Taemin solo me observaba con curiosidad cuando pronuncié su nombre. Su expresión era neutral. Por más que no se vea preocupado, su voz era lo que le delataba. O eso quería pensar.
Una de sus manos continuaba sosteniendo mi cabeza suavemente como una almohada para seguir chequeándome por más rasguños o lo que fuese que encontrase. De seguro ya encontró el otro golpe que había recibido antes de que llegase.
—¿Y bien? —insistió. Fue cuando recordé lo que me había preguntado hace minutos.
—B-bueno, ellos me... —tartamudeaba y temblada de frío. A las justas podía retener mis pensamientos—. Cuando ellos me encadenaron, yo...
Los rasgos de Taemin se hicieron más finos. Sus cejas se arquearon como si estuviera viendo a su presa, su boca se abrió, haciéndose más amplia a los costados. Casi como la de un animal.
—¡Ellos te encadenaron? —Apenas podía vocalizar las palabras debido al aumento de saliva y espuma que salía de su boca. Sus ojos verdes se volvieron dorados. Yo solo asentí.
—Forcejé para que no lo hicieran, así que me acuchillaron —susurré muy cansada.
—¡Te acuchillaron! —Unas cuantas venas afloraron a la superficie de su frente y brazos, dejando que un rojo vivo se apodere de sus ojos. Si Taemin antes estaba furioso, ahora era de temer. Estaba iracundo, fuera de sí por completo. Sus dientes se estaban moliendo entre sí y su voz apenas llegó más allá de un gruñido aterrador.
—Ajá... —murmuré débilmente al verlo de reojo.
De inmediato, Taemin me soltó y se volteó a donde los demás hombres estaban. O donde supuestamente estuvieron. Se habían escabullido.
—Los mataré —bramó para luego continuar de una manera provocadora—. Lenta y agradablemente —me aseguró, lamiendose los labios mientras se abría paso hacia afuera.
—¡Espera! ¡No me dejes aquí!—Dudó mucho de que me haya escuchado.
Sin pérdida de tiempo, escuche alaridos, gritos de terror. Supongo que ya había encontrado a los hombres restantes. Suspiré y me recosté en el suelo, cerrando mis ojos. Su preocupación no estaba ayudando mi terrible dolor de cabeza.
No sé cuánto tiempo estuve ahí tendida sobre el suelo, casi inconsciente. Honestamente, esto se estaba poniendo incómodo. Los constantes gritos y gemidos, la bulla que corría por todo el lugar en la planta alta. Y cuando Taemin le puso énfasis a "lenta y agradablemente", no mentía.
Apreté mis ojos y llevé mis manos a mis oídos. No ayudaba, pero hacia las cosas más soportables. Volví a abrir mis ojos y otro grito hizo eco en el pasadizo. Me daba la impresión, si mis cálculos no fallaban, que habían un intervalo de cinco segundos en cada muerte. Otro chillido, mucho más fuerte se escuchó. Hasta pude sentir como la sangre salpicaba la pared. Taemin sí que se estaba volviendo más creativo con sus asesinatos.
Otra muerte.
Y otra.
No estaba segura si esto funcionaria, considerando que está en pleno ataque vicioso de rabia, pero lo intentaré de todas maneras. Él lo escucharía, como lo ignoraría.
—¡Taemin! —Hice que mi voz suene de lo más patético y necesitado cuando lo llamé. Bueno, funcionó mejor de lo que había pensado.
Casi al instante, una cabellera desaliñada con el rostro lleno de gotitas de sangre asomó la cabeza por la puerta.
—¿Qué? —preguntó irritado, pero sentía un hilo fino de preocupación. No pudo haber venido en el mejor tiempo, pues me comencé a sentir extrañamente mareada—. ¿Qué pasa? —agregó más alto cuando no le contesté.
Esto fue netamente irónico. A continuación, me desmayé.
¿Cuántas veces me había pasado? ¿Cada quince minutos? Pero en ese momento, me zurraba por completo. Solo sé que me cabrearía con él si no me atrapase.
Desperté al instante, como si tan solo hubieran pasado segundos. Cuando abrí mis ojos, me encontré tapada con un par de mantas encima de una cama. Estaba tan abrigada que me daba pereza levantarme. Aunque tenía curiosidad por saber qué paso. De la manera más cuidadosa, me levanté, sentándome sin poner en riesgo mi salud u otra herida.
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La Menta del Diablo
Hayran Kurgu[Lee Taemin x Lectora] Después de terminar en las manos de las criaturas más peligrosas de la ciudad, la lectora deberá embarcarse en una descabellada aventura para obtener su libertad. Desafortunadamente, no se imaginó que terminaría siendo seduci...