Jihoon había pasado horas buscando opciones de hospedaje en línea antes de decidirse por el goshiwon. Los precios de las pensiones y departamentos en Seúl le habían dejado atónito; eran mucho más altos de lo que había previsto. Finalmente, encontró un sitio web que ofrecía alojamiento para estudiantes a precios razonables, conocido como goshiwon. Las fotografías del sitio mostraban habitaciones mínimas, con espacio apenas suficiente para una cama y un pequeño escritorio. Jihoon no se había preocupado demasiado por el tamaño, pensando en ahorrar dinero para el ferry de regreso a la isla, una forma más económica de viajar.Sin embargo, al llegar al goshiwon, se sorprendió al ver lo pequeño que era el lugar. Un hombre de mediana edad y aspecto descuidado le entregó las llaves frente a una puerta delgada en el segundo piso. El hombre, con una camiseta de tiras blancas que asomaba bajo un abrigo de lana desgastado, se rascó la barriga mientras hablaba. A Jihoon le había parecido extraño que el hombre usará un abrigo, a pesar de ser fines de septiembre la temperatura era relativamente cálida todavía, lo comprendió al entrar al edificio. El abrigo, aunque práctico para el frío húmedo entre los pasillos, mostraba signos de uso prolongado, con algunos hilos sueltos y pequeñas manchas difíciles de identificar.
"Estas son tus llaves. Por política del edificio, no tenemos copias. El baño y la cocina están en el primer piso. El agua tiene una tarifa aparte", explicó el hombre con voz ronca y directa. Pasó una mano por su cabello grasiento, de un tono castaño oscuro que comenzaba a mostrar rastros de cañas, apenas cubriendo los costados de su cabeza pelada. "Las visitas no están prohibidas, pero intenta no molestar a los vecinos. El edificio no se hace responsable por pérdidas ni accidentes potenciales. Eso es todo."
Sus manos eran ásperas y grandes, con dedos cortos que parecían haber trabajado mucho en tareas físicas. Movía sus manos con una especie de torpeza nerviosa mientras hablaba con Jihoon, rascándose la barriga ocasionalmente como si fuera un gesto inconsciente de incomodidad o estrés.
"Ah, cierto. El otro propietario no se encuentra ahora. Me aseguraré de presentarlos para evitar malentendidos" agrego el hombre.
A pesar de su aspecto, tenía una expresión seria y directa, sin esforzarse por ocultar su cansancio o desinterés por las formalidades.
Jihoon no sabe la razón, pero le agrado.
Jihoon asintió. "Gracias, señor", respondió mientras observaba al hombre alejarse por el pasillo, con su calzado desgastado resonando en las paredes pintadas de un lila desvaído.
Al abrir la puerta, se encontró con un espacio apenas mayor que el tamaño de una cama individual. El escritorio ocupaba una esquina, apenas dejando suficiente espacio para caminar entre él y la cama. La luz del día apenas filtraba a través de la ventana pequeña y empotrada en la pared, que daba hacia un callejón estrecho y oscuro.
El mobiliario era austero y funcional: una cama estrecha sin sábanas, un escritorio con algunos cajones deslizantes, una lámpara pequeña y una silla de respaldo recto. El suelo estaba cubierto por una alfombra fina y desgastada, y las paredes mostraban algunas manchas de humedad y grietas pintadas de blanco para disimularlas.
El baño compartido en el primer piso era básico pero limpio, con duchas pequeñas y retretes bien mantenidos. La cocina también era de uso común, equipada con algunos fogones eléctricos y un fregadero, aunque Jihoon notó que faltaban utensilios de cocina y la limpieza dejaba mucho que desear.
Jihoon durmió toda la noche, agotado por el viaje.
Su madre le había dado el número de celular de Hyung-seok. A la mañana siguiente, Jihoon decidió llamarlo. Se suponía que debían encontrarse, ya que creía que Hyung-seok había llegado a Seúl un par de días antes que él. Mientras el tono de llamada sonaba, Jihoon estaba acostado en su nuevo y diminuto cuarto, mirando fijamente el techo con un brazo debajo de la cabeza. El lugar era frío y demasiado pequeño, casi claustrofóbico. Le resultaba extraño pensar que pronto escucharía la voz de alguien que apenas recordaba, alguien que su madre había usado como excusa para sacarlo de su hogar.
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El lenguaje del mar | Lookism
FanfictionEn una isla donde el mar y el cielo se funden en un horizonte interminable, Jihoon siempre sintió que sus raíces estaban entrelazadas con las profundidades del océano. Desde joven, había explorado las aguas cristalinas de Jeju con una pasión inquebr...