El As Dorado

20. Susurros

Sus pasos estaban sincronizados, sus manos juntas y una sonrisa genuina brillaba en sus rostros. Alessandro la miraba con complicidad, y disfrutaba de estar con ella. La noche los arropaba con la nostalgia de que parecían estar hechos el uno para el otro.

A pesar de qué una pequeña chispa se había encendido entre ellos, él no podía evitar pensar en que en algún momento todo se sabrá, porque la verdad siempre sale a la luz, y aunque él no estaba mintiéndole, quería disfrutar un poco más de ella antes de que toda la magia se acabe y las mariposas mueran.

- ¿Entonces llevas toda tu vida trabajando en la Notte? -cuestionó Isadora.

-Algo así.

- ¿Cómo es que nunca te había visto?

-No lo sé, de alguna forma sabía que no ibas mucho.

-No me interesaba salir a beber con mis hermanos, creía que habían cosas mejores en las que aprovechar el tiempo.

- ¿Y qué cambió?

-Que te conocí, digo ahora quiero encontrar cualquier excusa para estar cerca de ti.

-Eso es muy lindo.

- ¿Puedo preguntar por tu familia? -él se quedó en silencio y asintió. - ¿Cómo es tu padre?, ¿es mejor que el mío?

Él no respondió.

-Ah. -susurró ella.

-Mi padre falleció cuando era un niño.

-Lo siento mucho.

-No pasa nada, digamos que he estado intentando olvidarlo.

- ¿Qué edad tenías?

-Ocho años.

- ¿Puedo preguntar qué le pasó? -volvió a quedarse en silencio, pero está vez pensando en qué decir.

-Yo creo que no. -murmuro.

- ¿Y tu madre?

-No lo sé.

- ¿Cómo?

-No sé nada de ella desde hace años.

- ¿Has estado viviendo tú solo? -la mirada de Isadora se entristeció.

-Sí, pero no pongas esa carita, he aprendido muchas cosas a raíz de todo ello.

-Pero también estás metido en líos. ¿O no es así?

-Tal vez. Lo que pasa es qué, las cosas tenían que ser así.

- ¿Por qué?

-No existe un hubiera.

- ¿Por qué no?

-Las cosas son como son, y siempre pasan por algo. No hay un que hubiera pasado sí, cuando realmente es una perdida de tiempo el hecho de pensarlo.

-Yo creo que siempre hay otras alternativas, solo hay que saber tomarlas.

-Yo creo que nosotros teníamos que pasar.

- ¿Ah, sí? -ella sonrió.

-Sí, aunque intenté un montón de veces que esto no pasara, terminó pasando.

-Ahora quiero saber porque querías alejarte de mí, y está vez quiero la verdad.

-No hay una verdad específica.

-Todo pasa por algo, ¿no?, debe haber una razón válida para todo.

-Sólo creí que era peligroso.

- ¿Todavía lo es?