☞Treinta y nueve☜

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"Cuerda Floja"

Pov T/n

- Vamos a casa......estás helada.

Su voz sonaba como eco en mi mente mientras mi mirada yacía perdida en todo lo que existía detrás de su espalda.

Ya no estaba...........

Recordé su aspecto una y otra vez como si se tratase de un videoclip dañado.

Mi corazón latía inquieto y mi cuerpo se reusaba a mover alguna de mis extremidades e incluso a emitir sonidos.

Su mano palpaba la gabardina que cubría mi cuerpo confirmando el estado totalmente empapado de mis prendas.

Jeon se separó de mi solo unos cuantos centímetros.

Me observa con delicadeza percatado de mi estado tan aturdido.

El pelinegro levantó la mirada observando a su alrededor y con su mano libre llamó la atención de un taxi que iba pasando por la calle.

El vehículo se detuvo a un lado de nosotros y el pitido del claxon me ayudó a salir del trance.

Parpadee un par de veces captando nuevamente la velocidad en la que las gotas de lluvia caían incesantemente, mientras mis oídos recibían el sonido del golpe que emitían las mismas gotas al impactar en el suelo.

Jeon se acercó al taxi estirando el brazo para no alejar el paraguas de mi.

Cruzó un par de palabras con el conductor antes de abrir la puerta trasera del auto e indicarme que entrara con un simple:

- sube.....

Lo pensé por un momento pero al final accedí ingresando al auto de manera torpe; después de mi entró él no sin antes cerrar el paraguas y sacudirlo un poco para no mojar el interior del auto.

Al menos no tanto como yo que ahora los asientos absorbían toda el agua que mis prendas habían acumulado.

El taxi comenzó a moverse hasta llegar a casa.

Durante todo el camino sentí la mirada de Jeon sobre mi, sin embargo no le hice frente y opté por mirar por la venta.

A pesar de que el auto tenía la calefacción encendida no logró regular mi temperatura tan siquiera un poco.

En cuanto se estacionó delante de mi casa, salí de inmediato dejando a Jeon atrás.

Abrí la puerta, entre a la casa, me saqué los zapatos y caminé descalza hasta llegar a mi habitación.

Durante todo esto escuché cómo Jeon entro a la casa y realizó exactamente lo mismo que yo a excepción de que él no subió al segundo piso.

Al parecer había entendido lo que le dije la última vez.

Entré a mi baño abriendo la regadera y dejando que el agua cayera en la tina, el vapor del agua caliente no se hizo esperar.

Me despoje de todas mis prendas y las dejé tiradas en el suelo adentrandome en la tina sin esperar siquiera que se llenará a la mitad, me coloqué debajo de la regadera sentandome con mis rodillas a la altura de mi pecho y hundiendo mi rostro en ellas.

Las pequeñas pero prolongadas gotas me brindaban un masaje impactando en mi nuca y resbalando por toda mi espalda.

El agua estaba potencialmente hirviendo pero apenas y lo sentía; aún así me tarde poco más de 10 minutos en regular mi temperatura.

El recuerdo del regalo que me había dado Tae en mi último cumpleaños habia inundado mi mente.

La canción que cantó esa misma noche para mí, comenzó a reproducirse en mis oídos de forma ficticia.

𝔐𝔦 𝔮𝔲𝔢𝔯𝔦𝔡𝔞 𝔡𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora