado gracias a la pizza? Eres demasiado antipática, ____________ -escupió bastante enojado por lo que le acababa de preguntar.

- Es que no me lo creo. ¡No puede ser posible que hayas dicho eso! ¿Alguna vez te ha gustado alguien, Taemin? –insistí en saber más. Taemin le tiró un manotazo a la mesa que casi la parte en dos. Solo pude ver unas rajaduras.

- ¡Basta! ¿Podrías dejar de lloriquear por unos minutos? ¿Nunca te callas? ¡No! ¿Qué clase de pregunta es esa? –rugió indignado,- Eres tan enervante... no hay duda del porqué tu madre y tu padre no te quieren.

No le respondí.

El golpe que me dio fue bastante bajo, y al instante, recordé todo lo que había pasado en su casa. Me chocó que usará ello para herirme, y así lo hizo.

- Gracias... -susurré al ponerme de pie.

- ¿Eh? –Taemin dejó de sonreír y se quedó callado por un par de segundos,- ¿A dónde crees que vas?

Enmudecí.

- ¡_________________! ¿Es en serio? –masculló al ponerse de pie también. Sin que él se diera cuenta, la pareja y otras personas más nos estaban observando. Me fui marchando para el lado contrario.- ¡___________________!

. . .

No sé cuantas cuadras me fui caminando... estaba algo lejos de la estación, pero no importaba. Taemin ya me tenía harta. Todos estos pensamientos me tenían harta. Mi vida me tenía harta. Todo me apestaba... Aunque lo mejor de todo ello es que... Taemin no me siguió por primera vez.

. . .

Supongo que ya eran más de las 3 de la mañana.

Me había metido por un callejón. Ya ni sabía exactamente dónde estaba por la oscuridad. Al parecer, los postes de luz se habían malogrado por este distrito. Se me era difícil ver, más mi pierna liberada. Tenía que volverme a acostumbrar a caminar.
Por el momento, mi compañía era un maldito grillo que no me dejaba dormir, los tachos de basura amontonados y papel periódico viejo, arrugado y meano por distintos vagabundos. La mochila me servía de almohada y me tape con una manta muy pequeña que apenas cubría mi cintura. De ser así, fácil terminaré muriendo de frío.

Uno que otro carro pasaba, luego todo era silencio.

Silencio absolut-...

- ¿Hasta cuándo piensas seguir actuando como emo, ______________? –esa voz. Al alzar la mirada, un Taemin estaba sobre uno de los grandes tachos de basura, de cuclillas.- ¿Ya terminaste con tu rabieta?

- ¿Qué demonios haces aquí? –pregunté tiritando de frío. Taemin saltó con bastante gracia, casi como si estuviera flotando y se sentó a mi lado.

- ¿Creíste que te dejaría sola? Fenomenal. No sé hasta que nivel tu idiotez podría llegar. Nunca me dejas de sorprender. Y en ser-...

- Si vas a venir con tus tonteras e insultos estúpidos, adelante. No me importa –le corté al darme la vuelta para no verlo más.

Él no me dijo nada por casi media hora o más. Solo se quedó ahí, sentado a mi lado. Escuchaba un sonido tintineante de vez en cuando, pero lo ignoraba. Sí sé que me moría de ganas de hablarle y preguntarle qué estaba haciendo, (lamentablemente, mi amor por la comunicación, nunca muere), pero no, tenía que ser fuerte.

Y así, pasaron otros largos minutos.

- ¿Sigues molesta?

Pretendí estar dormida.

- ________________, no soy imbécil. Sé que estas despierta... -murmuró al acercarse un poco más. Y yo me aleje.- ¿Podrías dejar de jugar? Vas a pescar un resfriado y después te tendremos que llevar al hospital para que vuelvas a ser una carga... argh.

- ¿Una carga, eh? Sí, ya supuse que eso era –repliqué al final. Escuché como Taemin se incorporó y se fue caminando hasta donde mi cabeza estaba.

- ¿Desde cuándo te molesta que te diga eso? –preguntó extrañado ante mi comportamiento. También era extraño para mí... con el paso del tiempo, supongo que adopté esta actitud de... ¿enamorada?

¡¿Qué?! ¿Qué estoy hablando?

Mi cara se ruborizó en todos los tonos posibles. ¡Qué idiota!

- ¿Me estas escuchando? ¡Levántate, ______________! ¡Te vas a resfriar y no soy tu niñera como para andar cargando tu medicina! –masculló Taemin al tomarme del brazo para levantarme. Hice fuerza para que me deje en el suelo.

- ¡No quiero! ¡Ya te dij-...

Taemin me lo puso en la cara.

- Te lo pongo, lo usas y jamás te lo quitarás, ¿entendido? Y ahora sí, ¿me haces el favor de ponerte de pie para irnos? –preguntó al empujarme contra uno de los tachos de basura. No podía creer que él...

- Tú...

- ¡Ya cállate! Ahora, retírate el cabello para poder ponértelo –ordenó sin mirarme.

Solté la manta y me sujeté el cabello mientras que Taemin le sacaba el broche al collar. Me lo puso a la velocidad de la luz, cargó mi mochila y la manta, y se los puso en la espalda.

- ¡Vámonos!

- ...lo compraste –susurré al observar con detenimiento el collar que habíamos visto en el festival,- Se lo compraste a la anciana.

- No...

- Taemin... ¡Gracias! -pié bastante alegre. Y lo abracé. Taemin se tensó demasiado. Parecía un bloque de cemento. Tan solo me dio unas palmaditas en la espalda y me retiró con gentileza. Todavía no me daba la cara.

- Sí, como sea... tan solo fue una baratija de dos por med-...

Un beso. Uno muy diferente al que le había dado antes, y lo mismo con él. Fue demasiado suave y gentil. No tenía ni una pizca de fuerza, ni perversión. Completamente puro. Y qué decir de su expresión... lo fue todo.

Y así fue como lo calle. Nos dejamos llevar por un largo rato hasta que le pedí que se detuviese para tomar una gran bocanada de aire.

- ¿Nos vamos? –pregunté pícaramente mientras veía como Taemin poco a poco reaccionaba. Él se quedó con la boca abierta, mirando el vacío con sus ojos desorbitados y rosados. Solo asintió.

Sin que Taemin se diera cuenta, sonreí malévolamente, de oreja a oreja. Apreté el dije del collar contra mi pecho y tomé la mano de Taemin. Él la aceptó y caminamos juntos por el callejón oscuro para ir de vuelta a la estación de tren.

Parece que el control no solo lo tienes tú, Taemin.

La Menta del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora