⋆☾⋆⁺₊✧ - siete!

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muy lejos del sol, que quema de amor.

( . . . )

El joven chico de rulos castaños pasó uno de los brazos del más alto sobre sus hombros, tomando con su mano libre la cintura ajena. blas no era para nada pesado, pero estando borracho tal vez podía hacer más peso muerto de lo normal.

— ¿seguro vas a poder con él? —cuestionó felipe. juan sólo asintió.— no vayas a aprovecharte que yo te conozco a vos, eh.

ni siquiera tenía ganas de poder quejarse. habían salido a tomar algo y pasar una buena noche y ahora mismo debía volver a su casa con un chico delgado demasiado ebrio. las madres de ambos estarían muy decepcionados de ellos si los estuvieran viendo en ese momento.

— cállate que yo me voy a hacer cargo del borracho porque ustedes se hicieron bien los boludos.

ahí se le borró la sonrisa burlona a todos. juani simplemente sintió en su pecho un aire de grandeza porque todos eran tan amigos hasta que a uno le tocaba cuidar al que había tomado de más. dio un despido general mientras suspiraba.

¿ahora cómo iban a hacer para subir e ir a su casa en una bicicleta?

( . . . )

— bueno blas, escúchame. —habló tranquilo, tomando en una de sus manos la mejilla del ajeno.— vamos a subir acá y nos vamos a casa ¿sí?, por favor colabora conmigo y quédate quieto.

los ojos casi negros del más alto lo miraban fijamente. sus cachetes estaban completamente colorados y con su boca entreabierta soltaba respiraciones apenas audibles, pero juan no necesitaba escuchar para saber cómo respiraba. ya hasta eso conocía de su mejor amigo.

una sonrisa torpe se formó en el rostro de blas, quien comenzó a asentir frenéticamente.— por favor vámonos. quiero dormir.

el más bajo maldijo mientras intentaba acomodar lo mejor posible al pelinegro en su bicicleta. no tenía un asiento para otra persona pero al menos haría que viajara cómodo, si eso era posible. tuvieron una pequeña batalla para que juan pudiera colocarle el casco de seguridad, pero ni siquiera era negociable, blas iba a usarlo de una manera u otra.

apenas el castaño se sentó en su asiento, tomó camino hacia su propio hogar. blas ni siquiera preguntó cuando sintió la necesidad de abrazarlo por la cintura y entonces ahora sus largos brazos se veían enredados en juan. pero el ojiazul no podía ni pensar con el nudo que se formó en su estómago y temía nuevamente desconcentrarse del camino. odiaba la forma en la que aquellos estúpidos brazos que lo tomaban como un muñeco lo hacían sentir tan tranquilo.

iban en silencio, no había necesidad de hablar. el frío en esa noche no se demoró en llegar y ellos apenas lo iban notando, al menos juan lo notó en cuanto sus manos comenzaron a practicamente congelarse. pero no iba a quejarse, no cuando el reconfortante calor de blas se hizo presente; el pecho del más alto ahora estaba pegado a su espalda, mientras que su cabeza se apoyaba en uno de los hombros del ojiazul. las grandes manos de blas acariciaban el estómago de juan con delicadeza, sin ningún tipo de apuro.

y juani no podía ni siquiera pensar con claridad. era un manejo de nervios aunque no quisiera admitirlo pero no quería confundir las cosas, no era la primera vez que blas se ponía cariñoso luego de tomar quién sabe cuántas cantidades de alcohol. esa noche estrellada fue testigo de los inocentes toques que el más alto le brindaba y ese momento era digno para una foto. juan no quería asimilar lo profundo que estaba cayendo por su mejor amigo.

— juani. —la voz de blas lo sacó de sus pensamientos.

el de rulos castaños sacudió su cabeza, para luego girarla levemente hacia el costado. — decime, ¿qué pasa?

mátame de pena; juan x blas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora