un cumpleaños deprimente

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Juan se despertó agitado, respirando con dificultad como si se hubiera estado ahogando en un mar infinito y por fin hubiera podido salir a la superficie. Puso la mano en su pecho, respirando cada vez más lento para poder intentar estabilizarse. Cuando lo logró, miró a su lado. Spreen seguía durmiendo como si nada. Sonrió y le dejó un beso en la mejilla, levantándose con cuidado para no despertarlo.

Se quitó el pijama y se puso ropa cómoda para bajar a la cafetería, agarrando su portátil para meterlo en su funda correspondiente. Justo antes de salir, le sorprendió cuando le llegó una llamada a su teléfono de parte de Mayichi. Decidió contestar, yéndose a la cocina para no despertar al pelinegro.

- ¿Sí? -

- ¡Feliz cumpleaños! - Escuchó a las chicas aplaudir y celebrar y sonrió. No entendía por qué lo veían como una gran fiesta.

- ¿Ya es once? - Miró el calendario pegado a la nevera. En él se veía el mes completo de enero.

- Claro que sí, bobo. ¿Cómo vas a olvidarte de tu propio cumpleaños? - Le recriminó Mayichi. - ¿Cómo se siente cumplir veintiséis? -

Juan pensó un poco, suspirando frustrado. ¿Debía decir la verdad? - No muy bien. -

- No digas eso. - Escuchó de lejos a Cristinini. - Los treinta son los nuevos veinte. -

- Lo serán para ustedes. Para mí cada año que pasa es reducir un poco más mis probabilidades de éxito. -

Tuvo que aguantar a sus dos amigas intentando consolarle diciéndole que no pensara así, que aún tenía mucho tiempo para cumplir sus sueños, pero él sabía muy bien que no era verdad. La gran mayoría de grandes escritores se habían hecho famosos antes de los treinta y él no iba a ser la excepción: si quería fama, debía conseguirla antes de esa edad.

Cuando por fin colgó la llamada, bajó hasta la cafetería. Allí podría relajarse y olvidarse un poco de todo.

...

Ya con su portátil encendido y la aplicación que usaba para escribir abierta, no pudo evitar estresarse al sólo ver una página en blanco. Había estado intentando mucho tiempo inspirarse con algo, pero no había nada lo suficientemente bueno. Siempre empezaba a escribir algo para luego borrarlo, buscando la máxima perfección. Nada de lo que había escrito anteriormente era suficiente, ¿por qué algo de lo que escribiese ahora sería bueno? Al menos, eso pensaba.

- Feliz cumpleaños, Juan. - Aroyitt dejó un trozo de tarta frente a él junto al café que había pedido.

El castaño observó el trozo de tarta de queso perfectamente cortado. - No tengo dinero para la tarta... -

- No te preocupes, Spreen la pagó ayer. - Oh, no esperaba aquel gesto de su novio. Quizás era cierto que lo estaba cuidando más. - Y... ¿qué libro escribes ahora? ¿Algo inspirado en la obra de teatro que estabas leyendo la última vez? -

- No. - Contestó secamente. No estaba de humor para hablar.

- ¿Entonces el qué? ¿Me dejarás ver cuando-? -

- Aroyitt, ¿puedes callarte un momento? Hablas demasiado, eres molesta la gran parte del tiempo. -

El de gafas no se dio cuenta de lo que había dicho hasta que levantó la mirada, viendo como la rubia lo miraba sorprendida y al borde del llanto. ¿Tan mal lo había dicho?

- Aroya-. -

- Que te jodan, Juan. Sólo intentaba ser amable contigo. -

Cuando la chica se fue, Juan simplemente apagó su laptop y la guardó de nuevo. Le pidió a Noni que le pusiera el café y la porción de tarta para llevar y volvió a su casa.

The Fame ──── SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora