—¿Estás segura de que sabes controlar esto?—pregunto, sujetándome del interior de la carreta.
—Claro que sí, ¿por quién me tomas?—se defiende Reizei.
—Tal vez no deberías jalar mucho las riendas del... ¡uaah!
Mis palabras son interrumpidas por una sacudida que me tumba de espalda. Reizei está a punto de reírse cuando el caballo se sacude y ella ahoga un grito al estar a punto de caerse de su lomo. Ay, este viaje está siendo un completo desastre. El hecho de que la carreta esté todavía completa es un milagro.
—No te ofendas, pero tal vez deberías aprender a cabalgar mejor cuando lleguemos a la capital—sugiero.
—¡Soy una experta cabalgando! Cuando estuve en mi entrenamiento, los animales me amaban...
El caballo vuelve a relinchar y sacudirse violentamente. Comienzo a temer que tomar el regalo de Yume haya sido una terrible idea. A este paso vamos a terminar viajando a pie.
—Je, creo que puedo notarlo—me burlo un poco.
—Ríete lo que quieras, pero voy a domar a este estúpido caballo antes de que lleguemos a nuestra siguiente escala—Reizei batalla para enderezar el rumbo del animal.
—Espero que no falte mucho, ansío dejar de rebotar de un lado a otro—me quejo.
—No es mi culpa, esta irritante bestia no me hace caso—gruñe Reizei.
Me asomo por la pequeña ventana instalada al frente de la carreta. Puedo ver el camino de tierra, uno mucho más abierto y por el cual pasan muchos carros, a juzgar por las marcas de ruedas grabadas en el suelo. Reizei me dijo que tomaríamos un camino principal que nos llevaría rápido a Yanagawa, nuestra próxima parada en el mapa.
Yanagawa es una ciudad grande y comercial. Es el asentamiento humano más extenso en el sur, y un punto importante para el imperio debido a su proximidad con la frontera del shogunato Shinkoshi. Además, es un sitio muy devoto hacia los dioses, por lo que la espiritualidad está muy presente. Por desgracia, debo desistir de la idea de contactar a Taiyokami ahí y en cualquier otro sitio hasta que llegue a la capital.
Regresando a la realidad, Reizei sigue intentando controlar al caballo sin mucho éxito. Lo que pensaba que no podía empeorar escala hasta un punto en ya es inevitable que algo malo suceda.
—¡Reizei, cuidado con esa persona!—exclamo, señalando hacia un costado del camino.
—¡Aaaah, quítese del camino!—grita ella, intentando frenar.
El caballo desobedece cada orden de Reizei y corre hacia el lado derecho del sendero donde por desgracia hay un hombre. Este último voltea al escuchar nuestras suplicas y solo puedo ver su cara torciéndose en una expresión de sorpresa antes de que se arroje hacia un lado y nuestra carreta se estrelle. Reizei sale disparada del caballo cayendo frente al animal; yo por mi parte me golpeo con las paredes del carro.
—¡Por todas las estrellas del firmamento! ¿Qué clase de lunático conduce de esa forma?—exclama el joven.
Me apresuro para salir de la carreta y revisar que tanto él como Reizei se encuentren bien.
—¿Se encuentra bien? Lo sentimos mucho—camino ligeramente mareada.
El chico se levanta y sacude su ropa para quitarse de encima todo el polvo, hojas y ramas. Él acomoda su cabello y me mira fijamente. Su expresión de molestia cambia por completo al notar también a Reizei, quien ya se la levantado del suelo y está maldiciendo al caballo.
—¿Pero con que bellas flores han sido bendecidos mis ojos?—esboza una sonrisa que quiero pensar que es un intento por ser apuesto.
—Con las del lodo al costado del camino, creo yo—interviene Reizei.
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Balada De Flores Lunares © | Tsuki no hana no barādo | 月の花のバラード
Fantasy«La luna cayó a la tierra. El sol no la buscó; y cuando se encontraron de nuevo, una balada de flores lunares la espada cantó». Tsukigami, la dulce diosa lunar, está enamorada de Taiyokami, el dios solar. La cruda naturaleza de sus seres solo les pe...