En las bulliciosas calles de Tokio, Yuki Tanaka lleva una doble vida: reportera dedicada por el día y letal asesina por la noche, conocida en los bajos fondos como "Kurogane". Sin embargo, su mundo se tambalea cuando recibe un encargo inesperado: el...
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Yuki llegó corriendo al cuarto, jadeando. Ami la miró preocupada, mientras Ken estaba sentado frente a ella con expresión seria.
—Hay mucho tráfico —dijo Yuki apenas pudiendo hablar.
Ami la miró y preguntó:
—¿Por qué traes la misma ropa de antes?
Yuki se miró y sonrió incómoda.
—Pasé cerca de donde estaba el Kaiju, por eso me tardé mucho. Me quedé viendo cómo peleaba Akarui Tori, pero...
Ken la interrumpió:
—Se supone que debías entrevistarme, no llegar tarde.
Yuki lo miró mal, pero hizo una inclinación a modo de disculpa.
—No volverá a suceder —dijo.
Ken la miró a través de sus lentes negros sin interés antes de empezar a comer sus fideos. Ami le cedió el asiento diciendo:
—Estaré afuera por cualquier cosa que necesiten.
Yuki asintió y se sentó frente a Ken. Lo miró mientras él disfrutaba sus fideos, y casi quiso pedirle un poco; tenía bastante hambre después de la pelea.
—¿Le molesta si grabo? —preguntó, sacando su celular.
Ken negó sin mirarla.
Yuki puso a grabar y comenzó.
—Su carrera ha sido muy extensa, quizás... impresionante —murmuró lo último.
Ken empezó a enumerar:
—Guante de Oro, Bate de Plata... —se servía té mientras hablaba.
Yuki lo miró mal; ni siquiera le había ofrecido té. Añadió con desdén:
—Aunque ha obtenido muchos premios, nunca ha ganado un campeonato.
Ken respondió con sarcasmo:
—¿Y qué? ¿Tienes algo mejor que eso?
Yuki solo dijo:
—Es una observación.
Ken la miró detenidamente y exclamó:
—Ahora que te veo bien, tienes los ojos de un color rojo... muy raro.
Yuki se acomodó los lentes mirando hacia abajo. Se suponía que los lentes debían estar activos para cambiar su color; había olvidado activarlos. Se regañó internamente.
