Siempre estoy en mi mundo
porque no quiero estar en este.
—David Sant
Ivette Stern.
—Me pareció escuchar voces —informó uno de los guardias de la institución, sus botas crujían contra las hojas secas esparcidas por el suelo. —No hay nadie —confirmó su compañero, con voz gruesa y autoritaria.
Derek y yo nos encontrábamos al otro lado del árbol, un punto ciego desde la posición de los guardias. La única forma de que nos vieran era rodeando el árbol.
—Bien, vámonos —finalizó el de la voz gruesa, sus pasos resonando sobre la tierra. Solté un suspiro, aliviada de que no nos hubieran visto. Pero la mano de Derek rápidamente me tapó la boca, mientras su otro brazo rodeaba mi cintura. Intenté alejarlo bruscamente, hasta que un grito del guardia me hizo entrar en razón.
Maldición.
—¡¿Quién anda ahí?! Lo escuché claramente —exclamó su compañero, las botas del guardia resonaban cada vez más cerca, mi corazón palpitaba con fuerza. Mis manos comenzaron a sudar y mi cuerpo a tambalearse.
—Voy a hablar yo —me susurró Derek—. Cualquier cosa es mi culpa —concluyó, separando lentamente ambas manos de mí.
—¡Aaaaaaah! —se escuchó un chillido femenino cerca, haciendo que ambos diéramos un respingo del susto. Derek se aferró a mí mientras yo sostenía ahora con fuerza su brazo en mi cintura.
—¡¿Qué sucede?! —En pocos segundos, los pasos se alejaron de nosotros.
Qué alivio.
—¡Mi amiga se rompió el tobillo! ¡Ayúdenla! —gritaba otra mujer.
—¡Ay! ¡Qué dolor! ¡Ayuda!—bociferaba la muchacha que estaba herida.
Cada vez los pasos se alejaban más, dejándonos en un silencio sepulcral. Ya segura de que no había nadie, me separé rápidamente de Derek.
—¡No vuelvas a tocarme así! —ordené, frunciendo el ceño—. Me das asco —solté sin pensar, arreglando los pliegues de mi ropa con mi brazo sano.
Su expresión cambió, mostrando dolor ante mis palabras. Pero era la verdad, me importaba muy poco lo que él pensara.
¿Verdad? ¿No me importaba?
¿Por qué estoy dudando?
Si no me importaba, ¿por qué siento que acabo de hacer algo mal?
Pero no me gustó que me tocara.
Si no lo hubiera hecho, nos habrían encontrado.
Pero no era la forma.
Pero no había más opción.
—Vaya, qué lindos tortolitos —una voz masculina habló a mi costado, provocando que retrocediera asustada, tensando mis músculos en modo de defensa. Tropecé y caí de espaldas contra el suelo.
—Yannick, eres un idiota —renegó Derek, posicionándose rápidamente a mi lado, ayudándome a ponerme de pie con cuidado.
—Ya, perdón —mascucho el moreno poniendo los ojos en blanco—. Traje lo que me pediste —dijo, extendiéndole mi chaqueta negra que había dejado en el salon.
—Póntela —me ordeno el pelinegro —, te espero más allá. No tardarán en regresar los guardias —expresó Derek con seriedad, ofreciéndome mi chaqueta.
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NOS VOLVEREMOS A VER [Porque Siempre Hay Un Regreso]
RomanceIvette Stern se encuentra atrapada en su completa oscuridad, hasta que logra distinguir el brillo de una pequeña estrella, cambiándole el mundo por completo después de conocer a Derek Varaivana, uno de sus compañeros de clase tras el cambio de insti...