14

343 30 1
                                    

Poché

Desaparecer. Eso quería en ese momento.

—Pues en realidad, Poché no me dijo que saldría hoy contigo —la molestia de Manuela era notable, y eso solo me hacía sentir sofocada.

Karla se encogió de hombros y sonrió para provocarla—. Quizá no le importabas tanto como para decirte.

—¡Karla! —le llamé la atención y me puse entre ambas mirando hacia Manu—. Perdóname, de verdad. Olvidé decirte porque creí que Karla me cancelaría a último momento, como siempre —al decir esta última frase, dejó de prestarme atención y su vista pasó sobre mi hombro, hacia Karla.

—Entonces la dejas plantada tan seguido que ni siquiera te toma en serio —alzó ambas cejas—. Qué gran amiga eres, Karlita.

Cerré los ojos frustrada.

—No me hables de ser una buena amiga, eres la menos indicada para eso —volteé sorprendida al verla.

—¿A qué te refieres con eso? —regresé mi mirada a Manuela y, aunque parecía confundida, en sus ojos también podía ver otra cosa.

—Tú lo sabes, Manuela.

Giré todo mi cuerpo hacia Karla para sacarla del departamento. La tomé del brazo y tiré de ella hasta afuera—. Espérame un momento —cerré la puerta en su cara y regresé para encontrar la sala vacía.

Caminé por el pasillo y entré a la habitación de Manu. Estaba acostada en su cama en posición de estrella.

—A Karla le gusta provocarte, lo sabes.

Me senté a sus pies y acaricié su pierna.

—Como sea, solo aléjala de mí —frunció el ceño—. Y si vuelves a traerla, juro que las saco a las dos del departamento y cambio la cerradura.

Sonreí—. Lo que digas, cariño, te veo más tarde —me acosté sobre ella dejando nuestros rostros a unos centímetros de distancia—. Te quiero —susurré y dejé un beso en su nariz, dejándola roja debido al labial que tenía puesto.

Me levanté y salí del departamento.

—Te dije que esperaras abajo —fue lo primero que le dije a Karla cuando salimos del edificio.

—Ajá, y yo te dije que si tardabas más de cinco minutos iba a subir por ti —negué con la cabeza y suspiré—. Ya, ya, perdón, pero es divertido verla enojada.

—Si tú lo dices, pero deja de acusarla de esa manera, solo tenemos especulaciones y no pruebas, por favor.

Me miró fijamente unos segundos y después contestó en el mismo tono que yo—. Si tú lo dices.

—Ya, vamos —subí a mi auto y ella hizo lo mismo. Lo encendí y pregunté—. ¿Vamos primero a comer o a comprar las cosas?

Miró el reloj en su muñeca—. A comer, tengo un poco de hambre —asentí.

[...]

—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Karla una vez terminó su comida.

—¿El plan de qué?

Rodó los ojos—. Para saber qué es lo que ocultan tus queridos amigos y novia.

—En realidad no lo sé. Había estado pensando en preguntar a mis papás y Antonio unas cosas, ya sabes, para tantearlos —di el último bocado a mi pasta.

—¿Y Valentina? —tomó su limonada.

—No lo sé, siento que no le tengo la confianza suficiente para preguntarle sobre mis amigos, además, creo que no se llevan muy bien. Desde que desperté hay una tensión rara entre ellos.

Esta vez noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora