2. Plan B

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Un vals melancólico llenaba el salón, envolviendo a los bailarines en una atmósfera de nostalgia y romance. Los violines susurraban melodías dulces, mientras las violas y los violonchelos creaban un contrapunto profundo y emotivo.

Alessandro guió la mano de Isadora a su hombro, luego posicionó su mano en su espalda baja, y sostuvo con delicadeza la otra mano de la chica.

Él se movía con gracia y precisión, guiando a Isadora con pasos ligeros y elegantes. Sus cuerpos se mecían al ritmo de la música, unidos por un invisible hilo de conexión. Isadora dejándose llevar por la suave cadencia del vals.

Los ojos de Isadora brillaban con una intensidad inusual. Observaba a Alessandro con una mezcla de admiración. Él, por su parte, la miraba con una expresión neutral, casi ausente. Sus ojos no reflejaban ninguna emoción, solo un vacío insondable.

— ¿Por qué decidiste bailar conmigo? —murmuro Alessandro contra su rostro.

—Estoy molesta con mis padres.

—Ah. —rió. —Ya entiendo lo que haces.

Aunque Isadora lo usara para molestar a sus padres, no pudo evitar sentir una oleada de calor recorrer su cuerpo mientras bailaba con él. Su corazón latía con fuerza. La cercanía de su cuerpo era una tortura deliciosa. Sin embargo la mente de Alessandro estaba en otra parte, en un lugar oscuro y lejano.

—Solo usas a este bartender para enojar a tu papi.

Su cuerpo solo obedecía los movimientos mecánicos del baile, sin ninguna conexión emocional.

La tensión en el ambiente era palpable. Los ojos del hombre de traje negro seguían a Alessandro e Isadora por la pista de baile. Su mirada era penetrante, llena de rabia.

Isadora lo sentía, una presencia invisible que pesaba sobre ella como una losa. Alessandro, por su lado, parecía no inmutarse. Su rostro permanecía impávido, como una máscara sin alma.

—No tengas ningún resentimiento, no creas que alguien como tú puede bailar conmigo.

La última nota del vals se extinguió en el aire. Alessandro e Isadora se separaron lentamente, sus miradas se encontraron por un breve instante. En los ojos de ella, había una mezcla de tristeza. En los de él, solo un vacío infinito.

—No creas que querré volver a bailar contigo.

—Solo haz tu trabajo, chico misterioso.

Él fingió una sonrisa.

Ella solo se giro con una mueca.

—Claro que haré mi trabajo, y lo haré muy bien. —él ríe mientras se encamina a su lugar.

Ella camino hasta la mesa esperando algún regaño, sin embargo no hubo ninguno de parte de ellos, su padre solo la miró con decepción y se dio la vuelta para conversar con sus amigos.

Se sentó junto a sus hermanos.

— ¿Qué tienes en la cabeza, Isadora? —Matteo la vio.

— ¿De qué? —respondió ella.

—Ya empezaron a hablar de ti bailando con un bartender. —dijo Luca con un tono calmado.

—Lo hiciste ante la mirada de todos, lo vieron salir del bar y bailar contigo. —volvió a hablar Matteo.

Ella se quedó en silencio y vio a Steven, que la veía sin decir nada.

—Esto va a quedar muy mal frente a la empresa, a papá no le gustó nada.—esta vez Dante menciona.

El As DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora