—Los fantasmas, conocidos más coloquialmente en Kimonai como yūrei, son las almas de las personas que regresan del inframundo debido a ciertas situaciones relacionadas con su muerte. —Yamamoto comienza la explicación— Hay distintas clasificaciones de estos, pero te contaré las que tuve el gusto de escuchar durante mis viajes.
Asiento de forma afirmativa a la exposición de Yamamoto. Reizei, por su parte, solo está existiendo y su atención al tema no es mucha.
—Sé que puede sonar algo irrespetuoso de mi parte meterme en sus asuntos, ¿pero puedo saber para que necesita saber esto?—pregunta él, antes de continuar.
—Bueno, conocí a alguien que está siendo atormentado por un fantasma y quiero ayudarle con un ritual de purificación—respondo, bajando la mirada y esperando un regaño.
—¡¿Qué?! ¿Ahora quieres dártelas de caza fantasmas?—exclama Reizei.
—Je, no pude evitarlo—me defiendo.
—¿Qué hay de la investigación de la lluvia?
—La pospondré un poco. Creo que esto es un tema muy importante, hay un bebé de por medio—informo.
Veo a Yamamoto cambiar su expresión al escuchar esa última frase.
—Señorita Kyoko, ¿un bebé es la víctima del fantasma?—extiende su mano para alcanzar un diario.
—Sí, es correcto.
Yamamoto abre el pequeño libro y pasa las hojas con velocidad, como si estuviera buscando un registro en específico. Finalmente, se detiene casi a finales del diario y endurece la mirada.
—Voy a narrarte una historia que me contaron durante mi estancia en Hengakyo, cerca de la cordillera de Kimonai. Ahí conocí a un hombre con quien bebí un par de tragos; él tiene una hija que fue atormentada por un fantasma cuando estaba recién nacida. Intentaron ahuyentar al espectro por todos los medios posibles, pero fue en vano. Un día, durante un momento de debilidad, el hombre descuidó a su hija, permitiendo que el fantasma se la llevara. Una gran parte de la ciudad se unió para buscar a la niña, día y noche sin descanso. Luego de unos días, la encontraron cerca de las montañas nevadas, siendo cuidada por nada más y nada menos que el fantasma de la esposa de aquél hombre; ella murió durante el parto, y no pudo pasar tiempo con su hija. Finalmente, el espectro entregó a la niña a su padre y desapareció para no volver a manifestarse nunca más—relato, recordando la historia que me contaron.
Me mantengo en silencio y al filo de mis pensamientos. Esta historia trae muchas cartas nuevas que poner sobre la mesa, todas relacionadas con el parentesco de Nakajima y su bebé. En el fondo, una pequeña teoría desagradable comienza a germinar.
—Entonces... ¿qué podemos hacer para que el fantasma se aleje?
—El yūrei del que acabas de escuchar se trató de una ubume, el fantasma de una madre que murió sin poder cuidar de sus hijos. No suelen ser agresivos ni maliciosos, pero un ritual de purificación bien llevado a cabo debería bastar para alejar al espectro—añade Yamamoto.
Suelto un suspiro de frustración que Reizei no deja pasar por alto.
—Siempre que haces eso hay problemas, y creo que esto no será la excepción—comenta ella.
Me veo forzada a darle la razón. Si lo que me dice Yamamoto es cierto y el fantasma termina siendo una ubume, habrá ciertas explicaciones que Nakajima tendrá que dar. Si el espectro intenta alcanzar al bebé por un motivo como el de la historia, eso solo podría significar que ella no es la madre biológica de su hijo. Convendría investigar un poco más la situación.
ESTÁS LEYENDO
Balada De Flores Lunares © | Tsuki no hana no barādo | 月の花のバラード
Fantasy«La luna cayó a la tierra. El sol no la buscó; y cuando se encontraron de nuevo, una balada de flores lunares la espada cantó». Tsukigami, la dulce diosa lunar, está enamorada de Taiyokami, el dios solar. La cruda naturaleza de sus seres solo les pe...