El duque Aramis se encuentra en una celda con ciertas comodidades; baño privado, televisión, comidas deliciosas, una cama suave y agua caliente para ducharse. A pesar de que se le acusa de diferentes cargos no se puede negar su sangre real, por lo que hasta que no se decrete el veredicto del caso no puede ser movido de lugar. A cada rato lo llevan a la sala de interrogatorios, siempre negándose a de dar declaración alguna esperando algún movimiento a su favor, esto solo hace enojar a los oficiales de policía que no pueden actuar como su protocolo normalmente dicta; ya el jefe les había advertido. Un baño y una televisión no matan su aburrimiento, después de la visita de Lilah nadie había vuelto a visitarlo y ya habían pasado dos días de aquello, solo podía pensar en ella.
Palacio Real
En la puerta del palacio aparece un paquete misterioso a nombre de la señorita Lilah Gardely. Solo está escrito su nombre impreso y no da información del remitente. Ella abre la caja de cartón y encuentra una más pequeña, pero esta de madera. Un joyero, con unas iniciales pintadas en la parte superior «MG».
―Esto pertenecía a mi ma… ―su voz tiembla, lo que la impide continuar.
Su prometido al ver su reacción les pide a los sirvientes que se retiren, no sin antes pedirle a su mayordomo Emilio que prepare un té para calmar la mente. Cuando todos se van, él va corriendo a abrazarla.
―¿Te ayudo a abrirlo? ―se ofrece sin soltarla.
Ella solo asienta y él abre el joyero, dentro estaba una nota que al levantarla pudieron ver unos mechones de cabello rubio, y esto solo hizo que Lilah se quebrara aún más. Así estuvo por unos segundos hasta que le pide al rey que lea la nota.
«Si quieres que tu madre logre conservar el resto de su cabello, testifica cuando sea el momento preciso a favor del duque. Si no haces lo que te pido, lo próximo que mandaré será alguna extremidad. Dime querida, ¿qué prefieres?, ¿un dedo o una oreja?».
Al escuchar esto no pudo contenerse, las lágrimas caían sin parar haciendo que sus ojos comenzaran a hincharse.
―¡Es él!, ¡es él! ―repetía ―. Reconozco esa letra, es Omer. Ese joyero fue un regalo que le dio a mi mamá, el último que le hizo antes de que ella supuestamente falleciera.
El rey tomó un pañuelo y con el le secaba sus lágrimas intentando consolarla, pero le era imposible. No sabía el paradero de su madre y no tiene ni idea de cuando la podrá encontrar.
Unos suaves toques en la puerta del estudio lo hacen guardar todo de prisa.
―¡Adelante! ―ordena.
―¡Ya está listo el té de la señorita! ―deja la bandeja con la taza en el escritorio ―. Con su permiso me retiro ―se marcha.
El rey se lo alcanza a Lilah y le brinda una mirada que transmitía seguridad casi a modo de súplica.
―¡Tómatelo todo, por favor! ―le dice.
―¡Es él, yo sabía que volvería! ¡Su letra es inconfundible! ¡Sé que es él! ―asegura Lilah, mientras sigue tomando el té.
―He estado localizándolo por mucho tiempo y hasta ahora no ha dado rastros de vida, ni de muerte ―suspira ―. Es todo tan raro.
RING RING RING
El rey recibe una llamada de su amigo Charles. Él ha sido el encargado de ayudarlo con toda la investigación. Su amigo pone la cara y el rey el dinero; ya que este último no puede verse involucrado como siempre está siendo vigilado llamaría la atención.
―¡Amigo tengo información nueva!, ¿vas a venir o voy yo allá?
―¡Voy allá, aquí hay muchas personas!
―Ven con Lilah, necesito que confirme algo ―suspira ―. Creo que ya es momento de que esté al tanto de todo.
Él observa su estado y ve que se encuentra muy mal. Su amigo no pediría eso de no ser necesario, ella tiene derecho a saber qué estaba ocurriendo y de alguna forma se sentía impotente ya que hasta ahora no la había ayudado en nada. Con dinero, pero inútil.
―¡Está bien, iremos! ―responde el rey luego de decidirse.
Mansión de Charles
Llegan y allí se encuentra un muchacho joven, delgado usando lentes frente a una computadora.
―¡Qué bueno que vinieron! ―dice Charles.
―Dime, ¿qué has descubierto? ―pregunta ansioso.
―Es mejor que te lo diga él mismo ―lo señala ―. Este es Tom, es el mejor hacker del país y se encuentra en el top 5 de los mejores del mundo. Desde que me pediste que te ayudara para encontrar al señor Omer lo busqué y gracias a él pudimos descubrir muchas cosas.
Todos se concentran a mirar la pantalla de la laptop mientras Tom va explicando.
―¿Ven? ―señala la pantalla ―. Gracias a las cámaras de seguridad pudimos obtener la chapa del auto donde se vio por última vez a Omer Neret. Tuve que hackear a la empresa de autos para obtener que el dueño es un tal Kirian Mandes.
―¿Han descubierto algo de él? ¿Tiene alguna conexión con Omer? ―pregunta Lilah.
―Kirian Mandes, está muerto desde hace diecisiete años. Tenía antecedentes penales por venta de droga ilícita y su comercio en Estados Unidos, de hecho, en ese país fue que lo atraparon y fue llevado aquí para cumplir su condena en Aylord. Murió en prisión, me imagino que, para silenciarlo, ya que había peces gordos por encima de él. Como el auto lo tenía desde hace tiempo antes, no fue descamisado. Lo curioso del caso es que según su testamento este auto lo debía heredar su hijo Theodore Mandes, pero él no existe.
―¿No existe? ―interrumpe el rey.
―No, no hay un registro de él. Nada, como si no hubiese nacido aquí y como si nunca hubiese venido de visita, y lo primero que pensamos es que quizás es un hijo que tuvo en el exterior y que nunca vino a buscar su herencia, pero según el informe de la empresa de autos dice que fue entregado a su hijo después de verificada su identidad dos años después de su muerte.
―No sé qué pensar ahora ―comenta el rey.
―¡No te pedí que vinieras solo por eso! ―dice Charles mientras observa a Lilah ―. Esta información la descubrimos después que la que les habíamos comentado antes y necesito que ella vea estas imágenes ―suspira ―. Tom, puedes ponerlas ahora.
Sus ojos se abrieron al ver que la persona que más odiaba se encontraba mirando fijamente a la cámara mientras sonreía. Tom había hackeado las cámaras de seguridad del aeropuerto y pudo obtener esas imágenes.
―Según la foto que nos diste, estuvimos buscamos en todas las cámaras de seguridad de Aylord para encontrar a Omer Neret. Gracias a un programa que creé que puede filtrar muchos rostros y cuando ve semejanzas hace un pitido pudimos encontrar algo que hasta ahora no habíamos podido. Fue en el aeropuerto que se activó, buscamos en los registros y no hubo vuelos de ningún Omer Neret. Lo que nos hizo pensar que usó un pasaporte falso, y buscando nuevamente la información de Theodore Mandes, descubrimos que había volado el mismo día que él. Al ver su ficha digital y compararla con la foto de Omer, pudimos ver que era la misma persona.
―Lilah, ¿puedes confirmar? ―pregunta Charles.
Era Omer Neret. El padrastro de Lilah que se encontraba desaparecido y que poco a poco daba señales de vida. Lo que los hizo pensar muchas cosas, ¿acaso Omer era Theodore? Y ¿por qué entró al país con su identidad de no serlo?, ¿fue él quién obtuvo el auto hace quince años?
Nota de la autora:
Holi, ya vamos por el capítulo 22 ¿Quién lo diría? Disculpen que me demore tanto en actualizar.
Bueno, en cuanto a la historia déjenme sus teorías aquí 👉
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Vendida a mi Yuanfen
RomanceLilah perdió a su familia a una edad temprana y es criada por su padrastro; un hombre que la maltrata, le encanta beber y apostar. A cambio del perdón de sus deudas, él vende a Lilah a su deudor, que era el primo del rey y duque de Aylord. La venta...