El tiempo había pasado más rápido de lo que creían. Tan rápido, que se encontraban cumpliendo ocho meses como pareja.
Juan miró el calendario de la cocina mientras se tomaba un té de manzanilla con miel. El nueve de mayo estaba rodeado con rojo y tenía dibujado unos corazones, cosa que lo hizo sonreír.
- ¡Cariño! - Aquel grito proveniente del dormitorio lo hizo girarse asustado, encontrándose a Spreen sólo con la ropa interior y el pelo muy despeinado. - ¡Cumplimos ocho meses! -
- Sí, lo sé. -
- Es... ¡es increíble! -
El de gafas sonrió, sorprendiéndose al ver cómo Spreen corría hasta él para abrazarlo fuertemente, levantándolo un poco del suelo.
- Esta noche vamos a cenar a un sitio elegante de los que no nos gustan. Nos lo merecemos. -
- Pero no nos gustan... -
- ¡Pues por eso! Hay que hacer algo diferente, la ocasión lo requiere. -
Juan rió por eso mientras veía a su novio ponerse el pantalón del pijama e ir hasta el balcón de la habitación con un cigarro de marihuana en sus manos. Al notar eso, el castaño hizo una mueca.
En esos meses todo había estado igual. Spreen seguía drogándose y bebiendo alcohol y solían tener discusiones muy a menudo sobre eso donde ambos perdían las formas y se gritaban sin parar. Luego estaban sin hablarse unas horas y cuando estaban más calmados se pedían perdón para seguir como si nada. Juan había descartado otros tantos borradores de libros y sus amigas solían llamarlo para decirle que estaba en una situación muy tóxica y que debería...
- No. - Decía siempre. - Ustedes no lo conocen como lo conozco yo. Él va a cambiar, y lo hará por mí. -
Y claro que Spreen cambiaría; porque si Juan había lidiado con hombres peores, el pelinegro no sería nada comparado con todos ellos. No necesitaba a nadie que le dijera lo que tenía que hacer con su maravillosa relación porque él podía arreglarlo todo.
Por otra parte, Spreen había vuelto a hablar con sus amigos, aunque todo se sintiera diferente a lo que eran antes. Nuevamente se negaba a volver a la banda, porque ahora más que nunca, sentía una conexión mayor con Juan. ¿Qué importaban las peleas? El escritor lo aceptaba a pesar de todo y siempre se pedían perdón, ignorando la situación como si nunca hubiese pasado nada. Eso le daba cierta calma, no queriendo pensar en todas las cosas que había hecho mal y mucho menos en las cosas que le podría haber dicho a Juan estando borracho. Prefería fingir que lo había olvidado antes que admitir sus errores.
Cuando terminó de fumar, tiró el cigarro a la basura y salió a la sala de estar, viendo a Juan tomarse el segundo café de la mañana. Frunció el ceño, sin entender ese gesto por parte de su pareja.
- Cariño, ¿no te habías bebido ya una taza de café? Eso sin contar la manzanilla. -
- Sí... - Suspiró. - Bueno, no te preocupes. - Luego de decir eso sonrió, como quitándole importancia al asunto. Spreen asintió lentamente con la cabeza.
El día fue pasando de forma cotidiana, como otro cualquiera. No había mucha conversación como pasaba desde hacía tiempo, cada uno pensando en sus cosas casi como si el otro no estuviera allí. A la tarde el guitarrista se sentó en el sofá a practicar una canción en la guitarra acústica y Juan, poniéndose los auriculares para evadirse del mundo que lo rodeaba, intentó escribir algo nuevo. Aunque la rutina no fuese siempre algo malo ambos odiaban hacer lo mismo todos los días, pero no lo decían. Ellos nunca decían nada.
Ya a la noche, se vistieron lo más elegante posibles y fueron a un restaurante que los chicos de la banda le habían recomendado a Spreen.
- Una mesa para dos, por favor. -
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The Fame ──── Spruan
FanficEn donde Spreen es un guitarrista reconocido que a pesar de estar contento con su fama, quiere una conexión más íntima con alguien especial y en donde Juan es un escritor de novelas románticas que jamás ha tenido una relación sana, pero busca la ate...