✧ Capítulo 31 ✧

69 8 3
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


PANDORA

No entendía nada. Marco estaba ahí, a solo unos metros de mí. Alto, despeinado y aún vestido con el uniforme del colegio, aunque con la camisa por fuera y el jersey demasiado estirado.

Pero estaba ahí. Estaba vivo.

Corrí hacia él y lo estreché entre mis brazos. A mi espalda, Hunter caminó hacia nosotros con precaución.

—Pero ¿cómo...? —preguntó, confundido.

Marco nos observó a ambos y Hunter posó su mano en el hombro del chico, en parte como un saludo y, a la vez, para cerciorarse de que estaba vivo, de que sus ojos no le mentían.

—¿Cómo puede ser? —susurré, enmarcando su rostro con mis manos—. Te vi saltar.

Marco bufó con suavidad y se alejó de mí con un movimiento lento. Quizás estaba abrumado por recibir tanta atención de golpe.

—Como si esta fuera la primera cosa inexplicable que nos sucede.

En eso tenía razón, sí. ¿Pero algo tan tangible? ¿Tan real?

—¿Y Amanda? —pregunté. Ella también había saltado, ella también había caído por el Acantilado.

—También ha vuelto —respondió Marco, asintiendo con la cabeza—. Ambos lo hemos conseguido.

—¿Pero... estás bien? —preguntó Hunter.

Marco asintió con la cabeza.

—Estoy mejor de lo que he estado en años, te lo juro —contestó y parecía sincero.

Desde luego, esa sí que era una sorpresa. Agradable, muy agradable.

—Tenemos que irnos —dije yo de pronto, como si acabara de recordarlo—. Vámonos de aquí cuanto antes.

—Justamente eso era lo que queríamos deciros —intervino Santos—. Pero hemos escuchado algo y...

Durante los siguientes dos minutos nos hablaron de un encuentro que se estaba realizando en ese mismo momento en el despacho del director de la Academia y de todo lo que nuestros amigos habían escuchado allí. Hunter y yo intercambiamos una mirada de complicidad, aunque la realidad era que ninguno de los dos entendía absolutamente nada de lo que estaba sucediendo.

En ese momento deseé poder llamar a mis padres, aunque ese no fuera un sentimiento recurrente en mí. Mis padres habrían mandado a alguien a la Academia, ellos habrían conseguido asegurarse de que tanto mis amigos como yo nos encontrábamos bien y regresábamos a casa sanos y salvos.

—¿Qué proponéis? —preguntó Hunter—. ¿Nos marchamos nosotros solos o...?

Marco se opuso al instante.

Los infiernos de Hunter Alexandre.  [Fantasía/Romance].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora