En los corredores centenarios y las torres imponentes del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, la luz de la luna se filtraba tímidamente a través de los vitrales góticos, esparciendo un resplandor plateado sobre los pasillos empedrados. Era una noche tranquila, como tantas otras en aquel antiguo castillo, aunque pocos sabían que esa paz aparente pronto sería interrumpida por una serie de eventos que ninguno de sus protagonistas habría anticipado.
Harry Potter, el niño que vivió, se encontraba de pie junto a una de las altas ventanas del salón de Gryffindor, observando pensativamente el Bosque Prohibido a lo lejos. Con sus gafas redondas y su cicatriz en forma de rayo, Harry había enfrentado más peligros en sus pocos años de vida que la mayoría de los magos en toda su existencia. Sin embargo, esta noche, su mente estaba ocupada por pensamientos más simples y mundanos, aunque no menos emocionantes: una escapada nocturna al Bosque Prohibido.
A su lado, Hermione Granger hojeaba un grueso tomo de hechizos con la misma diligencia con la que abordaba cada tarea. Con su cabello castaño rebelde y su mirada inteligente, Hermione era conocida por ser la estudiante más brillante de su año. Aunque normalmente era la voz de la razón y la prudencia, esa noche había decidido acompañar a sus amigos en su aventura, movida tanto por la lealtad como por una pizca de curiosidad que nunca podía reprimir del todo.
—No puedo creer que vayamos a hacer esto —murmuró Hermione, aunque la emoción en sus ojos traicionaba su tono severo—. Es una locura. Si nos descubren, nos meteremos en un gran lío.
Harry sonrió, reconociendo en su amiga la mezcla de temor y emoción que él mismo sentía.
—No nos descubrirán —aseguró, más confiado de lo que realmente estaba—. Además, solo será un pequeño paseo. Estaremos de vuelta antes de que Filch pueda oler algo raro.
Fred y George Weasley, los hermanos gemelos de cabello rojo y sonrisas traviesas, escuchaban la conversación con expresión divertida. Siempre habían sido conocidos por su amor por las bromas y su tendencia a meterse en problemas, y esta noche no era una excepción. Con un brillo conspirativo en los ojos, Fred levantó una ceja y dijo:
—¿Listos para la diversión? Esto será épico.
George, con una sonrisa igual de traviesa, añadió:
—Sí, y seguro que encontraremos algo interesante en el bosque. Tal vez un nuevo ingrediente para nuestras bromas.
Ginny Weasley, la menor de los Weasley y la única chica, estaba también emocionada por la aventura. Con su cabello rojo fuego y su carácter valiente, Ginny había demostrado ser tan intrépida como cualquiera de sus hermanos mayores.
—Será emocionante —dijo con una sonrisa, mirando a Harry con una mezcla de admiración y afecto que ella misma no podía ocultar del todo.
Mientras los jóvenes Gryffindor se preparaban para su incursión nocturna, ajenos a la mirada atenta que los seguía desde las sombras, Draco Malfoy se movía sigilosamente por los corredores, siempre en la penumbra. El joven Slytherin, con su cabello rubio y su expresión altiva, había seguido a sus rivales con una mezcla de curiosidad y rencor. A pesar de su actitud arrogante, Draco siempre se había sentido intrigado por el grupo de Gryffindor, especialmente por Harry, cuya fama y valentía contrastaban fuertemente con su propia vida de privilegios y expectativas.
Draco no sabía exactamente por qué los seguía aquella noche, pero había algo en la idea de ver a sus enemigos meterse en problemas que le resultaba irresistible. Con su varita lista y su mente aguzada, estaba decidido a descubrir sus planes y, quizás, a encontrar una manera de usar esta información a su favor.
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Un bebe en Hogwarts!?
Fanfic"¿Qué has hecho, Ron?" preguntó Hermione, su voz temblando ligeramente mientras se agachaba para recoger al bebé Draco. "¡Lo has convertido en un bebé!" "Fue un accidente", balbuceó Ron, mirando a su hermana y a sus amigos con desesperación. "¡No sa...