1. El reloj de oro

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14 años después - 10 de septiembre del 2023

El reloj de oro en su muñeca brillando bajo la tenue luz del bar. La camisa blanca pegada a su cuerpo, el hielo cayendo en el shaker de acero inoxidable, el liquido de tequila bajando por la botella hasta el shaker. 

—Alessandro, esta noche tendremos la visita de los jefes.

Chiara, la gerente del lugar, camino hasta la barra y con sus ojos negros miró a aquel chico rubio mientras preparaba un coctel de margarita.

Él cortaba el limón en rodajas y en silencio sirvió el coctel en una copa.

—A veces me asusta tu incertidumbre. —murmuro ella. —Tenemos que preparar todo antes de que inicie la ceremonia. Hoy es el cumpleaños de la hija de Lombardi, no me parece extraño que haga una gran fiesta para su única hija mujer.

—Ya lo sabía. —susurro. —No te preocupes, ya tengo todo preparado.

Tomó la copa de margarita y poniéndole una rodaja de limón de adorno, lo paseo por el gran mesón poniéndolo en frente de Chiara.

—Cortesía de la casa. —dijo él.

Ella sonrió mirando la copa.

— ¿Qué celebramos? —cuestionó.

—Que esta noche todo saldrá de acuerdo a lo planeado. —sonrió a medias.

Alessandro camino fuera del bar, la puerta que decía solo trabajadores se abrió de golpe, la cerró y se recostó de la pared mientras veía cómo los autos pasaban. Sacó un cigarrillo y junto al encendedor recordó aquel día.

Después de 14 años, el día se sentía igual a esa tarde. Aunque para él los diez de septiembre eran todos iguales, con el aire frio y con la nostalgia de una perdida.

Le parecía curioso que a cada segundo del día haya muertes, pero también nacimientos. Se preguntaba, ¿cómo Vincenzo Lombardi podía celebrar después de haber matado a alguien el día del cumpleaños de su hija?

¿Acaso no sentía remordimiento ó lástima por aquel niño de ocho años que vio morir a su padre?

Estaba seguro que no.

Dio una última calada del cigarro, y mientras el humo se adentraba en sus fosas nasales y salía, tiro el cigarrillo y lo piso en el suelo. Sacó una foto vieja de su bolsillo, la detallo, ese niño era feliz con su padre y aunque en ese entonces no entendía porque no podía comprarle todo lo que pidiera, ahora lo comprendía mejor.

—La venganza se sirve en copas de vino, papá.

Casa Lombardi. - Roma, Italia.

El vestido azul fue ajustado perfectamente a su cintura, soltó de golpe la respiración que estaba aguantando. Su madre la veía sentada en aquel gran sillón tallado a mano, con un vaso de whisky en la mano derecha y una revista de Vogue en la mano izquierda, aunque hace rato que dejo de leerla.

La estilista le dio la vuelta para acomodarle el escote. Ella solo dio un pequeño suspiro para que su madre no se diera cuenta de que estaba disgustada con todo esto.

No estaba acostumbrada a que eligieran sus vestidos y mucho menos a tener una fiesta de cumpleaños tan grande, aunque en el fondo sabía que el motivo de esa fiesta no era solo por su cumpleaños, sino por los negocios de su padre, le parecía incluso peor.

Creía que podía perderse a mitad de la fiesta que supuestamente era en "su honor", y nadie se daría cuenta, al menos eso planeaba hacer.

—Agatha, por favor retírate.

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