⋆☾⋆⁺₊✧ - ocho!

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si el camino no me lleva a roma, al menos que vaya a tu pieza así me tiro de cabeza a quemar las horas.

( . . . )

era una mañana particular. hoy era su primer día de clases y no podía estar más nervioso aunque intentaba manejar la situación, ni siquiera podía probar un trago de aquel café que tenía sobre la mesa y pasaba sus manos una y otra vez por el uniforme que, según él, estaba arrugado.

por lo general, la tradición era que si empezabas tu último año de clases un día antes se juntan a tomar hasta llegar ebrios al colegio, pero él no podía ni siquiera pensar en tomar un trago de alcohol después de la última vez. cada vez que recordaba las manos de blas acariciando su espalda desnuda su mente daba vueltas, no quería pensar en eso.

salió de su casa dando un portazo y agarró su bicicleta, haciendo el camino de memoria básicamente. veía todo a su alrededor intentando ocupar sus pensamientos en otra cosa, pero era casi que imposible.

( . . . )


sus cuerpos descansaban debajo de un gran árbol que los tapaba del sol. las primeras dos horas fueron eternas y no podía ser nada peor que empezar con matemáticas. juan odiaba las matemáticas tanto como tenerlas un lunes. hasta parecía a propósito.

su mejor amigo estaba su lado. le hablaba con total normalidad mientras acariciaba los rulos del ojiazul. juan, por otro lado, descansaba su cabeza en uno de los hombros ajenos con sus ojos cerrados, fingiendo que lo escuchaba. estaba muerto de sueño y los largos dedos del pelinegro se enredaban tan bien en su cabellera que no tenía otra opción; debía aprovechar para descansar esos veinte minutos que les daban de recreo.

—levántate, juani. tenemos que volver al aula. —murmuró blas, sin dejar de acariciarlo.

— ¿y si perdemos los primeros minutos de clases? 

— no seas tarado. nos vamos a meter en quilombo porque vos querés dormir nomás. —su mejor amigo respondió, soltando una pequeña risa.

el chico de rulos castaños no respondió. las palabras iban más allá de él mismo y su realidad se veía tal vez un poco alterada. las nubes blancas en aquel gran cielo azul se veían tan únicas y deseaba poder admirarlas un rato más.

— ¿y cuál es el problema? —respondió, encogiéndose de hombros.— quédate un ratito más conmigo, por favor.

blas lo miro enternecido. sabía que nunca podría decirle que no a él, y menos con esa cara de perro mojado que juan sabía hacer perfectamente. desde muy chicos aprendió a cómo manipular al más alto, aunque el joven de ojos claros no lo consideraba como manipulación si el pelinegro lo hacía de manera gustosa..a veces algo obligado, pero con gusto al fin.

— ¿sabes qué? —preguntó. el más bajo lo miró esperando una respuesta.— a veces pienso que te robaste un pedacito de cielo.

— ¿por qué lo decís? —el cuestionó, aunque ya se imaginaba la respuesta.

— tus ojos son iguales, pero mucho más lindos. a veces creo que ni siquiera con el cielo se pueden comparar. —simplemente respondió el chico de rulos oscuros, lamiendo sus labios.— capaz tenés una cascada ahí, el agua cristalina más pura que alguna vez alguien haya podido ver. pero no quiero que todo el mundo pueda verlos.

sentía cómo su corazón se aceleraba con cada palabra. juan no quería escucharlo más, no podía hacerlo. se sentía embriagado y ver aquella tonta sonrisa en el rostro de su mejor amigo lo congelaba; ¿cómo podía hablar con tanta calma?, como si no supiera el impacto que sus palabras tenían en él. estaba adolorido, no aguantaba tanto.

blas se creía todo un poeta, aunque era todo lo contrario. pero por alguna razón juan lo sentía como besar el cielo, y ahora mismo quería tomarlo de la corbata que traía puesta y que el aire sea lo único que les haga falta. no podía seguir escondiendo aquellos sentimientos que estaban a flor de piel y le daba miedo. miedo de que su amigo lo deje, de que se vaya. miedo..de que todo sea un simple sueño o una ilusión que él sólo se había creado en su cabeza.

— no puedo creer lo mal que haces el nudo de la corbata. —comentó el contrario, tomándolo por esta.

ahora juan pensaba que blas era un tipo de genio de lámpara, que todo este tiempo estuvo leyendo su mente y no sabía dónde esconderse. sus cachetes ardían tanto que le daban ganas de llorar, no podía evitarlo. 

— te quedaste tildado, tonto. 

aquella grave voz lo sacó de sus pensamientos. cuando apenas pudo reaccionar notó qué tan cerca estaba el pelinegro de sus labios. mentiría si dijera que no era lo que necesitaba pero no sabía si era lo correcto; ¿no estaba cometiendo un pecado por, además de desear a su mejor amigo, ahora besarlo frente a la capilla de aquel colegio católico al que asistían?, juan no tenía mucha moral, pero sí conocía de la ética. sabía que se meterían en grandes problemas.

juan miró todo a su alrededor para terminar con su vista en aquella capilla. el gran campanal junto a la imagen de algunos dioses estaban frente a ellos y el ojiazul se sentía completamente perseguido. blas dirigió su mirada hacia donde veía ahora su amigo, para luego reír por lo bajo.

lo tomó de la mandíbula con fuerza para luego acercarse de manera peligrosa.— que se vayan a la mierda los dioses, y si no les gusta que no miren. ahora bésame, tarado.

juan no se hizo de rogar para darle el beso, ni blas tuvo que volver a insistir. en un rápido movimiento sus bocas se abrieron paso a la otra como era ya casi que una tradición; el calor que sentía blas al besarlo no podía relacionarlo con ninguna otra cosa, ni siquiera compararlo. era indescriptible y se iba al infierno, prefería hacerlo de la mejor manera.

y no había una manera mejor que hacerlo mientras besaba a ese chico que consideraba su mejor amigo, con una mano en su mandíbula y la otra atrayéndolo de su corbata.

mátame de pena; juan x blas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora