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“¡Pescado fresco! ¡Tenemos pescado fresco!” gritaba Jihoon, su voz resonando por el bullicioso mercado de Jeju. Llevaba una gorra desgastada que cubría su cabello desordenado, un delantal salpicado de escamas y agua, y ropa de trabajo que mostraba el desgaste del arduo oficio. El lugar estaba abarrotado de personas, puestos y un constante murmullo de voces y regateos. El aroma salado del mar mezclado con el olor del pescado fresco llenaba el aire.

El mercado estaba repleto de una variedad de puestos, cada uno ofreciendo algo único y vibrante. A medida que Jihoon avanzaba, se podían ver puestos de ropa con coloridas prendas colgadas, ondeando con la brisa marina. Los vendedores gritaban para atraer a los compradores, ofreciendo descuentos en camisetas, chaquetas y sombreros. Otros puestos exhibían una variedad de verduras frescas, con pilas de repollo, zanahorias y pimientos perfectamente alineados, los agricultores locales intercambiando charlas amistosas con los clientes mientras les ofrecían probar sus productos.

Más allá, puestos de comida callejera llenaban el aire con deliciosos aromas. Se vendían tteokbokki picante, odeng en caldo caliente, y kimchi casero en grandes recipientes. Familias y turistas se detenían para disfrutar de los sabrosos bocados, creando un ambiente animado y lleno de vida. El sonido de las ollas chisporroteando y las risas se mezclaban con el bullicio general del mercado.

Jihoon avanzaba con dificultad entre la multitud, esquivando personas, puestos y cajas mientras seguía gritando. Algunos clientes habituales lo saludaban con sonrisas y gestos amigables, a lo que él respondía con asentimientos rápidos, concentrado en su tarea. Su puesto estaba ubicado en una esquina del mercado con una vista privilegiada de la costa. La brisa marina hacía ondear las mantas de plástico que cubrían las mesas del puesto, añadiendo al ambiente marítimo. Las cajas de pescado fresco se apilaban ordenadamente, el hielo reflejando los rayos del sol mientras mantenía el pescado en perfecto estado.

Finalmente, llegó a su puesto, donde Taehyung, un hombre alto y robusto, comenzaba a bajar las cajas de la carretilla. Detrás del puesto, dos mujeres, incluida la madre de Jihoon, Ha Eun-ji, repetían el grito de “¡Pescado fresco!” para atraer a los clientes. Eun-ji levantó la mirada de su trabajo de cortar la cabeza de un pescado y le sonrió a Jihoon con orgullo y cariño."Son 10,000 wons. ¿Hay algo más que le gustaría llevar?" Su madre preguntaba a un cliente con una sonrisa cálida y profesional. "¿Cuánto cuesta la caballa?" respondió el cliente, examinando los productos.

Jihoon, con guantes puestos, levantó una caja de pescado. Su contextura atlética, resultado del trabajo duro en el mercado y el buceo desde temprana edad, era evidente en cada movimiento. “¿Dónde la quieres?” preguntó a Taehyung, quien tomó la caja de sus manos y la colocó sobre el mostrador. Luego le entregó un trapo. “Estoy bien,” respondió Jihoon, sacándose los guantes y secándose el sudor de la frente. Observó a su madre interactuar con la clientela, su rostro mostrando una mezcla de cansancio y calidez.

“¿Cuándo te vas?” preguntó Taehyung mientras acomodaba los pescados con movimientos precisos. A sus 23 años, era tranquilo y sereno, conocido por su naturaleza cálida y reservada. Jihoon respondió, “En el último ferry,” con un tono de resignación mientras rodeaba el puesto para seguir trabajando junto a Taehyung. Pese a la diferencia de edad, se llevaban bien, posiblemente debido a sus similitudes en carácter.

“No pensé que te marcharías realmente. No te gustan las ciudades grandes. Te mareas solo por estar aquí,” comentó Taehyung, su voz calmada contrastando con el bullicio del mercado. Jihoon suspiró. “No tengo opción. Y no es como si quisiera irme,” contestó con una expresión de frustración. “Sí, eso supuse,” dijo Taehyung.

"¿Esperabas que me retractará el último día?" Jihoon preguntó a cambio. La respuesta del mayor no le sorprendió: "si", contestó con honestidad, luego agrego “No podrás bucear en la ciudad.” Jihoon alzó los hombros. “Volveré en los fines de semana, no está tan lejos,” respondió, rascándose la pantorrilla con su pie.

El lenguaje del mar | LookismDonde viven las historias. Descúbrelo ahora