Juan se encontraba con un alumno en la sala de estar de la casa mientras Spreen estaba encerrado en la habitación que ahora era de ambos. Habían hablado de que cuando el castaño estuviera trabajando, Spreen estaría en cualquier otro lado de la casa para no distraer a los adolescentes.
El pelinegro miraba el chat de Robleis en su teléfono, siendo el último mensaje de este un "llámame cuando puedas". Obviamente, Spreen nunca lo llamó al igual que tampoco llamó a Carre o a Ollie, que le pedían que pensara mejor y que sólo querían aclarar las cosas con él. Ninguno de ellos entendía cómo se sentía realmente.
Dos pequeños golpes a la puerta llamaron su atención. Juan abrió un poco, sonriendo al ver a su pareja.
- ¿Puedo pasar? -
- Claro. - Cuando entró, el de ojos ámbar dejó la puerta abierta y se sentó a su lado en la cama. - ¿Ya terminaste con las clases? -
- Por hoy sí. - Un pequeño silencio reconfortante se hizo presente. - Oye, perdona por lo de ayer. -
El pelinegro tuvo que hacer memoria para saber a qué se refería. Cuando lo recordó, negó con la cabeza. - Perdóname tú a mí, a lo mejor sí me pasé un poco con él. -
Ninguno dijo nada porque realmente no tenían nada más que decirse, quedándose en silencio un par de minutos mirando a la pared o al suelo pensando en sus cosas. Juan fue el primero en romper el hielo.
- Creo que voy a borrar el libro que estaba escribiendo, el que te enseñé cuando nos conocimos. -
- ¿Qué? ¿Por qué? -
- No es lo suficientemente bueno. - Dijo con total tranquilidad, como si no le doliera tirar a la basura meses de esfuerzo. - Tendré que escribir algo que sí le guste a la gente. -
- ¿Qué mierda importa lo que le guste a la gente? -
- ¡Spreen! -
- ¿Qué? Lo digo en serio. - El pelinegro se levantó de la cama. - No importa una mierda lo que opine la gente. Si lo haces con pasión y es algo que realmente te gusta, las personas se sentirán atraídas por esa pasión y también les gustará, créeme. Así empezamos los chicos y yo. -
Al decir eso, el ojigris se ve un poco decaído y es que, aunque no quisiera admitirlo, los echaba de menos. Al fin y al cabo, eran prácticamente su familia y el cambio había sido demasiado repentino.
- Ojalá pudiera tener tu misma actitud, sería todo mucho más fácil. - Dijo el castaño, riéndose un poco. - Al menos te tengo a ti a mi lado, eso hace el rechazo un poco menos doloroso. -
Spreen sonríe, apenas sonrojándose. Juan cree que podría tomar como costumbre ver sonreír así a su novio. Se levanta de la cama y se dirige al más alto, abrazándolo como si su vida dependiera de ello. El agarre del contrario en su cintura es más suave, pero aún así sabe que lo ama con la misma intensidad que él. Y de repente, Juan piensa si sentir tanto por alguien en tan poco tiempo es normal, porque aunque pareciera que llevaban 10 años juntos, apenas llevaban un mes.
- ¿Qué quieres para tu cumpleaños? - Pregunta de repente, ignorando sus insignificantes dudas.
- No hace falta que me compres nada, mi amor. El mejor regalo que puedes darme es tu tiempo. -
- Supongo que tendré que cancelar el pedido de tarta red velvet que le hice a Noni entonces... -
- ¿¡Pediste qué!? - La reacción tan exagerada de Spreen le hizo reír. - ¿Cómo sabes que es mi sabor de tarta favorito? -
- Puede que haya leído algo por internet... -
- Oh, eres un tramposo entonces. - Juan se encogió de hombros. - Supongo que tendré que castigarte por hacer trampas. -
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The Fame ──── Spruan
FanfictionEn donde Spreen es un guitarrista reconocido que a pesar de estar contento con su fama, quiere una conexión más íntima con alguien especial y en donde Juan es un escritor de novelas románticas que jamás ha tenido una relación sana, pero busca la ate...