Capítulo 8

14 7 11
                                    

Hay que ser demasiado imbécil

para destruir a la única persona

que se atrevió a querer tu desastre. 

—Mario Benedetti.


Ivette Stern

Me encuentro en mi cama mirando fijamente el techo de mi habitación. No dejo de pensar en lo sucedido el día de ayer. Todo salió mal, y la culpa pesa en mi conciencia. No sé en qué momento todo se torció así. Dije cosas sin pensar, y la mirada de Derek en ese instante... Dios. 

Solo pensarlo me alborota la existencia. Tomo una de las almohadas y me la coloco sobre la cara para ahogar un grito fuerte.

¿Qué más puedo hacer en estos casos?

Podría buscarlo y hablar con él.

Podría.

Ni siquiera sé qué será del proyecto de la clase de Arte. Ayer solo agarré mis cosas y me fui a casa. Todo está hecho un desastre. De la frustración, terminó lanzando la almohada en algún lado de la habitación. No sé qué me preocupa más: haber lastimado a Derek o saber que voy a reprobar Arte.

—¡Ivette! —grita alguien desde la entrada de mi habitación. Rápidamente, me reincorporo en la cama, provocando que mi vista se vuelva negra por completo, mareándome por la brusquedad del movimiento. 

Una vez estabilizo mi mirada tras cerrar los ojos varias veces, veo la almohada a los pies de alguien. Era mi hermana mayor, Iris. Es menor que mi otra hermana, Irma, siendo así la hermana del medio. Ambas lucen físicamente casi idénticas. Iris es la más alta de las tres, su cabello es rizado y de un color castaño claro, su piel es trigueña y sus ojos son de un marrón más oscuro que los míos. Va vestida con su pijama aún, y sus lentes están colgando de una sola oreja mientras mantiene una expresión seria.

Carajo.

Le había dado con la almohada en la cara.

Le había dado con la almohada en la cara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Lo siento.

—Li sienti —dice tratando de imitar mi voz. Yo solo me echo una mala cara. Entonces regresa el almohadazo solo que ahora contra mi rostro, cayendo de nuevo en mi cama con aquel trozo de tela relleno en la cara.

Ni siquiera intentó quitármela. No había iniciado el día y ya me sentía muerta. Además, así Iris saldría de mi habitación. Rara vez entra. Se la pasa estudiando, tratando de ser una de las mejores estudiantes, y solo viene cuando quiere algo.

O contarme algo. 

Nunca es malo intercambiar información.

Los envidiosos dirán que es chisme, pero ¿qué más da? Je.

NOS VOLVEREMOS A VER [Porque Siempre Hay Un Regreso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora