Un viejo pergamino olvidado en una cripta secreta de Antigua contiene una profecía sobre el Dragón de ojos dorados. Habla de un tiempo en el futuro, cuando el caos y la guerra una vez más asolen el reino, y los dragones regresen para reclamar su dom...
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Desembarco del Rey, la capital del vasto reino de los Siete Reinos, era una ciudad de contrastes. Sus calles bulliciosas, plagadas de mercados llenos de vida, nobles señoriales y rincones oscuros donde la delincuencia y el murmullo de conspiraciones florecían, constituían el latido constante de un corazón que bombeaba vitalidad y temor.
En el amanecer de un nuevo día, la ciudad despertaba con la misma rutina vibrante que había sostenido durante generaciones. Desde la Bahía del Aguasnegras hasta las puertas de la Fortaleza Roja, los habitantes de Desembarco del Rey se lanzaban a sus actividades diarias. Mercaderes instalaban sus puestos en la Plaza del Pesar, ofreciendo desde especias exóticas hasta armas forjadas por hábiles herreros. Los barcos en el puerto traían noticias y rumores de tierras lejanas.
La vida cotidiana de la ciudad era un teatro de clases sociales. Nobles vestidos con ropas lujosas caminaban por la calle del Río, seguidos por sirvientes cargados de provisiones y regalos, mientras los plebeyos luchaban por ganarse el pan con el sudor de su frente. A pesar de las diferencias, todos compartían una preocupación común: el futuro de los Targaryen y, más específicamente, el de la princesa y futura reina Aemma.
El embarazo de la futura reina había desatado una ola de murmuraciones en toda la ciudad. Desde las tabernas hasta los mercados, el destino de la reina y su futuro hijo eran temas de conversación inevitables. En la taberna del Muerto Ahogado, los marineros compartían historias sobre la suerte de los Targaryen y discutían si la reina daría luz al tan esperado heredero que aseguraría la línea de sucesión al trono.
—He oído que la reina Aemma espera gemelos —dijo un comerciante de especias mientras llenaba una copa de vino—. Si es cierto, eso sería una bendición para el reino. Dos dragones en lugar de uno, dos herederos para fortalecer la línea.—
—No te creas todo lo que escuchas, amigo —respondió un marinero, secándose la boca con la manga—. En estas tierras, los rumores son tan abundantes como las olas del mar. Hasta que veamos al niño con nuestros propios ojos.—
En el mercado, las madres acariciaban las cabezas de sus hijos mientras discutían la noticia. La reina Aemma era una figura de esperanza y admiración para muchas mujeres de Desembarco del Rey. Conocida por su bondad y su deseo de ayudar a los más necesitados, era vista como un símbolo de fertilidad y fortaleza para muchos dentro de desembarco.
—Espero que la reina tenga un parto seguro y que su hijo traiga paz a nuestro reino —decía una vendedora de frutas mientras ofrecía manzanas frescas a sus clientes—. Hemos tenido suficientes guerras y disputas. Necesitamos estabilidad y un futuro prometido.—
Dentro de la Fortaleza Roja, las intrigas y los murmullos se multiplicaban con igual intensidad. La corte estaba dividida en sus expectativas sobre el embarazo de la reina. Mientras algunos nobles esperaban con ansiedad la llegada de un nuevo heredero que aseguraría la continuidad de la casa Targaryen, otros veían en el futuro niño una amenaza a sus vidas.