✧ Capítulo 33 ✧

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MARCO

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MARCO

Había una gran confusión en la cafetería esa mañana.

Los profesores se habían marchado, casi todos lo habían hecho, al menos. Los alumnos que aún permanecían en la Academia parecían perdidos. Entré en la sala sin esperar que estuviera tan concurrida y, como si fuera una estrella del rock, todo el mundo se quedó callado al verme.

Los ojos del resto de los alumnos siguieron cada uno de mis movimientos y me pregunté si acaso me había olvidado de ponerme pantalones ese día. Pero no, no era eso. Estaba claro que me daban por muerto.

Había estudiantes de todas las edades, varias decenas de ellos. Amanda se acercó a mí tan pronto como me vio.

—¿Sabes algo de Enzo? —me preguntó.

Apreté los labios. Eso significaba que su hermano pequeño aún no había aparecido. Yo, evidentemente, no podía decirle que ya lo había imaginado. Enzo no aparecería de nuevo, igual que no lo había hecho Emma.

Negué con la cabeza.

—He intentado hablar con el director —me dijo— y con el señor Castelli. Pero lo único que hacen es ignorarme.

—¡Han sacado a la mitad de los estudiantes del colegio y a nosotros nos han dejado aquí abandonados! —gritó un niño al otro lado del comedor, haciéndose oír entre la multitud.

—¿Qué hay de nosotros? —preguntó otro.

—Y seguimos sin tener internet —me dijo Amanda con los ojos entornados—. No he podido contarles lo que ha sucedido a mi familia... Ellos no saben nada aún.

Me rompía el corazón escuchar sus palabras, también saber que todos esos niños se sentían abandonados, dejados de lado. Me encogí de hombros y me dirigí a todos.

—¿Por qué me estáis contando todo esto? —pregunté—. ¿Qué queréis que haga yo?

Amanda miró a su espalda y el resto de los alumnos la observaron unos segundos. Fue como si ya hubieran tenido esa conversación antes, como si solamente me estuvieran informando de una decisión tomada de forma unilateral. Finalmente, Amanda se giró hacia mí de nuevo.

—Podéis hacer algo. Tú y tus amigos. Les he contado a todos lo que sucedió en el Acantilado, el hecho que los dos seguimos vivos —aclaró—. Y Alicia Santos es la hija del director, a vosotros os escucharán.

Enarqué una ceja.

—¿Por qué nosotros? ¿Qué queréis que hagamos?

—Vosotros estabais allí cuando Emma Harlow desapareció. Nadie nos escuchará a nosotros, ¡todo el mundo nos está ignorando! Tenéis que hacerlo vosotros.

Tardé varios segundos en contestar. No sabía qué hacer ni qué decir. Suspiré y miré a todos los estudiantes. Se habían quedado en silencio, esperando mi respuesta.

—Intentaremos hablar con ellos —dije, y me arrepentí al instante—. Pero no puedo garantizar que eso vaya a solucionar nada. Tan solo... —Me quedé callado durante varios segundos y, finalmente, tan solo asentí con la cabeza—. Bueno, vamos a intentarlo.

Amanda sonrió, pero su sonrisa era triste, preocupada. No podía culparla, en realidad. Se acercó a mí y posó su mano sobre mi brazo durante un instante. La miré a los ojos y vi en ellos un brillo que me sorprendió, un brillo que nunca antes había visto en la mirada de nadie más. Aparté la vista con incomodidad.

Solo en ese instante alguien rozó mi espalda y la mano de Amanda desapareció al instante. Mi corazón se detuvo un momento y, cuando me giré, me encontré de frente con los ojos oscuros y curiosos de Santos. Su aroma me golpeó de golpe y, una vez más, se me hizo casi imposible resistirme a ella.

—¿Qué sucede? —preguntó.

Apreté los labios antes de responder.

—Parece ser que alguien nos ha nombrado los nuevos mensajeros de la Academia—dije con seriedad—. Tenemos que reunir al resto.

⚜︎ ⚜︎

Los pasillos nunca habían sido tan oscuros, tan lóbregos como en ese momento. Ordenamos a todos los estudiantes permanecer en la cafetería y no recibimos ninguna queja al respecto, nadie quería alejarse de los demás ni quedar solo, por miedo a desaparecer como ya lo habían hecho Emma y Enzo.

Pandora apareció en la cafetería unos minutos más tarde y se sorprendió al encontrarla completamente llena de estudiantes.

—Hunter no está bien —dijo en un susurro—. Está enfermo.

Apreté los labios.

—¿Qué le pasa?

Ella se encogió de hombros.

—No lo sé. Ha tenido mucha fiebre durante la noche, por momentos incluso deliraba... ahora está descansando.

Amanda, a nuestro lado, frunció el ceño.

—Yo también estuve enferma hace un par de semanas. Tuve mucha fiebre, pero nadie me llevó al hospital.

Santos me observó durante un instante y yo aparté la vista, incómodo. Estaba más que claro que no se trataba de una enfermedad normal y yo lo sabía perfectamente. Nunca antes me había sentido tan mal como durante esos días.

Poco a poco me daba más cuenta de lo que estaba sucediendo, de lo que significaba todo aquello que me rodeaba.

Pero no quería verlo. No aún.

Porque sabía lo que significaba si lo hacía. Si me encontraba cara a cara con una realidad que no podía aceptar.

Porque en el fondo, muy en el fondo, sabía que me estaba convirtiendo en algo más, algo que me iba a cambiar para siempre. Y que muy pronto, aunque yo no quisiera, dejaría de ser yo mismo.

—Vamos a ver a Hunter —dije con voz grave. Después bajé la mirada de nuevo.

⚜︎

¡Hola! Gracias por pasar a leerme de nuevo :)

Ya no queda mucha historia. Espero que os esté gustando la historia. Hacía mucho que no escribía nada de fantasía, así que he hecho lo posible jaja.

Nos vemos en el siguiente.

Mil besos

♡ Mil besos ♡

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Los infiernos de Hunter Alexandre.  [Fantasía/Romance].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora