El fin de semana ya había llegado y la felicidad llenó por completo a Germán.
Había sobrevivido a sus primeros días en un lugar nuevo.
Y lo mejor de todo era que lo habían invitado a su primera fiesta.
Usinger nunca fue muy fiestero, pues en Crespo no había fiestas tampoco. La fiesta más grande a la que alguna vez asistió tenía más vacas que invitados humanos. Recordar eso a veces le causaba escalofríos.
—Buen día hijo —saludó su madre cuando lo vió salir de su habitación.
—Hola ma— sonrió— no sabés, me invitaron a una joda— dijo con un tono de entusiasmo.
—¿En serio?— preguntó Cecilia, contenta. Estaba feliz de que su hijo se haya integrado bien. —¿Dónde?
—Me dijeron que es en la casa de una tal Angie, creo. Después les pregunto bien a mis amigos.
—¿Y Santiago va a ir?— esa pregunta le tomó por sorpresa. No se lo había puesto a pensar pero porque tampoco le interesaba.
—No sé, ma —sonó desinteresado. Justo un mensaje llegó a su teléfono.
“¿Vas hoy a lo de Angie, Usinger?”
Germán rodó los ojos.
“Qué te importa”
“Sh, calmate chiquito”
¿En serio escribió "sh" por mensaje? pensó.
“Ajá. Sí voy a ir”
“Nos vemos ahí ;)”
—Sí va a ir— se corrigió de mala gana.
—Qué bueno— sonrió —al menos va a haber alguien que te cuide.
—Ma, no lo conoces tanto— reprochó. Era sorprendente como Cecilia confiaba en ese chico tan ciegamente.
—Tengo un presentimiento de madre— se encogió de hombros. Germán no discutió más, no se puede contradecir al presentimiento de mamá.
Comenzó a pensar en qué se iba a poner para salir esa noche. Tenía algunos outfits en mente, pero ninguno le convencía, ya que bueno, su ropa era la misma hacia unos años y como en su 'pueblo' no había muchas tiendas, comprar indumentaria era un caso perdido.
Se puso frente a su madre y la miró con ojos de cachorro abandonado.
—¿Qué querés, Gerchu?— preguntó curiosa. Germán jamás fue un hijo caprichoso, menos uno que pedía muchas cosas cuando niño. Solo necesitaba sus autos de juguete y la comida, nada más.
—¿Podemos ir a comprar ropa?— dijo en modo 'hijo tierno'. Ella suspiró.
—No tengo tiempo, me llamaron del trabajo para que vaya en un rato. ¿Te doy mi tarjeta y vas vos?— sonrió.
Germán se aterrorizó un poco por la propuesta, pues bueno... Buenos Aires era mil veces más grande que Crespo, había más calles, más gente y muchos medios de transporte. No entendía cuál colectivo iba a qué lado, lo mismo con los subtes, los taxis y ubers son bastante caros.
—¿Te olvidas de que esto no es Crespo y no entiendo como ir?— preguntó con un tono divertido, pero un poco enojado al mismo tiempo.
—¿Por qué no le decís a Santiago que te lleve?— ¿está hablando en serio? pensó mientras la miraba con indignación.
—Él no me va a llevar— dijo intentando ser imponente.
—Entonces no vas...— se encogió de hombros. La mandíbula de Germán casi toca el piso.
—¡Ma!— reprochó.
—Decile a Santiago que te lleve, maneja una moto, ¿no?— sonrió, inocente. Jamás imaginaria que su hijo odia de cierta forma a ese estúpido rubio de ojos azules.
Usinger rodó los ojos y reconsideró la idea. Necesitaba ropa, sí o sí, además, no necesitaría que Santiago lo acompañe a ver tiendas, solo quería que lo deje en algún centro comercial.
—Le voy a escribir— dijo completamente resignado. Su madre sonrió aún más.
“Che” Logró tipear.
“¿Qué pasa, chiquito?”
La próxima vez que me diga chiquito revoleo el celular por la ventana pensó.
“¿Tenés ganas de hacerme un favor?” Se sentía estúpidamente ridículo.
“Así que ahora necesitas de mí, ¿eh?” qué inmaduro.
“Necesito que me lleves a un lugar”
“¿A dónde?”
“A un shopping o algo así, tengo que comprar ropa”
“Te puedo llevar... ¿qué recibo yo a cambio?” ¿Esto es en serio?
“Me debés algo después de encerrarme una hora en rectoría” Buena jugada por parte de Usinger.
“Que hijo de puta”
...
“Está bien, te llevo, ¿ahora?” Germán sonrió inconscientemente al celular.
“Sí, ahora” mandó el mensaje y fue directamente a cambiarse.
[...]
No pasó mucho tiempo cuando el ruido de la motocicleta se hizo escuchar.
—Creo que llegó tu carruaje— burló su madre.
—Sos re graciosa, ma— dijo haciéndose el ofendido.
—Cuidate, nos vemos después.
—Nos vemos— saludó y cerró la puerta del departamento. Suspiró pesado antes de bajar por las escaleras.
Al llegar a la entrada, por la puerta de vidrio, un Santiago vestía su característica chaqueta de cuero, unos pantalones de jean negro ajustados y, una camiseta azul con un sándwich estampado, que Germán conocia muy bien.
—¿Tanto te gustó mi remera?— burló Usinger.
—No tenía otra cosa, subí, dale— indicó con una sonrisa divertida en sus labios.
—¿Al menos sabes a dónde ir?— preguntó mientras miraba el vehículo.
—Preguntás como si yo no viviera en la Ciudad, Usinger. Te voy a llevar al mejor shopping de Buenos Aires— habló en tono arrogante— agarrate bien fuerte.
Germán cerró los ojos cuando la motocicleta arrancó, luego de unos metros pudo abrirlos nuevamente. Ese día estaba soleado aunque el frío continuaba presente, la gente en la calle paseaba a sus perros o simplemente salían a caminar. Se dejó de fijar a su alrededor cuando el aroma de algún perfume caro inundó su nariz. Era exactamente el mismo aroma que sintió en la camiseta que Santiago había olvidado. Tan masculino, tan caro... en cierto punto le gustaba demasiado.
Luego le preguntaría al de ojos azules cuál era esa exquisita fragancia que, de cierto modo, volvía loco a Germán.
[...]
—Gracias por traerme— dijo una vez estaban en la puerta de aquel gran centro comercial.
—Esperá, voy a estacionar y entramos.
—Vos no vas a venir conmigo— Santiago lo miró confundido.
—¿Vos te pensas que te voy a dejar andar solo por ahí, Usinger? cualquiera te podría estafar, si hasta la cara de pueblerino tenés— bromeó.
Rodó los ojos— qué gracioso...— fingió una sonrisa— si tanto te preocupa, está bien— aceptó de mala gana.
Santiago sonrió con gracia, sería un día divertido sin dudas.
Luego de que el de ojos azules estacione su motocicleta, se adentraron al shopping.

ESTÁS LEYENDO
WTBA - santutu x unicornio
Fanfic❝𝗪𝗘𝗟𝗖𝗢𝗠𝗘 𝗧𝗢 𝗕𝗨𝗘𝗡𝗢𝗦 𝗔𝗜𝗥𝗘𝗦❞ Germán Usinger, un joven de 17 años, se tiene que mudar de su querida provincia; Entre Ríos, para vivir en Buenos Aires, dónde su mamá tiene una oportunidad nueva de trabajo. O Dónde Santiago Rodríguez...