El Gran Comedor de Hogwarts estaba lleno de estudiantes que disfrutaban de su desayuno matutino, charlando animadamente y planeando sus actividades del día. Harry, Hermione, Ron, Ginny y los gemelos Weasley se sentaron juntos en la mesa de Gryffindor, pero a pesar de la aparente normalidad a su alrededor, la preocupación seguía pesando en sus corazones por Draco.
—¿Alguien ha ido a verificar a Draco esta mañana? —preguntó Hermione con voz preocupada mientras miraba hacia la mesa de los profesores, donde se sentaba la profesora McGonagall.
Ron frunció el ceño.
—Pensé que Ginny se quedó con él. ¿No lo hizo?
Ginny miró hacia abajo, sintiéndose culpable.
—Yo también pensé que alguien más estaba allí. No deberíamos haber asumido...
Harry se levantó de inmediato, con una expresión de alarma en su rostro.
—Tenemos que asegurarnos de que esté bien. Vamos.
El grupo se apresuró a salir del Gran Comedor y se dirigió rápidamente hacia la sala de los menesteres. Sin embargo, en el camino, se encontraron con el profesor Snape, que parecía estar de mal humor como de costumbre.
—¿A dónde creen que van tan apresuradamente, Potter, Granger y compañía? —preguntó Snape con su tono áspero y su mirada penetrante.
Harry intercambió una mirada rápida con Hermione antes de responder con cautela.
—Nos disculpamos, profesor Snape. Estábamos buscando algo que perdimos.
Snape los observó con suspicacia, pero finalmente gruñó y se apartó del camino.
—Asegúrense de no causar problemas adicionales esta vez, Potter.
Con eso, el grupo continuó su camino apresurado hacia la Sala de los Menesteres. Los pasillos de Hogwarts resonaban con sus pasos rápidos y el eco de sus preocupaciones. Llegaron jadeantes a la puerta escondida y, con una contraseña apresurada, entraron en la habitación que siempre contenía lo que más necesitaban en ese momento.
Pero al entrar, se encontraron con un panorama desconcertante. La sala estaba exactamente como la recordaban: repleta de estanterías llenas de objetos extraños y desordenados. Sin embargo, la cuna de Draco Malfoy estaba vacía.
—¡No puede haber desaparecido así como así! —exclamó Fred, frunciendo el ceño mientras miraba alrededor de la sala de los menesteres, como si esperara encontrar al pequeño Draco escondido detrás de alguna pila de objetos.
George sacudió la cabeza con frustración.
—Estaba aquí hace solo unas horas. ¿Cómo pudo desaparecer sin dejar rastro?
Harry, preocupado, caminaba de un lado a otro, inspeccionando cada rincón como si esperara descubrir una pista que todos habían pasado por alto.
—Tiene que haber alguna pista, algo que nos indique adónde pudo ir.
Hermione se acercó a una de las ventanas imaginarias, tratando de pensar con claridad.
—¿Alguien revisó la salida? Quizás pudo haber salido sin que nos diéramos cuenta.
Ron se rascó la cabeza, mirando hacia la puerta por la que habían entrado.
—Es posible, pero no debería haber podido salir solo. Las puertas de la sala de los menesteres están encantadas para evitar eso.
Ginny se mordió el labio, sintiéndose culpable por no haberse asegurado mejor de que Draco estuviera bajo vigilancia.
—Tal vez deberíamos buscar en otros lugares. ¿Alguien revisó el bosque prohibido?
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Un bebe en Hogwarts!?
Fiksi Penggemar"¿Qué has hecho, Ron?" preguntó Hermione, su voz temblando ligeramente mientras se agachaba para recoger al bebé Draco. "¡Lo has convertido en un bebé!" "Fue un accidente", balbuceó Ron, mirando a su hermana y a sus amigos con desesperación. "¡No sa...