⋆☾⋆⁺₊✧ - quince!

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cuando te vas aún puedo verte.

( . . . )

las horas se sentían eternas, pasaban con tanto pesar que parecía que el día nunca acabaría. por su ventana notaba cómo las hojas de los árboles se movían por el viento y su cuerpo yacía en la gran cama de la cual creía que la mejor idea era no levantarse nunca. 

ya se sentía ridículo por tanto llorar, ni siquiera tenía sentido alguno. blas no gustaría automáticamente de él simplemente por verlo en ese estado tan deplorable y eso le dolía; tal vez si fuese rubio, si su piel fuera igual a la porcelana más fina, si su espalda no fuera tan ancha o sus brazos tan trabajados.. tal vez, sólo si fuera mujer.

ese era el ingrediente secreto para tener al pelinegro comiendo de la palma de tu mano, automáticamente él caería ante los pies de cualquier chica con una voz angelical y gestos delicados. pero era delirante pensar que sentiría algo así por su mejor amigo, por un chico, por alguien que tiene genitales masculinos. debía borrar esa idea de su cabeza sin seguir poniendo excusas.

escucha cómo tocan la puerta y no responde, su padre estuvo todo el día intentando entrar para verlo pero no podía. no quería que lo vieran de esa manera y sólo esperaba que pasara el malestar para hacer como si nada hubiese sucedido.

la puerta se abre pero no se presenta la figura de su papá. en cambio, un alto y delgado chico se presenta en su habitación sin decir palabra alguna. blas, por su parte, siente su corazón partirse al ver a juan de esa manera. se siente un idiota por no saber hacer nada y algo dentro suyo quiere cuidarlo, arruinar a la persona idiota que lo esté haciendo sentir así.

si tan sólo supiera.

— te fuiste temprano hoy.

— sí, me dolía la cabeza. no tenía ganas de ir. —simplemente dice, evitando la mirada contraria.

— quería presentarte a paula, es la nueva. ¿la viste? —el de rulos oscuros pregunta, una sonrisa asomándose en sus labios.

— la vi, sí. es muy linda.

— sí, algo. —responde blas.— pero eso no tiene nada que ver. no quería que veas que es linda, pero hubieses estado aunque sea cinco minutos más, ibas a notar lo graciosa que es.

— me imagino que sí. lo tiene todo, al parecer.

— ¿a que te referís? —cuestiona, frunciendo levemente su ceño.

blas se sentó en la cama de juan. su cuerpo no hacía casi nada de peso y aún así el colchón se hundió levemente al tener a ambos encima. el ojiazul sentía su respirar pesado y ya no sabía dónde meterse, los celos habían actuado por su cuenta; él no debía demostrar nada.

— no sé. tiene ojos claros, linda voz, una sonrisa radiante y su cuerpo es demasiado lindo. —el castaño enumeraba las características como si la hubiese analizado por horas.— un buen sentido del humor servía para rematar todo lo anterior y convertirla en algo más que perfecto.

— sí bueno, nadie es perfecto en realidad, juan. —blas respondió con una pequeña sonrisa.— pero si habría que hacer que alguien encaje con esa definición, no creo que sea ella.

— ¿por qué?

— vos sí sos perfecto. —dijo sin siquiera pensarlo.— paula es linda, pero vos lo sos mucho más.

ambos quedaron en completo silencio. sin embargo, podía escucharse cómo el corazón del castaño latía con tal velocidad que podía salir de su pecho, ni siquiera podía creer que las palabras que blas decía eran reales. había deseado tanto este momento, pero cuando lo estaba viviendo no podía ni reaccionar. tal vez su amigo se estaba burlando de él internamente pero eso no le importaba, juan sólo quería saltar a sus brazos.

— ¿entonces te parezco más lindo que paula?

— más lindo que cualquier otra persona, juani. 

y sin siquiera notarlo ambos estaban invadiendo el espacio personal del otro. por alguna razón juan ya no lo sentía incorrecto y de ser así, sólo deseaba romper cualquier tipo de regla. ya no quería seguir reprimiendo lo que sentía, era tanto que de su cuerpo salía cualquier emoción.

— estaba tan nervioso, creí que ella te había gustado y me asusté. —confesó luego de varios segundos en silencio.

— nadie puede ocupar el lugar que tenes vos en mi vida. —el pelinegro dijo, acunando las mejillas ajenas con sus manos.— capaz creas que desde nuestro primer beso confundí las cosas, pero incluso mucho antes soñaba con poder besarte en frente de todo el mundo. 

se miraban, juan sabía que no necesitaba nada más que todo eso. blas, un beso y el reconfortante calor que el cuerpo contrario emanaba, envolviéndolo casi como en un abrazo para no soltarlo nunca más. 

— no es el mejor momento, ni el mejor lugar. lo había planeado de muchas otras formas pero si no es ahora puede llegar alguien más y ganarme. —con una sola mano sacó una pequeña caja blanca con corazones rojos distribuidos alrededor.— ¿querés ser mi novio, juan ignacio caruso?

quería gritar, sentía sus piernas flaquear y sus ojos se volvían a inundar. pero esta vez se sentía distinto, la felicidad inundaba su cuerpo. con sólo mirarlo bastó para saber que ahora estaría en las manos correctas y ya no necesitaba soñar para tener a su amigo tan cerca.

sus manos viajaron hasta el cuello de la camisa contraria y sin pensarlo atrajo al más alto hacia él mismo, atrapándolo en un dulce beso. un beso que sabía a gloria, a libertad por fin, era como viajar mirando por la ventana, o tomar algo caliente en un día frío.

todo eso era blas.

se separaron con un simple chasquido entre sus labios. ambos con sus mejillas coloradas y los ojos un poco aguados. comenzaron a reírse del otro, sabiendo que estaban igual.

— me encantaría, blas polidori. —respondió por fin.

el contrario sacó de la caja un anillo. era pequeño y de papel, algo manchado con café y pequeños corazones que seguían el camino de los que estaban dibujados en la caja, pero para juan era perfecto. nunca había conocido a alguien tan detallista como lo era su mejor amigo.

y sí, eran novios. pero antes de serlo, él siempre iba a ser su único amigo.

mátame de pena; juan x blas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora