Capítulo 12

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La oscuridad también

tiene su magia, sirve

para encender el alma.

—Ray Meza.

Ivette Stern. 

—Entonces, ¿me disculpas por haberte gritado cuando me seguiste?

—Eso ya estaba solucionado.

—Es para tener la conciencia tranquila.

—Sí, Ivette, sí. Pero tú, discúlpame por haberte acosado ese día —pronunció con una sonrisa.

Le lancé la sudadera gris que me prestó el día anterior, limpia y bien doblada. La prenda cayó directamente en su rostro.

—¡Oye! ¡Estoy manejando! —exclamó Derek mientras lanzaba la sudadera a los asientos traseros, enfocando su vista hacia el frente.

—¡Me da igual!

—¡Yo aún no quiero morir!

Y de repente, nuestras carcajadas llenaron el auto, mientras Nanpa Básico sonaba de fondo, ambientando nuestras risas.

—¡Suficiente! —grite, intentando controlar la situación—. ¿Me disculpas por haberte ignorado y tratado con tanta indiferencia?

—Sí, Ivette. ¿Vas a seguir disculpándote por todo?

—Hasta estar tranquila, sí.

—Aunque tampoco me ignoraste del todo, según tú.

—¿A qué te refieres?

Derek mantenía la mirada fija en el camino. Me estaba llevando a algún lugar a comer. Después de tanto discutir sobre si era necesario, terminé aceptando su invitación tras su persistente insistencia.

—No lo sé, deberías decírmelo. Lo que dijiste aquella vez bajo el árbol.

—Ah, eso. Estás conduciendo, ¿no quieres morir aún, verdad? —inquirí con sarcasmo, recordando aquel momento.

—Eres algo molesta a veces —masculló en voz baja.

Un silencio incómodo inundó el auto. Me limité a observar el paisaje mientras nos dirigíamos hacia un destino desconocido. La atmósfera estaba cargada de expectativas y un poco de tensión. Derek estaba concentrado en la carretera, pero de vez en cuando notaba las miradas curiosas que me lanzaba discretamente.

—¿Me disculpas por haberte dicho que eras una porquería? Eso no es verdad —rompí el silencio—. Al contrario... eres alguien muy bueno —murmuré, casi en un susurro, mientras seguía observando el paisaje por la ventanilla.

—Sí, Ivette.

—¿Te molestó cuando te ignoré aquel día en la biblioteca?

—No, entendí que necesitabas tu espacio. Pero debo admitir que fue un poco frustrante —contestó Derek, sin perder su tono amable.

—Lo siento. No fue justo para ti. Muchas gracias por... por estar ese día para mí.

—Ivette, de verdad, ya hemos pasado página con todo eso. Lo importante es que estamos aquí ahora, hablando como amigos.

Asentí lentamente, sintiendo que cada disculpa y cada aclaración aliviaban un poco el peso en mi corazón, pero aún no era suficiente. Me giré un poco en mi asiento, mirando a Derek con curiosidad.

—Ya deja de disculparte —dijo serio.

—Yo no he dicho nada —repliqué.

—Estabas a punto de hacerlo de nuevo, Ivette.

NOS VOLVEREMOS A VER [Porque Siempre Hay Un Regreso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora