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—Dale chiquito, vamos a llegar tarde— apuró Santiago mirando a Germán.

—No me convence, ¡y dejá de decirme chiquito!— reprochó y volvió a la habitación.

Usinger había hecho subir a Rodríguez, pues cuando el de ojos azules llegó, él aún no estaba listo.

El celular de Germán sonó, y su pantalla se iluminó con un mensaje. Santiago lo miró de chusma.

“Dale Ger, ya estamos todos” era un mensaje de Rodrigo.

—Hasta tus amigos te apuran cuatro ojos, dale— gritó.

—¡No mires mi celular!— dijo saliendo de la pieza.

—Así estás bien Usinger, vamos.

—Está bien— rodó los ojos. Aún no estaba del todo convencido pero ya estaban veinte minutos atrasados.
Tomó su teléfono de la mesa, saludó a su gata y salieron ambos disparados hacia afuera.

El rubio manejaba más rápido de lo normal para no atrasarse más, esquivando autos y todo lo que se le cruce por delante, Germán rezaba por su vida.

Llegaron y tocaron timbre de la gran casa.

—¡Hola Santi! y...el nuevo, ¿no?— saludó la chica de pelo azul. Germán asintió —¡pasen!.

Al entrar, en la sala, divisó a sus amigos en cuestión de segundos, en realidad, Carrera vestía todo de rosa y resaltaba entre los demás.

—Acá nos separamos— dijo Germán —gracias por traerme.

—Si necesitas algo, buscame— indicó. Se separaron por fin.

—¡Ger! ¿otra vez llegando con Santiago?— lo golpeó burlonamente en el hombro.

—Se ofreció a traerme— explicó.

—Así que le gustas al chico de ojos azules, mirá vos— burló Franco.

—Callate, Fran... nada que ver. Somos amigos, que se yo— se encogió de hombros.

—Mmh... permitime dudar—rió Rodrigo.

—Uy mirá, ahí está Iván— señaló.

—Voy a ir a saludar— sonrió el chico de gorra rosa— no se separen mucho, vuelvo enseguida... o capaz que no— rió.

—Vení, vamos a dónde están los tragos, Tomi estaba ahí— Franco lo guió por la fiesta. Había mucha gente de distintas edades, casi ninguno parecía ser mayor de edad. No sabía cómo sentirse en ese ambiente, en el cual nunca convivió, además no conocía a nadie más que a sus amigos y pues bueno, a Santiago.

—Hola Tomi— saludó Morte.

—Hola Morte, hola Ger— sonrió —¿qué quieren tomar?

A Germán le daba vergüenza admitir que nunca había tomado en su vida. Sus padres nunca se lo prohibieron, pero tampoco tuvo la oportunidad de hacerlo cuando vivía en Crespo.

—Dos vodkas con jugo— pidió Franco.

—Ah empiezan fuerte — bromeó Tomás.

Usinger los miró sorprendido, el vodka sonaba muy fuerte para él, pero si sus amigos estaban en la misma sintonía, le daba un poco más de confianza.

Cuando Tomás les entregó los vasos, miró el suyo con curiosidad, el olor al alcohol era increíblemente notorio, por más de que el vodka sea de un sabor artificial, se notaba que estaba ahí. Tomó un sorbo con suma cautela, saboreando sus primeras gotas de bebida alcohólica en su organismo... no estaba tan mal.

WTBA - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora