4. Dispara

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11:30 pm.

El sonido de sus pasos acelerados resonaba en sus oídos mientras Alessandro corría por las angostas calles de Roma.

Su corazón latía desbocado en su pecho, cada latido marcando el ritmo frenético de su huida. Sabía que los hombres de Vincenzo Lombardi estaban pisándole los talones.

El aliento de Alessandro se convertía en pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la noche mientras esquivaba callejones y doblaba esquinas con destreza. Cada vez que se volvía para mirar, podía ver las sombras de sus perseguidores acercándose cada vez más.

Finalmente, al llegar a un callejón sin salida, Alessandro se detuvo abruptamente, su pecho subiendo y bajando con agitación. Se giró hacia sus perseguidores, sus ojos oscuros brillando con determinación y una pizca de miedo. ¿Cuántos eran?, podía contar al menos siete u ocho, la luz era escasa ante sus ojos.

Los hombres de Lombardi se abalanzaron sobre él, rodeándolo con malicia y violencia palpable. En ese momento de desesperación y angustia, parecía que Alessandro estaba acorralado, sin salida posible, incluso podía sentir que ya no había vuelta atrás, y que su objetivo no fue cumplido.

En ese mínimo instante, el silencio de la noche se vio interrumpido por dos únicos y ensordecedores disparos. El sonido cortante del arma resonó en el callejón, haciendo eco en las paredes de ladrillo y reverberando en el aire frío. Fue como si el tiempo se detuviera por un instante, congelando la tensión en el aire mientras el eco se desvanecía lentamente en la distancia.

Viernes 15 de Septiembre del 2023 - 4 horas antes.

Isadora veía a los lados mientras acomodaba su corto vestido blanco en aquella mesa. Llevaba media hora esperando al dichoso empresario francés.

Alessandro se aproximó a la mesa donde Isadora aguardaba impaciente, con una sonrisa irónica en los labios. Observó el vestido blanco que resaltaba la elegancia de la mujer y, a su vez, la frustración palpable en su rostro.

—¿El empresario francés aún no ha llegado? —preguntó Alessandro con un tono burlón, mientras colocaba las copas en la mesa.

Isadora soltó un suspiro exasperado y lo vio con recelo, "¿Cómo sabía de él?" Se preguntó.

—Llegará en cualquier momento. —susurro ella.

Alessandro arqueó una ceja, e intentó no reir.

—¿No ha llegado? Qué sorpresa. Debe ser un hombre muy ocupado, ¿no? —comentó con sarcasmo, mientras vertía vino en las copas.

Isadora frunció el ceño, mirando a Alessandro con reproche.

—Viniste aquí a burlarte, o a servirme. —replicó ella, con un dejo de irritación en su voz.

Alessandro se encogió de hombros, tratando de ocultar su propia inquietud.

— ¿Dónde está tu padre? Debería estar aquí para asegurarse de que estés bien atendida. —preguntó, notando la ausencia de Vincenzo.

Isadora levantó la mirada hacia Alessandro.

—La cita es mía no de mi padre, —inquirió con una leve sonrisa de enfado. —no va a venir.

Un escalofrío recorrió la espalda de Alessandro mientras comprendía lo que eso significaba. Si Vincenzo no estaba allí, entonces estaba probablemente en la dirección que le habían dado. La realización golpeó a Alessandro como un rayo, quiere decir que el plan B que había planeado para esa noche solo fue en vano, esto lo lleno de una determinación fría y peligrosa.

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