La celebración de la boda fue uno de los eventos más hermosos de todos. Su hermana había ido con un bonito vestido coral que combinaba con los relucientes anillos que recibió al comprometerse y al casarse. Su hermano pasó por la alfombra con la novia y aprovechó el momento para palparle la pancita de casi siete meses. Luego de darnos un breve agradecimiento y una cálida despedida, subió en el auto de recién casados y los vimos marchar en dirección a su luna de miel.
—Y ahí se fue otro —murmuró Taemin a los pies de la escalera de piedra.
—¿Estás triste porque tus hijos ya son adultos con familia? Sabes que ello tenía que pasar tarde o temprano. Al menos estate tranquilo que han caído en buenas manos. Ambos quieren mucho a su pareja —comenté contenta. Le di un fuerte abrazo.
—No es tristeza —admitió—. Más bien, siento que todo esto sobre la paternidad sucedió demasiado rápido. Un momento estoy cambiando pañales, llevándolos a sus recitales; y en un abrir de ojos, ya no me necesitan para eso. Ni para pedirme dinero para pagar el teléfono. Ahora nosotros somos los que recibimos una especie de pensión.
Han pasado muchos años, pero se siente que el tiempo había volado demasiado rápido para nosotros. Ya no teníamos la misma fuerza de antes, la agilidad ni la coordinación. Mis pasos eran lentos y mi balance tampoco era bueno. No me sorprendería terminar usando un bastón para ir a comprar el pan. Aunque también me dé pena reconocerlo, las transformaciones de Taemin eran breves. Sólo podía volver a su forma original por menos de cinco minutos. Tampoco podía hacer aquellas piruetas de las que tanto había estado orgulloso.
—¿Eso es malo?
—No —contestó.
Desde aquella vez, nacieron varios pequeñines. Increíblemente, uno de ellos tenía el aspecto idéntico de Taemin. La única diferencia eran los ojos. Salieron de una coloración violeta. De vez en cuando, recibíamos visitas por parte de ambas familias. Nos invitaban a las actividades escolares, a los eventos deportivos, a la graduación y al inicio de la ceremonia universitaria. Recuerdo que ese día Taemin tomó unas copas de más y estuvo refunfuñando sobre los doctores.
—¿Cómo es posible que todavía no hayan inventado un yeso que pueda curar una pierna en una semana?
—Papá, por favor, no hagas una escena.
Los nietos solo reían. Fueron momentos muy preciados.
Más tarde, hubo días en que no podíamos salir de la cama. El frío atormentaba los huesos y nos dejaba más débiles de lo normal. Taemin arrastraba una de esas gigantescas frazadas que te aplastaban los pies. Nos acurrucábamos y esperábamos que la enfermera nos llevase el desayuno. Y al atardecer, nos abrigábamos lo suficiente como para poder salir a caminar e ir a pasear no muy lejos de casa.
—Las piernas se me van a inflamar con estos zapatos. ¿Por qué diantres no pueden hacer unos más cómodos? Y eso que son más caros que los ortopédicos.
—¿Hasta cuándo vas a seguir quejándote como un asno? —reí.
—Es que mis impuestos pagan por su educación. ¿No crees que después de tanto tiempo deberían tener un invento genial para personas de la tercera edad? Si fuese años más joven, les partiría la cabeza con...
—Taemin —advertí.
—Está bien. Nada de violencia en público.
Mi cuerpo y el de Taemin no tenían la fuerza suficiente para asistir a otra ceremonia de matrimonio. Nuestra salud también había empeorado, como cualquier otra persona que ya llegaba a su límite. No salíamos mucho y pasábamos la mayor parte del tiempo acostados en cama en compañía del televisor. Pero no me podía quejar. Habíamos vivido todo lo que siempre quise, todo lo que debí.
Podía recordar cómo nos conocimos, la violencia que pasé, las divertidas anécdotas con todos y cómo Taemin dejó caer la hostil barrera que lo protegía.
—¿Taemin?
No me respondió.
—¿Taemin, me escuchas?
Hubo un largo silencio y por fin, abrió sus ojos.
—¿Tienes hambre? —preguntó en voz baja, abrazándome con más fuerza. Cuando planeé en responder, agregó—: Yo sí. Siento un hambre voraz. Como si no hubiese comido en años. Podría pedirle a la enfermera que me consiga una lista entera de los platillos que más se me antojan. ¿Qué te gustaría cenar? ¿Deseas tomar algo también? Supuse que podríamos abrir una botella de vino o algo ligero.
—¿Qué sucede contigo? ¿Estamos celebrando algo?
Cerró sus ojos.
—¿Taemin?
Permaneció en la misma posición. Su respiración casi ni se notaba.
—¿Taemin?
—Lo siento —replicó lentamente—. Sentí que me quedaba dormido por un momento.
—No me asustes así, por favor.
Hubo otro largo silencio. Él me contempló y sonrió. Súbitamente, escuché ese sonido tan familiar y vi una pequeña fracción de luz desde debajo de las cobijas. Cada arruga, mancha y delgada contextura se transformó en el cuerpo de un chico joven y saludable. Taemin tenía la misma cabellera castaña, aquello ojos verdes seductores y esos labios gruesos que amaba. Era como volver al pasado. Tantas lunas, tantas estaciones que no vi aquella forma. Él era hermoso.
—Sólo una última vez, ___________.
Me abrazó con más fuerza y besó mi frente. Cerré mis ojos y sentí cómo el cansancio de una buena vida llegaba por nosotros.
FIN
PD: Tenía escrito la tercera parte de estos extra desde hace un buen tiempo, pero no deseaba subirlo porque era muy triste :( Luego pensé que de todas maneras, una persona que ha vivido lo suficiente, podría descansar en paz con la persona que más quiere a su lado. No he dicho que han fallecido aún, pero deseo dar a entender que su momento llegará pronto.
Ya no hay más capítulos sobre LA MENTA DEL DIABLO, pero son bienvenidos a leer POCIÓN TENTADORA. Más información en la siguiente hoja.
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La Menta del Diablo
Fanfiction[Lee Taemin x Lectora] Después de terminar en las manos de las criaturas más peligrosas de la ciudad, la lectora deberá embarcarse en una descabellada aventura para obtener su libertad. Desafortunadamente, no se imaginó que terminaría siendo seduci...