Waikiki

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Es domingo, vísperas de San Juan, me hubiera gustado estar cerca del mar, pero este año no va a poder ser.
Me dirijo, como cada domingo, a los estudios de Atresmedia, cuando la canción de Viva Suecia, "Lo que te mereces", es interrumpida por una llamada entrante de Iván.

— Buenos días, amor.
— Buenos días, Moni. ¿Qué tal? - Me pregunta animado.
— De camino al trabajo, esto no está pagado... - Me río y me acompaña.
— Oye, ¿qué plan tienes esta semana? - Me pregunta sin dar rodeos.
— Poca cosa, gym, compras y orden en casa. El jueves grabo capítulos nuevos del podcast con Andrea- Le digo.
— ¿Organizamos algo? - Me propone.
— ¿Cómo por ejemplo? - Le pregunto con guasa sabiendo que me va a liar.
— Veniros y playeamos unos días. Espera, uno a Carol a la conversación.
— ¿Qué queréis a estas horas, cabrones? - Nos responde con la voz de recién despierta.
— ¿Estabas durmiendo? - Le pregunto casi al borde de la risa.
— No, estaba haciendo encaje de bolillos. - Dice fingiendo una seriedad que no tiene.
— A ver... que Iván tiene algo que decirte.
— Sí - Responde abruptamente antes de que le contemos cuál es el plan. Nos reímos los tres.
— Que os bajéis unos días. – Dice Iván finamente.
— Sí... ¿No? - Dice de nuevo, Carol.
— Tú qué estás ociosa, mira el tren, estoy llegando a trabajar. - Digo.
— A cualquier cosa se le llama "trabajar" en este país. - Dice de una manera que sólo podemos reírnos.
— Miradlo y hablamos luego. Os quiero. - Nos dice, Iván.
— Yo también os quiero, voy a mirar el tren, y os digo. - Dice Carol y damos por zanjada la conversación en ese momento.

Cuando se cierra la llamada, la voz de Rafa vuelve en todo su esplendor. "Deberíamos decir más veces, te deseo lo que te mereces". Canto lo que resta de canción hasta aparcar cerca de la puerta del estudio.

Me siento tranquila, siento que vuelvo a tener control sobre mis emociones, he dejado de sentir las irrefrenables ganas de huir de todas partes.

Cuando salgo de la reunión de la mañana, tengo varios mensajes de Carol. Abro la conversión y veo las capturas de pantalla. Hay un tren que sale a las ocho de la mañana, otro a la doce y media. También un audio de dos minutos y medio. La idea de madrugar el lunes me horripila, pero es la única forma de aprovechar el lunes.
Carol tiene la misma impresión que yo, pero finalmente, decidimos madrugar y llegar con hora de almorzar con los chicos. Ultimamente, viajar a Cádiz es uno de mis planes favoritos. Le mandamos un mensaje a Iván confirmándole que vamos y quedamos en llamarle a medio día.

Vuelvo a casa después de la edición de las tres con la intención de preparar la maleta para un par de días, nos hacemos la llamada en la que concretamos los detalles de nuestra llegada y finalmente, Iván nos dice que reserva en un sitio chulísimo para comer. No nos dice qué restaurante pero nos dice que será en Tarifa, confiamos en su elección.
Inevitablemente una marea de recuerdos inunda mis orillas. Y aunque el dolor ya no hace presencia, la nostalgia cubre de gris mi cielo azul, de repente. Me distraigo poniendo música y siguiéndole el cachondeo a Carol por WhatsApp. Me envía cuál será su ajuar para estos días. Lo mío será mucho más sencillo, y sobre todo, más discreto.
Nuestro viaje comienza con uno de nuestros vídeos de "cansinas por el mundo", la creatividad de mi amiga nunca deja de sorprenderme, y allá donde creo que no habrá respuesta, encuentro una que hace que me desternille de risa. Hacemos el viaje tranquilas, a ratos leyendo y a ratos charlando. Carol se duerme, y mientras el arcén de las vías es apenas una línea borrosa que cambia de color continuamente, mi mente vuela a mi pasado sin previo aviso.
Puedo recordar esos viajes con Vanesa. Viajes en los que hacía un plan milimétrico de todo lo que quería enseñarme, los restaurantes en los que comeríamos, las playas en las que, por unos momentos, podríamos ser libres y vivirnos sin la presión de vernos al día siguiente en la prensa amarilla. Cerré los ojos por un momento, tratando de recuperar cada detalle, y sin hacer demasiado esfuerzo, me di cuenta que aún podía recordar su risa. Abrí los ojos, rápidamente, sesgando mi pensamiento de golpe antes de que me llevara a un lugar del que, hacía mucho tiempo ya, había regresado. Podía recordar su risa pero también el dolor insoportable de la ruptura, los desaires y las palabras de más.

Cuando no estabas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora